La AMIA habla de cesión de soberanía
y pide la intervención de Estados Unidos
De acuerdo con la información del diario Clarín del 10 de febrero, el titular de la mutual judía, Guillermo Borger, formuló el planteo a Vilma Martínez durante la recepción realizada a las representantes de United Jewis Appeal, una federación judía de “filántropos”, con sede en Nueva York.
Una organización argentina apela a la intervención de una potencia extranjera para dirimir sus diferencias con el gobierno de su país.
La novedad sería sorprendente si no se tratara de la AMIA. En verdad, la mutual judía no ha hecho otra cosa que recurrir al apoyo de quién ha tenido una intervención gravitante en la investigación de la causa que llevan adelante el fiscal Nisman y el juez Canicoba Corral. El 30 de agosto de 2011 Clarín publicó bajo el título AMIA: sorprendente pedido de disculpas de un fiscal a EE.UU., la noticia de que en 2008 el fiscal Nisman había estado “especialmente interesado en disculparse” ante las autoridades de Washington por no haber seguido estrictamente el curso de investigación recomendado.[1] Así lo hizo saber el entonces embajador estadounidense Anthony Wayne a sus superiores. De acuerdo con una revelación difundida por Wikileaks, Wayne señaló que el Departamento de Legales de la embajada le había recomendado a Nisman que se focalizase en los autores del ataque y no en los desmanejos de la primera investigación. No es un misterio para nadie saber quiénes, para el imperialismo norteamericano y sus socios sionistas, son los autores del atentado.
Desde el primer momento la AMIA y la DAIA han opuesto objeciones y luego un rechazo frontal, a la formación de una comisión de la verdad, integrada por juristas internacionales. De ninguna manera están dispuestos a que la “verdad” de la justicia argentina, basada en pruebas secretas de la CIA, el Mossad y la SIDE, y en “testimonios” de enemigos del régimen de Teherán que no tuvieron participación alguna en la historia que relatan, pueda ser contrastada por una investigación independiente. Naturalmente, para las organizaciones que expresan el punto de vista del sionismo, el acuerdo con Irán es una cesión de soberanía. Esto mismo exclamó la derecha macrista y los extrapartidarios alquilados que tiene a su servicio, las fracciones más antinacionales del radicalismo, el “peronismo” disidente y el viejo socialismo juanbejustista. Ni que decir los columnistas de Clarín y La Nación. Por supuesto, ninguna de estas organizaciones y personajes ha emitido pronunciamiento alguno ante el hecho de que los pleitos entre el gobierno argentino y las corporaciones extrajeras se diriman en el CIADI, el tribunal montado por el Banco Mundial para imponer los intereses del capital monopólico, ni que los juicios que entabla el parasitismo financiero contra el país, sean resueltos en los juzgados de Nueva York por jueces afines a los intereses de los demandantes.
En el caso de la AMIA y de la DAIA el alineamiento con la política del Estado de Israel es completo. No importa que se trate de intereses extranjeros, intereses de un Estado opresor que practica una política de terror y de apartheid en los territorios ocupados, y sigue una línea de intervención abiertamente militarista frente a los países árabes que se mantienen independientes respecto del dictado de las potencias imperialistas. Este alineamiento es explícito. Por ejemplo, en octubre de 2010, el entonces presidente de la DAIA, Aldo Donzis, declaró que “es difícil luchar contra el antisemitismo en América Latina sin estar vinculado a Israel”. Para no dejar dudas sobre la estrecha relación que, a su juicio, debe existir entre la comunidad judía argentina y el Estado sionista, señaló lo siguiente: “Entendemos hoy que la lucha contra el antisemitismo no es castigar el antisemitismo sino es luchar por la positiva: mostrarle a la sociedad y al mundo entero los beneficios que puede dar a Israel a todo el mundo”. Seguramente los palestinos, los libaneses y los sirios pueden dar cuenta apropiada de la naturaleza de esos “beneficios”. Donzis remató diciendo: “celebramos que podamos tener esta relación tan estrecha entre Israel y las comunidades judías de la diáspora”.
La operación que se encierra en esas líneas es una práctica habitual del sionismo. En efecto. Lo que hace el ex titular de la DAIA es unificar la lucha, absolutamente legítima contra el antisemitismo, y la defensa apologética del Estado del Israel; al hacerlo funde en una misma identidad la condición judía y el sionismo. Luego de esto, sostener que los argentinos judíos deben lealtad al Estado de Israel es una derivación casi obligada. El asunto se ve con igual claridad a la luz de la idea que tiene el sionismo en su centro de gravitación. El pasado 9 de febrero los cables de las agencias dieron cuenta que en una de sus notas, el diario israelí Haaretz recriminó al Timerman el hecho de que el ministro argentino le dijera a la embajadora de Israel en Buenos Aires que no podía hablar en nombre el pueblo judío sobre el caso AMIA. “¿No recuerda cómo su padre Jacobo Timerman hace 34 años fue liberado de prisión gracias a la intervención israelí y encontró refugio en Tel Aviv por cinco años hasta que la junta militar se diluyó?”, escribió el indignado periodista. A su entender la conducta de Timerman hijo constituyó una deslealtad, porque así como Israel interviene en favor los argentinos judíos, éstos deben comportarse en consecuencia respecto del Estado sionista. En otras palabras, el Estado de Israel es el representante del pueblo judío, y esta condición se impone a cualquier vínculo de nacionalidad.
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