Con motivo del aniversario de UnoAmérica
América Latina experimenta una grave crisis, caracterizada principalmente por el derrumbe de los gobiernos pertenecientes al Foro de Sao Paulo (FSP): Brasil, país donde se fundó el FSP, es testigo de un escándalo de corrupción sin precedentes, que apunta directamente a Lula y a las estructuras del Partido de los Trabajadores; Venezuela, inmersa en un sinnúmero de problemas, enfrenta además una sucesión presidencial inesperada, debido a la enfermedad terminal de Hugo Chávez, principal financista del Foro de Sao Paulo; Cuba vive los últimos días de la dictadura de los hermanos Castro; en Bolivia ha quedado al descubierto una red de extorsión incrustada dentro del gobierno de Evo Morales, que arroja nuevas luces sobre lo ocurrido en la masacres de Pando y el Hotel Las Américas; el gobierno de Cristina Kirchner sigue los mismos pasos de Chávez, en la demolición de la economía y de las instituciones argentinas; el ecuatoriano Rafael Correa intenta acabar con todo vestigio de libertad de expresión; absolutamente desvinculado del mundo real, el uruguayo Pepe Mujica no tiene una mejor idea que proponer la legalización de la marihuana; mientras que el narcotráfico y las pandillas de las maras crecen vertiginosamente en México y en los países centroamericanos, amenazando la estabilidad de esos estados. Frente a la crisis terminal de los gobiernos del Foro de Sao Paulo, los partidos tradicionales no representan una alternativa sólida, ni plantean soluciones programáticas; infestados por el populismo y la corrupción, parecieran estar paralizados ante la magnitud de las amenazas que nos asechan. Las organizaciones multilaterales como Unasur y Mercosur tampoco son capaces de ayudar, puesto que han perdido su objetivo y su identidad, poniéndose al servicio del Socialismo del Siglo XXI. No es una exageración, pues, afirmar que América Latina vive una profunda crisis existencial, y que durante los próximos meses se definirá si el continente rectifica el rumbo, para así encontrar su destino histórico, o si se hunde en una espiral de violencia y de anarquía. Los partidos políticos por sí solos, no tienen la capacidad de enfrentar el panorama descrito, hace falta el concurso y la participación activa de todas las instituciones: gremios, academias, universidades, sindicatos, fuerzas armadas, organizaciones civiles, iglesias, y demás representantes de las fuerzas vivas de nuestras naciones. Además, como las amenazas que nos rodean son de carácter global, no es posible derrotarlas dentro de cada nación de manera aislada, sino que se debe trabajar mancomunadamente, mediante una alianza latinoamericana por la defensa de la institucionalidad, la identidad, la estabilidad, el desarrollo, la justicia y la paz. En su cuarto aniversario, UnoAmérica reitera su disposición a trabajar en esta dirección, y colaborar con todas aquellas organizaciones que compartan los objetivos aquí planteados. Pese a los problemas y a los enormes obstáculos, los integrantes de UnoAmérica desean manifestar sus más sinceros sentimientos de optimismo por el futuro que nos espera. No en vano el Papa Juan Pablo II se refería a Iberoamérica como el “Continente de la Esperanza”. Si los países europeos, tan disímiles en cultura, idioma, e historia, han podido conformar una poderosa comunidad económica; con mayor razón nuestras naciones, signadas por una misma cultura, prácticamente un misma lengua, y una historia similar, y bendecidas con gigantescos recursos naturales, podrán crear una estructura regional para el crecimiento y el desarrollo. Aprovechamos para recordar que hoy es el Día de la Virgen de Guadalupe, Emperatriz de América y Patrona de UnoAmérica, a quien encomendamos la protección y la guía de nuestro continente. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario