El odio antisemita rebrota en Ucrania
por Pedro González
La política va por un lado, pero la realidad amenaza ir por otro. Mientras en la Rada Suprema de Ucrania, el Parlamento, se suceden las votaciones y la adopción de medidas tendentes a la eliminación completa de los antiguos partidarios y colaboradores en el poder del huido y depuesto presidente Viktor Yanukóvich, la calle parece tomar su propio camino. Disueltas las Berkut, las fuerzas antidisturbios, milicias populares y grupos paramilitares, fuertemente armados, imponen su ley a lo largo y ancho del país.
Si en los escaños parlamentarios el lenguaje intenta conciliar firmeza política con llamamientos a la calma, en la calle aumentan las expresiones verbales violentas, acompañadas de un número creciente de ataques a símbolos y personas. El triunfo de los manifestantes de la plaza de la Independencia se ha traducido en un ultranacionalismo ucraniano, que llama a ?sacudirse la influencia rusa?, y directamente a deshacerse de los judíos y de ?los perros rojos?, expresión ésta que figura en la canción que entonan a título de himno varios de estos grupos paramilitares.
Si en Kiev el antisemitismo parece un poco más controlado, no ocurre lo mismo en otros lugares del país. En el oeste, en la ciudad de Lviv, fue destruido parcialmente el monumento que conmemora el Holocausto, mientras que en Giymat Rosa, a 250 kilómetros al sudeste de Kiev, la sinagoga fue atacada con bombas incendiarias. La violencia verbal que acompaña y sigue a estas acciones ha llevado al rabino principal, Moshe Reuven Azman, a pedir a los judíos que abandonen Kiev, e incluso el país, para evitar ser las víctimas propiciatorias del caos. Las escuelas de la comunidad judía han sido cerradas.
El ?filofascismo se ha adueñado de las calles?
En declaraciones al diario hebreo Maariv, Edward Dolinski, jefe de la organización que representa a los Judíos de Ucrania, calificó de ?muy grave? la situación en Kiev, y apela incluso al ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, para que arbitre medios que garanticen la seguridad de los judíos ucranianos. El fantasma de la persecución y de los pogromos vuelve a hacer su aparición en un país centroeuropeo, en el que antes de la Segunda Guerra Mundial la comunidad judía representaba un tercio de su población urbana. Hoy son solo 360.000 los judíos que viven en Ucrania, 100.000 de ellos en Kiev, y el resto mayoritariamente en las ciudades de Dnipropetrovs, Járkov y Odessa.
Otras minorías del país, como la húngara, rumana, búlgara o tártara, sufren en menor medida las iras del resurgido nacionalismo ucraniano. No obstante, es la minoría rusa (casi el 50% del país) la que es objeto de las mayores invectivas. Los ultranacionalistas la culpan de considerar a Ucrania como una ?colonia?, y al depuesto Yanukóvich de haberse comportado como una ?marioneta de Moscú?.
Si el Partido de las Regiones, en el que se apoyaba Yanukóvich, era considerado como izquierdista moderado, el Partido Comunista se considera el verdadero representante de la izquierda en Ucrania. Su líder, Petro Simonenko, considera que el ?filofascismo se ha adueñado de las calles?. Advierte también de que estas milicias armadas se han esparcido por toda Ucrania e impondrán sus condiciones tanto al gobierno provisional, -que aún sigue sin formarse- como al que pueda salir tras las anunciadas elecciones del próximo 25 de mayo.
Simonenko reprocha a la Unión Europea su pasividad contemplando la reaparición del fascismo en Ucrania, donde el antisemitismo y los ataques y amenazas a las comunidades judía y rusa son la punta del iceberg; especialmente la falta de manifestaciones de apoyo y solidaridad de los partidos izquierdistas europeos. Y a los partidos políticos del país, haber desechado su antigua propuesta de someter a un referendum nacional el acuerdo comercial con la UE, origen de la escalada de la tensión y de la pugna entre Rusia y el tandem UE-Estados Unidos.
Los principales líderes políticos, todos ellos opositores a Yanukóvich, y de ideología liberal-conservadora, tendrán que implicarse seriamente para atajar esta espiral, so pena en caso contrario de ser desbordados por la ultraderecha que en Ucrania deja en pañales a sus homólogos en diversos países de la Unión Europea. Los Vitali Klitschko (UDAR), Oleg Tiagnybok (Svoboda) y Arseni Yatseniuk (Batkivschina), además de la idolatrada Yulia Timoshenko, deberán hacer algo más que jalear el heroismo y la resistencia de los congregados durante tres meses en la Maidán.
[Pedro González. Periodista, experto en Política Internacional. Fue director de Redacción de Euronews y fundador del Canal 24 Horas de TVE]
por Pedro González
La política va por un lado, pero la realidad amenaza ir por otro. Mientras en la Rada Suprema de Ucrania, el Parlamento, se suceden las votaciones y la adopción de medidas tendentes a la eliminación completa de los antiguos partidarios y colaboradores en el poder del huido y depuesto presidente Viktor Yanukóvich, la calle parece tomar su propio camino. Disueltas las Berkut, las fuerzas antidisturbios, milicias populares y grupos paramilitares, fuertemente armados, imponen su ley a lo largo y ancho del país.
Si en los escaños parlamentarios el lenguaje intenta conciliar firmeza política con llamamientos a la calma, en la calle aumentan las expresiones verbales violentas, acompañadas de un número creciente de ataques a símbolos y personas. El triunfo de los manifestantes de la plaza de la Independencia se ha traducido en un ultranacionalismo ucraniano, que llama a ?sacudirse la influencia rusa?, y directamente a deshacerse de los judíos y de ?los perros rojos?, expresión ésta que figura en la canción que entonan a título de himno varios de estos grupos paramilitares.
Si en Kiev el antisemitismo parece un poco más controlado, no ocurre lo mismo en otros lugares del país. En el oeste, en la ciudad de Lviv, fue destruido parcialmente el monumento que conmemora el Holocausto, mientras que en Giymat Rosa, a 250 kilómetros al sudeste de Kiev, la sinagoga fue atacada con bombas incendiarias. La violencia verbal que acompaña y sigue a estas acciones ha llevado al rabino principal, Moshe Reuven Azman, a pedir a los judíos que abandonen Kiev, e incluso el país, para evitar ser las víctimas propiciatorias del caos. Las escuelas de la comunidad judía han sido cerradas.
El ?filofascismo se ha adueñado de las calles?
En declaraciones al diario hebreo Maariv, Edward Dolinski, jefe de la organización que representa a los Judíos de Ucrania, calificó de ?muy grave? la situación en Kiev, y apela incluso al ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, para que arbitre medios que garanticen la seguridad de los judíos ucranianos. El fantasma de la persecución y de los pogromos vuelve a hacer su aparición en un país centroeuropeo, en el que antes de la Segunda Guerra Mundial la comunidad judía representaba un tercio de su población urbana. Hoy son solo 360.000 los judíos que viven en Ucrania, 100.000 de ellos en Kiev, y el resto mayoritariamente en las ciudades de Dnipropetrovs, Járkov y Odessa.
Otras minorías del país, como la húngara, rumana, búlgara o tártara, sufren en menor medida las iras del resurgido nacionalismo ucraniano. No obstante, es la minoría rusa (casi el 50% del país) la que es objeto de las mayores invectivas. Los ultranacionalistas la culpan de considerar a Ucrania como una ?colonia?, y al depuesto Yanukóvich de haberse comportado como una ?marioneta de Moscú?.
Si el Partido de las Regiones, en el que se apoyaba Yanukóvich, era considerado como izquierdista moderado, el Partido Comunista se considera el verdadero representante de la izquierda en Ucrania. Su líder, Petro Simonenko, considera que el ?filofascismo se ha adueñado de las calles?. Advierte también de que estas milicias armadas se han esparcido por toda Ucrania e impondrán sus condiciones tanto al gobierno provisional, -que aún sigue sin formarse- como al que pueda salir tras las anunciadas elecciones del próximo 25 de mayo.
Simonenko reprocha a la Unión Europea su pasividad contemplando la reaparición del fascismo en Ucrania, donde el antisemitismo y los ataques y amenazas a las comunidades judía y rusa son la punta del iceberg; especialmente la falta de manifestaciones de apoyo y solidaridad de los partidos izquierdistas europeos. Y a los partidos políticos del país, haber desechado su antigua propuesta de someter a un referendum nacional el acuerdo comercial con la UE, origen de la escalada de la tensión y de la pugna entre Rusia y el tandem UE-Estados Unidos.
Los principales líderes políticos, todos ellos opositores a Yanukóvich, y de ideología liberal-conservadora, tendrán que implicarse seriamente para atajar esta espiral, so pena en caso contrario de ser desbordados por la ultraderecha que en Ucrania deja en pañales a sus homólogos en diversos países de la Unión Europea. Los Vitali Klitschko (UDAR), Oleg Tiagnybok (Svoboda) y Arseni Yatseniuk (Batkivschina), además de la idolatrada Yulia Timoshenko, deberán hacer algo más que jalear el heroismo y la resistencia de los congregados durante tres meses en la Maidán.
[Pedro González. Periodista, experto en Política Internacional. Fue director de Redacción de Euronews y fundador del Canal 24 Horas de TVE]
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