DICK EMANUELSSON – El gobierno de Juan Manuel Santos no lo quiso, pero no pudo impedirlo. La guerrillera holandesa Alexandra Nariño arribó al aeropuerto de José Martí el lunes 5 de noviembre y causó gran movimiento en la prensa internacional.Muchos de los periodistas tocaron el portón donde están albergados los integrantes de la Delegación de Paz de las FARC en la Habana, sobre todo los reporteros holandeses que han sido enviados a Cuba, casi rogando para que pudieran entrevistar a la guerrillera que ha sobrevivido asaltos de los “Comandos Junglas” o fuertes bombardeos.
Ha sido víctima ella por las mentiras y manipulaciones de los mismos medios de comunicación holandeses o de otros países que ahora con la sonrisa ancha dicen que han sido siempre defensores de ella. La hipocresía florece ahora como nunca.
Delgada y con una contextura que impresiona, si tomamos en cuenta que la mochila contiene el mismo peso y contenido como para un paracaidista, todo lo necesario para poder sobrevivir en la selva. Y subraya que no es tanto el sacrificio físico que es lo duro, sino lo psíquico.
Con la llegada de Alexandra también comenzó el terrorismo mediático. El Tiempo de ayer domingo, ya tiene la primera entrega de esa guerra psicológica que tantas veces ha sido clave para sabotear un proceso de paz en Colombia.
Titula el diario de los Santos; “El lado oscuro de Tanja, la holandesa de las Farc”, sacudiendo el polvo de los viejos archivos de la inteligencia militar colombiana y de la CIA, intenta cuestionar esta guerrillera que se incorporó a las filas guerrilleras para combatir un estado reconocido mundialmente por su terrorismo de estado, aniquilando a toda oposición civil y legal.
Como si fuera poco, el diario de los Santos incluso publica una foto de ANNCOL y de este reportero, que era el único periodista en la llegada de Alexandra a la Habana, cortando la foto para quitar el sello de “ANNCOL”, dando la autoría a la agencia francesa AFP.
Con Alexandra conversamos e invitamos para que veas y escuches una internacionalista que los mismos gringos quieren tapar la boca, y ella solo se ríe sobre esa amenaza.
Dick Emanuelsson (DE): Estamos en La Habana siguiendo las conversaciones en este Diálogo para la PAZ en Colombia. Una, entre todos los guerrilleros, alcanzó mayor fama para la prensa nacional e internacional, estamos hablando de la compañera Alexandra Nariño.
No es colombiana, es internacionalista de origen holandés y su caso es como fue el de muchas delegaciones internacionales en la década del ’30, mediados del 30, que se fueron a España como brigadistas internacionales para defender a la República española del fascismo que estaba resurgiendo en todo el continente europeo. Fascismo italiano, alemán y claro, también el fascismo español representado por el generalísimo Franco.
Integrantes de las Brigadas Internacionales que venían de todo el mundo, también
de Colombia, para luchar por la República española contra el fascismo y el general Franco.
¿Cómo te sientes, Alexandra, dejando la tierra, la selva colombiana, la montaña? Han pasado 10 años desde que tu te incorporaste a las filas guerrilleras y has sobrevivido, también de manera impresionante, a varios bombardeos de la aviación colombiana sobre campamentos guerrilleros.
Y a propósito, esta mañana leímos en el diario El Tiempo, de Santos, donde el propio presidente no habla de la paz sino que habla de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) en su aniversario 93 y que va a comprar más aviones de guerra. Más drones, aviones sin piloto y es un poco raro ya que estamos en los inicios de un proceso de paz.
Cuéntanos un poco cómo han sido estos 10 años de tu vida, cómo viviste este cambio brusco y cuáles son las razones que te impulsaron a integrarte en esa lucha.
Alexandra Nariño (AN): Yo vine a la guerrilla colombiana prácticamente por una coincidencia. Vine a Colombia a hacer una práctica para la universidad y escogí a Colombia casi por casualidad. Yo pienso que de cualquier forma, si no hubiera terminado luchando en Colombia, hubiera terminado luchando en Holanda, en España, en cualquier país del mundo. A todo el mundo le parece tan raro que una muchacha venga a Colombia y yo pienso que el mundo con sus países como tal ya no existe. Es un mundo globalizado gobernado por multinacionales, grandes corporaciones, entonces yo pienso que la lucha de los pueblos contra ese capitalismo globalizado también requiere eso. Pienso que yo no soy ninguna excepción aunque los medios quieran hacer creer que si, al irme a luchar a otro país. Creo que no importa adonde se nazca o adonde se muera, importa donde se lucha. Pienso que la consigna del CHE está hoy más vigente que nunca
DE: Se cuestionan que es una holandesa que viene a luchar a las selvas colombianas y eso es algo que también fue bastante cuestionado en la prensa holandesa.
AN: Si, yo pienso que eso corresponde a una agudización de la lucha y estoy hablando más que nada de la lucha mediática. Leyendo los diarios del Che o leyendo su biografía veo que tenemos muchas cosas en común.
DE: El Che era argentino pero se fue a luchar con Fidel y con Camilo Cienfuegos a Cuba y luego siguió su tarea internacionalista y se fue al Congo, en África y termina en Bolivia, pero sigue su lucha de forma interna en cualquier lado. Y se puede ver en todas partes como está encendida la cosa del Che.
AN: Si, pero yo pienso entre otras cosas que el Che ha sido atacado bastante. Hay páginas en Internet en contra de su lucha, o sea del Che como ejemplo de lucha revolucionaria. A lo largo también vemos que se ha convertido en algo comercial, lo cual no es justo.
Yo pienso que la lucha revolucionaria del Che es una cuestión internacionalista y los pensamientos que él tenía tan claros los llevamos todos los internacionalistas en el corazón.
El Diario de Alexandra
DE: En el primer bombardeo que tú viviste en los años 2004 ó 2005 dejaste también tu diario que luego fue manipulado y se convirtió en un arma psicológica contra el movimiento fariano. Cuéntanos un poco sobre eso, porque lo que salía en ese diario los militares empezaron inmediatamente a traducirlo.
AN: Primero que todo ese diario no fue cogido después de un bombardeo sino después de un asalto. Pero es cierto, allí quedó mi diario y yo en esa época ya tenía como dos o tres años en la guerrilla. Usted se imaginará que el proceso de una persona que viene de Holanda y que ingresa a la guerrilla colombiana no siempre es fácil, entonces yo todo lo escribía en mi diario, en holandés.
En ese diario yo digo 6 ó 7 frases negativas, de personas que no me caían bien o que hacían cosas que a mi no me gustaban. Esas 6 ó 7 frases, en todos los medios, les montaron una manipulación mediática y eso se convirtió en la punta de lanza de una gran campaña mediática. Yo pienso en esa época y recuerdo que fue para mí una época muy feliz, yo no puedo decir otra cosa.
En esa época tuve mis primeras experiencias militares, las primeras experiencias como guerrillera, no puedo decir que fue fácil, pero si, muy interesante el proceso.
DE: Si, porque algunos europeos tienen una interpretación bastante romántica de la vida guerrillera, pero la vida en la montaña no es nada fácil. Cuando uno pregunta a algunos compañeros que han ingresado a la guerrilla desde la ciudad dicen –¡Uy, eso es muy duro en verdad! Así lo aprendieron al caminar con la mochila de 20 ó 30 kilos, el fusil de 6 ó 7 kilos. Me imagino que viniendo de una vida como la de Holanda y empezar a hacer fila india allí en las trochas en la selva colombiana eso es duro ¿no?
AN: Si eso es duro, digo que la parte física es dura pero para mí no ha sido lo más duro. Yo pienso que uno con meterse en psicología y meterse en moral, con lo físico puede hacer de todo. Lo que para mí ha sido más difícil es que cometí el error de pensar que la guerrilla era perfecta. Una guerrilla campesina, comunista pero uno llega y se encuentra con pueblo. Ahí hay campesinos que llegan a la guerrilla con todos sus defectos y traen vicios de la sociedad civil y eso chocaba conmigo. Fue lo más difícil para adaptarme. Yo en esa época no tenía el entendimiento como para comprender a la gente, cómo había sido su vida antes de ingresar y para ese proceso de entendimiento he precisado varios años.
DE: Y cuando llegó la ruptura del proceso de paz, porque tú te incorporaste en San Vicente del Caguán mientras estaba el proceso con Pastrana y cuando llegó, en febrero de 2002, la ruptura de ese proceso de paz cuánto tiempo llevabas tú dentro de las filas. Y quizás hubieses tenido más tiempo para pensar en ese paso drástico.
AN: no, eso no es cierto, eso lo dicen todos los medios pero yo nunca he estado en el Caguán.
DE: yo pregunto. . .
AN: Yo nunca he estado en el Caguán, yo cuando vine por primera vez a Colombia se estaba dando el proceso de paz y escribí mi tesis sobre el proceso y sobre el gobierno y las FARC.
Luego volví a Holanda y tenía muchas ganas de conocer la zona del Caguán pero como ya estaba que se rompía decidí no ir por peligro, esas cosas que uno piensa.
Fue allí que cuando volví a Holanda, escribí mi tesis sobre las FARC que me ayudó bastante para conocer la historia, sus orígenes. Me quedé en Holanda y no estaba pensando en volver para Colombia, tenía ideas revolucionarias en la cabeza, quería luchar contra el capitalismo, el neoliberalismo, pero de alguna manera como había recibido educación política en Colombia yo no me hallaba en esa lucha política en Holanda.
No me hallaba porque, por ejemplo, nos poníamos a vender periódicos en la calle, a la gente en Holanda y eso es un poco como que no pega. La gente vive bien allá con su socialdemocracia. Entonces, pensaba que Latinoamérica es un centro de lucha en el mundo.
Colombia, dentro de ese centro de lucha tiene el movimiento más grande del mundo y ahí pensaba que me quería ir para Colombia, pero no pensaba en ingresar, ni en trabajar en la guerrilla. Pensaba “yo quiero ver como los colombianos van a hacer la revolución”. Fue allí que pensé en venir a Colombia.
DE: Tu tenías un profesor en la zona cafetera, en Caldas o por allá que más tarde te diste cuenta que trabajaba en las milicias de las FARC. ¿Él te orientó bastante para que tuvieras más información, más conocimiento sobre el movimiento armado?
AN: Sí, pero yo tengo que decir en ese aspecto que aunque el no estuviera allí yo estaba buscando, de todas maneras, buscaba respuestas que no tenía. Antes de llegar a Colombia yo nunca me había interesado en política, ni por revoluciones, tenía, sí, sensibilidad social pero no iba más allá de eso. Pero cuando llego a Colombia y veo las noticias, la televisión, los ataques de la guerrilla, me empecé a interesar sobre el por qué de la intervención de la guerrilla. Empecé a hacer preguntas y las respuestas que me daba la mayoría de la gente en el colegio donde yo trabajaba no me satisfacía. Entonces, por suerte me encontré con ese personaje que sí supo darme contundentes respuestas que a mí sí, me satisfacían.
Yo me le iba acercando porque pensaba que esa persona me podía ayudar en las respuestas que yo necesito. Es una persona crítica de la realidad colombiana, no es una persona que solamente habla mal de las FARC sino que es una persona que sabe dar explicaciones sobre la existencia de la guerrilla, del porque de la lucha armada. Me ha ayudado bastante en el entendimiento.
DE: Entonces ¿en qué año te incorporaste a la lucha guerrillera?
AN: Empecé a trabajar con la milicia en Bogotá en diciembre del 2002 yo creo. Estuve unos 6 meses trabajando allí cuando después me dan la opción de quedarme estudiando en a la ciudad o que vaya al monte. Me dan un curso de 6 meses, eso habrá sido en abril de 2003 y yo dije que quería conocer el monte también. Porque entre otras cosas tenía muchas dudas todavía. Es muy difícil de un día para el otro cambiarle la visión a las cosas y no comerme el cuento de lo que dicen los medios.
Porque a usted siempre le queda un poco lavado el cerebro, entonces decía “yo quiero ir, ver como es y después, me vuelvo”.
Al llegar al monte, en abril 2003 fui comprobando que en la guerrilla había muchachos, enfermería, cursos, veía una guerrilla en pleno desarrollo, escuchaba las historias de la gente y fue cuando dije “yo aquí me quiero quedar”.
Tampoco fue de un momento a otro, pero fueron momentos claves y ahí fue cuando decidí que me quería quedar. Cuando yo decidí que me quedaría recuerdo que mucha gente me decía usted no se quede. No porque no estuvieran contentos conmigo, sino porque pensaban que para una extranjera eso sería muy difícil.
DE: Yo te escuchaba relatando que también, además de estar estudiando en la universidad, también trabajabas en Holanda como mesera. Un trabajo duro, con tacos altos, con una sonrisa hacia los clientes, o sea, un cambio demasiado brusco.
AN: Usted dice el cambio de ser mesera y profesora a ser guerrillera,
DE: Sí, claro, cambiar los tacos altos por los cauchos (botas guerrilleras).
AN: Si, pero me acuerdo esa primera época en la guerrilla, a mi me daban un
machete y yo no sabía que hacer con eso. O debía lavar las botas y no sabía como hacerlo. No sabía nada, pelar un plátano o hacer un arroz pero de alguna forma el proceso fue muy natural. Mis primeras experiencias en la guerrilla, recuerdo que siempre tenía un grupo de guerrilleros al lado haciéndome preguntas. Pero el proceso fue natural no fue un choque tan brusco.
DE: ¿Y siempre te ayudaron?
AN: Claro, yo me acuerdo la primera ranchada (la cocina del campamento guerrillero), la primera vez que me tocó cocinar para toda la guerrillerada, esas son comidas para 30, 40, 50, 80 ó 120 personas. Éramos tres rancheros.
DE: Te tenías que levantar a las 3 ó 4 de la mañana.
AN: Ajá, primero me tocó que los guerrillero tuvieran que llevarme para la rancha porque yo me perdía en cualquier parte. Y después llegué a la rancha y no sabía qué tenía que hacer, entonces los otros guerrilleros rancheros me miraban y me acuerdo tanto. Me decían “usted mamita, que se viene de la ciudad y que mira todo delicada, vaya y siéntese ahí, solamente mira lo que hacemos nosotros y así vas aprendiendo”
Me acuerdo que me senté pero me sentía muy mal de verlos a ellos trabajando y yo que no sabía hacer nada. Era como inútil y me quedé dormida.
DE: Ahora tienes la rutina de ser la ranchera.
AN: Ahora soy una experta culinaria.
DE: ¿El machete lo manejas ahora como El Zorro?
AN: Si,
DE: ¿Había muchos combates? Se había roto el proceso de paz un año antes, en febrero de 2002 y en agosto del mismo año apareció el señor Uribe. El cambio entre Pastrana y Uribe que declaró guerra total contra la insurgencia ¿Se notó entonces ese cambio con el aumento de combates?
AN: Eso fue un cambio muy brusco dentro de la guerrilla, porque cuando yo ingreso todavía estábamos en un campamento estable. Estaba entre otras cosas dictando un curso de inglés, se podía en esa época, los alimentos llegaban en carros, todavía. Duramos unos meses así y cuando se declaró la guerra a la insurgencia yo me acuerdo todavía cuando empezaron los primeros bombardeos y me acuerdo cuando fue el primer asalto al campamento del “Mono Jojoy”, donde yo me encontraba.
Me acuerdo que eso fue dejar los carros a un lado, todo a un lado e irnos al monte. Eso fueron marchas, yo no conocía todavía esa vida, había hecho cursos básicos que de por si eran duros, pero vivirlo en la realidad no. Empezamos a marchar, tranquilitos nos fuimos saliendo de la zona y ahí empezó una vida completamente distinta. Combates, bombardeos, andar de un lado a otro, incluso se notó mucho la diferencia entre los bombardeos al principio y al final cuando ya fueron precisos, con una agresividad que antes no se veía.
DE: ¿El bombardeo donde murió el “Mono Jojoy” como fue? Nosotros hemos hecho entrevistas a otros guerrilleros que también estuvieron y contaban que eran bombardeos de 48 hs. bombas de media tonelada de explosivos.
AN: Si, eso fue el bombardeo más duro que yo haya vivido en la guerrilla, porque le dieron con todo. La cantidad de bombas que cayeron esa noche fue como el equivalente a la amenaza que representaba para ellos el “Mono Jojoy”; para el gobierno y para la clase gobernante. Ese bombardeo fue duro, no fueron 48 hs continuas, el primer bombardeo fue el más duro y era ya para matarlo con toda la saña del caso. Salimos, empezó el desembarco y de allí para adelante, porque nosotros no salimos de la zona, la guerrillerada empezó a pelear con los soldados que habían desembarcado y después empieza una pelea muy tenaz.
Porque los guerrilleros estábamos enardecidos por lo que había pasado y la gente peleó como nunca en medio de los bombardeos. Nosotros nos íbamos moviendo y en cada sitio hacíamos la trinchera para por la noche meternos. Ahí pasábamos la noche
DE: ¿Cómo se siente? Yo he pasado alguna vez ese sobrevuelo de helicópteros o aviones a 50 ó 100 metros y uno se siente, realmente muy temeroso, uno es reportero y no guerrillero. Me imagino lo que debe ser el miedo de la primera vez en el combate.
AN: De alguna forma, cuando uno ingresa está conciente de que lo que quiere dar es la vida para esa causa. En esos momentos no voy a decir que es una experiencia alegre, no, lo único que yo se es que siento la rabia por la forma cobarde en que ellos están llevando a cabo esa lucha. Porque uno está en la trinchera, obviamente uno no puede hacer nada, solo esconderse.
DE: Como los gringos en Vietnam bombardearon primero con los B 52, toneladas, miles de toneladas de bombas y después entraron las tropas gringas luego de hacer un desastre. Pero en la tierra misma, dicen que el militar, el soldado, es muy cobarde, pero el guerrillero conoce la zona, es la diferencia.
AN: El guerrillero conoce el monte, el ejército no, precisamente es por eso que ellos tienen que recurrir a ese tipo de métodos tan cobardes. Para mi son métodos muy cobardes esos de utilizar bombas de mil libras, soltar esas bombas por encima de las cabezas de alguna gente que no tiene con que defenderse en ese momento y después bajarse a recoger esos cuerpos. Eso es como usted dice, en Vietnam se ha dado eso y es demasiado cobarde.
DE: Todos los guerrilleros que uno entrevistan hablan de la familia, del lugar donde nacieron, las circunstancias económicas que padecieron, como fueron de niños, jóvenes hasta que crecieron y se integraron a las filas de las FARC o el ELN. Todos dicen “yo dejé mi familia biológica pero tengo una familia nueva”. ¿Tú lo sientes así también?
AN: Yo estoy de acuerdo con lo que dicen que es la segunda familia de uno, pero en realidad es algo más que eso. O sea, yo no quisiera hacer una comparación entre la familia de uno y los camaradas de las FARC. Es una relación muy diferente, uno convive 24 hs pero aparte usted vive unas experiencias muy duras, intensas, eso crea unos lazos que yo casi ni se explicar porque en la vida civil no se da ese tipo de relación.
DE: Los momentos difíciles, duros, en el combate o lo que sea, la falta de comida por ejemplo, porque están cercados por el ejército ¿Es ahí donde se sienten los lazos de hermanos?
AN: Si, los guerrilleros tienen una virtud muy grande, yo no se como hacen pero en los momentos más difíciles es donde les sale la chispa para hacer bromas, hablar de cualquier cosa para contentarlo a uno. Si uno tiene hambre, hacen cualquier chiste y uno se olvidó del hambre, eso es muy bonito del guerrillero, que no se deja achatar por nada.
DE: Como extranjera tu sabes también que el trauma de la guerra, la psicosis que tienen muchas veces los veteranos de guerra. Mira los gringos que llegaron de Vietnam, en la película 4 de Julio y que deja un ejemplo de las secuelas de la guerra, iguales los veteranos de la guerra en Afganistán, los veteranos de Iraq, llegan a EEUU y son miles los que se suicidan. Pero la impresión que uno tiene es que el guerrillero casi nunca se pone nervioso, en pánico. Yo en los 30 años como periodista en Colombia, nunca he visto que se pongan así, pero claro, en el momento debe ser también terrible porque son seres humanos.
AN: Si, hay momentos difíciles, pero es como le dije, no se como hacemos. Tal vez es la causa por lo qué hacemos, también es la camaradería, yo digo que hubiera sido muy diferente vivir toda esa experiencia sin el apoyo de la gente, sin la camaradería que hay. Yo creo que para los soldados norteamericanos que llegaron de Vietnam es difícil saber la realidad que ellos vivieron, pero por todo lo que uno leyó, vio, uno piensa que el ambiente entre ellos era muy diferente.
DE: Porque no era la guerra de ellos.
AN: No era la guerra de ellos, para nosotros si, es nuestra guerra. La estamos librando en legítima defensa en contra de una violencia que se ha desatado en contra del pueblo,
DE: Leímos, hace dos años en el periódico El Tiempo, Caracol y otros colombianos, que había aviones donde viajaba Jineth Bedoya, periodista de El Tiempo, Salud Hernández Mora, una falangista española columnista también en El tiempo, que tenía muy buenas relaciones con Castaño a quien le hizo el prólogo de un libro. También estaba tu hermana viajando y me imagino que también fue manipulada por estas señoras mientras viajaban en el avión del ejército, hablando por las emisoras, tratando de comunicarse contigo pidiendo que te entregaras para salir de la guerrilla. Uno imagina que habrás sentido rabia, impotencia escuchando ese mensaje que viene del enemigo en sus aviones y helicópteros, utilizando a tu hermana no solo contra ti, sino contra todo el movimiento armado.
AN: Yo pienso como usted, me he dado cuenta, por esas cosas que el gobierno, el ejército, la clase dominante no conocen límites éticos en la utilización de los medios para lograr los fines que quieran. De eso me di cuenta cuando pasó lo de mi hermana.
Pero claro, uno siente rabia pero yo no siento rabia con ella. Ella es mi hermana, ella me quiere, quería verme, a ella la manipularon diciéndole que yo estaba como rehén de las FARC, que yo me quería salir de allí, ella lo creyó y a partir de ahí hicieron todo el trabajo mediático.
Manipulada y engañada por una holandesa al servicio del Estado Colombiano, dos periodistas
al servicio de la inteligencia militar, entre ellas Salud Hernandez-Mora, íntima amiga y cola-
boradora de Carlos Castaño, jefe paramilitar, la hermana de Alexandra fue llevada en los aviones
de guerra de la misma Fuerza Aerea Colombiana que bombardeaba el campamento donde
se encontraba Alexandra, convirtiendose así en herramienta para los sectores guerreristas.
DE: Claro, uno es un ser humano y no quiere que sus familiares estén en esa situación terrible en un caso como ese. Bueno, ya estás aquí, en La Habana, contra viento y marea y toda la manipulación mediática de todos estos años. Siendo integrante de la comisión de las FARC qué quisieras decir al mundo. ¿Qué vengan a La Habana para saber un poco más de este movimiento que ha luchado durante48 años para conseguir la paz? ¿Cuál será la tarea tuya acá, en este momento?
AN: Yo le quisiera decir a la gente del mundo que no se vengan todos para La Habana porque Cuba es una isla y porque de pronto se llenaría mucho –risas- Yo pienso que la gente del mundo debería coger mas conciencia sobre los problemas y la miseria en que vive el pueblo colombiano. En países donde existe libertad de expresión, la prensa se dedica a crear circos mediáticos alrededor de un acontecimiento o una persona, pero realmente dan muy poca información del trasfondo de los problemas que se viven en los diferentes países. Es muy importante que la gente sepa que es lo que se está jugando y porqué se dan ciertos procesos. Por ejemplo, por qué en Colombia hay una lucha armada. La mayoría de la gente no entiende el proceso histórico de Colombia y no entiende por que el pueblo tomó las armas.
Es importante ese detalle.
DE: ¿Sigues escribiendo tu diario?
AN: No, yo no volví a escribir, o sea, no es importante escribir sobre lo que siento o pienso, en las FARC nunca me han hecho reclamo, pero yo si me he sentido mal. Porque de alguna forma le di papaya al enemigo para que siga haciendo mala propaganda,
DE: Pero tienes una experiencia muy rica en estos 10 años, justamente como europea tienes un espacio que cualquier guerrillero campesino allí adentro no tiene. Me imagino yo, como periodista, estaría todo el día escribiendo para no perder detalles muy bonitos desde la experiencia que tienen ustedes. ¿No se te ha ocurrido la idea? Hay un libro que ha escrito el periodista Jorge Enrique Botero sobre tu vida también, pero tu autobiografía también sería muy valiosa.
AN: Pero creo que cuando yo sea una viejita de ochenta años voy a escribir mi biografía. Pero pienso que ahora hay tareas más importantes para hacer en Colombia y en el mundo también.
DE: El fiscal general de la nación colombiana, aparte la agenda ha tomado la decisión de forma atrevida de decir que cualquier integrante de las FARC que se va a otro país, inmediatamente se empieza a hacer vigente la orden de captura. ¿Te gustaría ira Holanda a una gira por las universidades para dar charlas entre tus compatriotas, en forma relajada, de lo que ha sido tu vida en la última década?
AN: Claro, yo extraño muchísimo a mi país en los últimos años, yo escuchaba por la radio el himno de Holanda y a mi me daba nostalgia. Me encantaría ir unos quince días, entre otras cosas, como dice usted para explicarle a la gente el porqué de la lucha en Colombia, el porqué de esa situación, pero de momento no hay esa posibilidad. Y lo importante por ahora es estar aquí en La Habana y concentrarnos en el Proceso de Paz que se va a dar con el gobierno y ahí hay mucho trabajo por hacer.
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Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
FARC: “Estamos aquí para negociar otra Colombia, no para rendirnos ni
HERNANDO CALVO OSPINA – Llegó, me estrechó la mano y se sentó a mi lado. Empezó a tomar un jugo. A veces levantaba los ojos para verme. Cada movimiento lo hacía como en silencio. Yo acababa de entrevistar a Ricardo Téllez, más conocido como Rodrigo Granda, uno de los jefes de la delegación de las FARC en las negociaciones con el gobierno de Colombia en La Habana. Le había propuesto a Téllez que me ayudara a convencerlo para una entrevista. “Yo se lo presento, y que él decida. Nunca ha dado una entrevista en su vida, y creo que nunca le han tomado una foto”, me dice.
Le pregunto cómo se siente. “Bien, aunque me hacen falta mi tierra, mi selva”, me contesta apenas abriendo la boca, y vuelve a saborear el jugo. En verdad que este hombre es un típico campesino: es reservado y parco al hablar ante los extraños.
Miguel Angel Pascuas nació el 20 de noviembre de 1940 en la ciudad de Neiva, al sur del país. Desde las primeras luces de los años sesenta ingresó a la lucha guerrillera. Estuvo entre los 52 hombres y tres mujeres que enfrentaron la arremetida de 16 mil soldados, asesorados por especialistas estadounidenses, en la región de Marquetalia, al suroccidente del país. El 27 de mayo de 1964, en medio de la embestida militar, hizo parte de los fundadores de las FARC, aunque solo dos años después tomaría ese nombre. “Se dice que soy el último miembro de los fundadores que sigue en actividad, pero también está Jaime Bustos. Existen otros marquetalianos, pero se han retirado por vejez o enfermedad.”
Desde hace unos 25 años dirige el Sexto Frente de las FARC, uno de los más beligerantes y estratégicos. Tiene en jaque a las poderosas Fuerzas Armadas oficiales, porque ha logrado llevar la confrontación hasta muy cerca de Cali, la tercera ciudad del país.
Tratando de romper su aparente indiferencia, digo que es la primera vez en mi vida que estoy rodeado de tantos dólares. Los presentes me miran intrigados. “Por la cabeza de Téllez el gobierno colombiano ofrece varios millones. Y por Pascuas el Departamento de Estado de Estados Unidos da 2,5 millones, y el gobierno colombiano un millón”. Noto que Pascuas prefiere mirar el jugo y revolverlo.
Le propongo la entrevista. Con una increíble economía de palabras me dice que él no tiene mucho para contar. Le insisto. Acepta, pero con una sola condición: tiene que ser en un lugar abierto. No quiere encerrarse en un salón. “Aún no logro acostumbrarme a dormir en una habitación, ni en esa cama. Tengo oídos muy sensibles, habituados a los ruidos de la montaña. A la madrugada no escucho el ruido de los animalitos de la selva, solo carros que pasan, y eso me perturba. Cuando estoy en el páramo me acuesto sobre las hojas del frailejón y otras hierbas. Y si es en zona calurosa utilizo una hamaca y un toldillo. Todo a campo abierto. Usted no se puede imaginar la tranquilidad que se siente en la selva, en el campo”. Le digo que no lo puedo imaginar, y que a mí los mosquitos me producen pánico, aunque me crié en un barrio muy pobre plagado de ellos. Con esto le saco una sonrisa, aunque creo que se burla de mí. Sin embargo el resultado es que acepta charlar conmigo unos días después.
«Voy a luchar y luchar por la toma del poder hasta donde la salud y la vida me lo permitan. Quisiéramos que fuera por la vía política, y por eso hemos insistido en los diálogos con el gobierno. Ojalá pudiéramos conformar un partido político sin que nos maten, como hicieron con la Unión Patriótica. Recuerde que nos asesinaron como a cinco mil compañeros y compañeras. Entonces nos tocó que reforzar lo militar. Para las actuales negociaciones no podemos hacer los errores que cometimos durante las realizadas en el Caguan [entre 1998 y 2002, NdA]. Antes de ellas estábamos con un gran empuje militar, logrando propinarle grandes derrotas al enemigo. Con lo del Caguan como que nos confiamos, y cuando se rompen el enemigo embiste con mucha fuerza, se había preparado para la guerra. Es cuando llega el llamado Plan Colombia, dirigido y armado por los gringos bajo el pretexto de la guerra al narcotráfico, pero era para acabar con nosotros. Pero uno va acomodándose a las nuevas tácticas y estrategias del enemigo. Después de cada combate o bombardeo nosotros analizamos para decidir cómo responder y avanzar.
“¿Qué siento al ser uno de los hombres más perseguidos? Me siento muy bien. No tengo miedo, porque ya estoy acostumbrado. A veces la salud molesta por culpa de los años, pero para dirigir no tengo problema. Nunca me han herido, por lo cual me considero con mucha suerte pues he participado en muchos combates y toma de poblaciones. He visto morir compañeros y compañeras. Los he tenido que cargar y enterrar para que el enemigo no se apodere de sus cadáveres y haga fiesta y publicidad con ellos. A veces me ha tocado dormir a su lado hasta que el enemigo se aleje. En varias ocasiones me ha tocado estar escondido varios días, teniendo al ejército muy cerca, buscando cómo salir del cerco con mi tropa.
“Cuando escucho que nos tratan de terrorista no me produce nada, porque uno sabe que estamos luchando por una causa justa. Es cierto que la población civil está sufriendo el desarrollo de esta guerra, aunque nosotros tratamos de protegerla. El ejército dice que nosotros nos amparamos entre la población civil, pero ojalá dijeran la verdad: cuando los tenemos acosados se esconden en las escuelas, viviendas y hospitales. Son unos cobardes. No somos nosotros lo que construimos los puestos de policía y militares al interior de las poblaciones.
“Desgraciadamente cada día la guerra se acerca más a las zonas pobladas, a las ciudades intermedias. Y el ejército reprime y mata a los pobladores porque dice que ellos son nuestros colaboradores. La gente ve bien nuestra llegada, pero sí le da temor de la represión del ejército. La verdad es que si hemos logrado llegar tan cerca de las grandes ciudades, como Cali, es porque no somos terroristas; es porque tenemos una parte importante de la población de nuestro lado, sin ser combatientes. Es imposible avanzar en la guerra revolucionaria sin el trabajo político con la población, sin el dominio del terreno.
“Una semana antes de salir para La Habana, el ejército me tendió un cerco para tratar de capturarme o matarme. Fue en la zona donde yo debía encontrar a los representantes de Cuba y de la Cruz Roja Internacional que me trasladarían. Cuando el helicóptero fue llegando con ellos tuvimos todas las precauciones, pues el ejército podía volver a plagiar los signos de la Cruz Roja, como ya lo hizo para rescatar a Ingrid Betancourt, aunque eso está considerado como un crimen de guerra. Es que ese Estado no puede actuar limpiamente, así otros países sean garantes.
“Imagínese que para salir del país hacia Cuba, y después para ir a Oslo a inaugurar las conversaciones el gobierno le pidió a la Interpol de retirar las ordenes de captura internacional que tenemos varios de nosotros. Al volver de Oslo el gobierno volvió a pedir nuestra captura: tan solo en Cuba y Noruega no son efectivas. ¿Eso es lógico? ¿Eso es honesto ante los países garantes de este proceso? Conozco bien al enemigo y a su amo, los Estados Unidos. Ellos solo quieren nuestra rendición de rodillas, pero no la van a lograr. Estamos aquí para negociar otra Colombia para las mayorías, no para rendirnos ni vendernos. Téngalo por seguro que no lo lograrán. Ojalá que ahora el gobierno sea sincero con sus intenciones y podamos lograr acuerdos que nos pongan en el camino de un diálogo por la paz con justicia social.”
Sandra, compañera de Marulanda, líder
Foto: H.CALVO. Sandra Ramírez, en las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno de Colombia.
HERNANDO CALVO OSPINA / LA JORNADA – La noto nerviosa. Es la primera vez que concede una entrevista. La encuentro en La Habana. Es una de las 13 mujeres que conforman el grupo de 30 personas que por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC) negocian con el gobierno colombiano un posible –y anhelado– proceso de paz. Con su gran sencillez, aunque de una elegancia natural, hace parte de ese 40 por ciento de mujeres combatientes. Acompaña sus palabras con el movimiento de las manos y el brillo de sus negros ojos. Se llama Sandra Ramírez, es la viuda del líder histórico de la organización guerrillera, Manuel Marulanda Vélez.
Ante mis dos primeras preguntas, responde como si fuera un discurso. Detengo la grabadora para recordarle que no le hago una entrevista: quiero charlar con ella. Entonces sonríe y pone los ojos en algún lejano lugar, empieza con sus recuerdos y presentes.
“Hacia 1981, por la región campesina donde vivía con mi familia, empezaron a pasar guerrilleros. Mi padre les servía de guía para que conocieran la región. A mí me llamó mucho la atención que fuera una mujer el mando. Debido a las condiciones económicas no pude continuar mis estudios secundarios, y como esa mujer se me había convertido en un referente, decidí ingresar a las FARC.
“Encontré que no había diferencia entre hombres y mujeres para ir al combate. También me llamó la atención que se estuviera en lucha contra el machismo y por la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres. Lo que no era fácil, teniendo en cuenta que la mayoría de combatientes son del campo, donde el machismo es más acentuado, además de proceder de una sociedad capitalista altamente machista. En las FARC hemos creado mecanismos para ir cortando con ello, y es una de nuestras diarias luchas al lado de los compañeros. Porque nuestra lucha es por la igualdad de los géneros y su bienestar.
Es ese respeto por la mujer y la posibilidad de que avancemos como personas, combatientes y profesionales lo que ha hecho que tantas mujeres ingresen a sus filas. Aquí ofrecemos lo que las condiciones sociales y económicas del país no brindan a la inmensa mayoría, mucho menos a las mujeres.
Una mujer en las FARC cumple misiones y ejerce el mando, porque desde que ingresa se le educa para que tome conciencia de su condición de persona y combatiente. Aquí una mujer puede prepararse en computación, medios de comunicación, para ser médica, enfermera o en cualquiera de las especialidades que tenemos. Aquí la mujer opina y propone, pues las decisiones en las FARC se colectivizan.
Claro, no nos gusta perder la feminidad. Por eso la organización nos facilita mensualmente, cuando las condiciones de la guerra y las economías lo permiten, crema para el cuerpo, esmalte para uñas, para maquillarnos, además de toallas higiénicas y los anticonceptivos. No es raro ir a la línea de combate perfumadas y con el cabello bien peinado.
Las relaciones de parejas son tan normales como en Bogotá o Madrid. La propaganda mediática del enemigo dice que las guerrilleras somos obligadas sexualmente a estar con los compañeros. Eso es mentira. Nosotras decidimos libremente estar con un compañero si nos gusta. Aquí uno se enamora, se desamora y tiene decepciones, como en todas partes del mundo.
Para nosotras el control natal es obligatorio. No se puede ser guerrillera y madre. Cuando ingresamos aceptamos esta condición. No se olvide que nosotras somos parte de un ejército. Cuando se dan los embarazos, la guerrillera puede escoger entre abortar o salir a tener su hijo.El enemigo nos menosprecia por mujeres, pero también nos teme. Por lo general, cuando capturan a compañeras las violan, la torturan y han llegado hasta cortarle los senos, a mutilarlas. Hemos tenido casos atroces. Nos tratan como a botines de guerra. Nos temen porque los enfrentamos de igual a igual, demostrando que podemos ser muy aguerridas en el combate. Por eso descargan sobre nosotras su miedo, rabia e impotencia al capturar una camarada.
Y llegó el momento de hacerle la última pregunta. Cuando la escuchó la voz le cambió, se le anudó la garganta y miró al piso mientras juntaba las manos. Tomó aire y contestó, sin que le faltaran pícaras sonrisas en varios momentos de su relato.
“En 1983 yo tenía 20 años cuando en el campamento vi a un señor con sombrero, revolver al cinto, una carabina y sin uniforme. Entonces pregunté quién era. Quedé impactada. El camarada Marulanda era la persona más sencilla que usted se puede imaginar. El no dejaba sentir que era el jefe, éramos nosotros quienes veíamos en él la autoridad.
Yo no hacía parte de su grupo de seguridad, aunque estaba en el campamento del Secretariado, máxima instancia de dirección de las FARC. Para mayo de 1984, me tocó ser parte del grupo de apoyo que recibía a las comisiones, políticos, periodistas y demás personas que venían al campamento de La Uribe para discutir sobre los acuerdos de paz que se estaban llevando con el gobierno. Un día el camarada tuvo un accidente y se fisuró una costilla. Como enfermera me tocaba aplicarle las medicinas y hacerle la terapia. Y haciéndole el tratamiento empezó nuestra relación afectiva.
Con él viví una relación absolutamente normal. Yo no tenía privilegios por ser su compañera, pero él sí era muy especial conmigo. Claro que teníamos discusiones y dificultades como toda pareja, pero fueron muchas más las alegrías. Yo contribuía en sus responsabilidades. Por ejemplo, me encargaba de las comunicaciones, haciendo de secretaria en ocasiones, o preparándole comidas como a él le gustaban.
A veces teníamos situaciones muy difíciles de seguridad propias de la guerra, y porque él era el hombre más buscado del país. Muchas veces tuvimos al ejército bien cerquita, pero él con su calma y experiencia siempre supo resguardar a su tropa. Era muy precavido y todo lo planificaba. Nos reíamos cuando escuchábamos que lo habían matado y nosotros tomando café. Porque lo mataron
muchas veces.
¿Mis últimas horas con él? Aún tengo dificultad para hablar de esta parte de nuestra vida en pareja. Pero bueno… Por los síntomas creíamos que tenía un problema de gastritis. Y ese día (26 de marzo de 2008, NdA) había estado escribiendo un documento, mientras escuchaba cumbias colombianas. Luego lo acompañé para que se duchara, tomó chocolate y creímos que estaba superado el problema. A las cinco de la tarde cenó el poquito que acostumbraba. Una hora después recibió los partes de la guardia y dio orientaciones. Luego me pidió que lo acompañara al sanitario. Yo le tuve el machete y el cinto con la pistola, pertenencias que nunca abandonaba. Entonces me dijo que se sentía mareado. Y vi que se iba a caer. Entonces lo contuve, empezando a llamar a los que estaban de guardia. El camarada se desplomó. Es terrible ver así a quien ha sido tan fuerte. Lo llevamos a la cama y le dimos masajes cardiacos y respiración, pero no volvió. Todo fue tan inesperado. No sufrió: hasta en eso perdió el enemigo. Ni en eso le dio gusto.
Yo me sentí triste, sola y desamparada, aunque toda la organización estaba conmigo”.
(*) Hernando Calvo Ospina es periodista colombiano residente en Francia. Colaborador de Le Monde Diplomatique