Estimados Sres/as:
Como es bien sabido por Uds., en pleno verano de 2011 -más específicamente el 20 de julio- ha ocurrido en Haití un hecho de trascendental importancia que afectó la dignidad no sólo de un joven haitiano sino también la de todo el pueblo. Dicho hecho hizo que las reflexiones acerca de la conveniencia o no de la participación de tropas uruguayas en la MISIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ESTABILIZACIÓN DE HAITÍ (MINUSTAH), se plantearon con urgencia en el seno de varios sectores de la sociedad uruguaya. Además, sin duda alguna, lo ocurrido contribuyó enormemente en el aumento en Haití de masivas protestas exigiendo el retiro inmediato de la MINUSTAH. Y en su propio país, lo mismo ocurrió, pues, afortunadamente, hace ya bastante tiempo que existe una amplia variedad de organizaciones con un gran respaldo popular que se han expresado de distintas maneras en contra de la ocupación de Haití. Y, por favor, me parece realmente un despropósito e indigno cuando un presidente de la República habla de ?zoológico?, ?bichos de todos los pelos?, etc., para referirse a los Cros./as del Uruguay y de Haití que piden el retiro de la MINUSTAH. Es ofender gratuitamente, sin aportar argumentos políticos serios en defensa de una decisión política totalmente errónea. Una decisión política que duele enormemente, ya que la MINUSTAH reprime sólo a pobres, a trabajadores explotados, a hambrientos, que protestan reclamando justicia, respeto y libertad.
Y, de paso, aprovecho para decirle, también, al Sr. Ministro Eleuterio Fernández Huidobro, que no comparto su declaración cuando dijo: ?son irresponsables los que piden el retiro de las tropas de Haití, pues el duvalierismo anda rondando todavía por ahí?. Atento a la realidad política haitiana, estas palabras son indescifrables, incomprensibles e incoherentes. Pues, como todos lo sabemos, la MINUSTAH fue impuesta en Haití en junio de 2004 en virtud de una Resolución del Consejo de seguridad de la ONU (la 1542). Y, desde aquella fecha hasta el 16 de enero de 2011 (fecha del retorno del dictador Jean-Claude Duvalier), la suma aritmética da 6 (seis) años y 7 (siete) meses. En este caso, el Ministro tendría que preguntarle a la MINUSTAH: ¿qué se hizo durante todo ese tiempo para evitar a Haití tal tragedia? Y, si existiesen seriedad y honestidad, el Ministro tendría que reconocer que la MINUSTAH jamás desarmó a los tontons macoutes (la milicia creada por el régimen dictatorial de la familia Duvalier), a los paramilitares del FRAPH (Frente para el Avance y el Progreso de Haití) que provocaron más de 5.000 muertos durante los 3 (tres) años que duró el primer golpe de Estado en contra del presidente Aristide (1991-1994), a los golpistas, a los grandes narcotraficantes, sólo la MINUSTAH ha reprimido, ha perseguido, ha asesinado a dirigentes populares, militantes sociales, gente del pueblo luchando por sus derechos.
Quizás, habría que enmarcar las palabras del Ministro Fernández Huidobro no en la realidad haitiana, sino analizarlas en relación a la posición política del presidente Mújica cuando declara: ?siempre es conveniente estar en buenas relaciones con los países ricos y poderosos?. Así, convengamos, Sr. Ministro, el paso que separa su Administración para llegar a las ?Relaciones Carnales? con los EE.UU. es muy, pero muy corto.
Una vez más, tengo que reconocer la gran decepción de muchísima gente en mi país que había expresado su sincera y profunda alegría cuando se supo que en el Uruguay había ganado las elecciones presidenciales un ex guerrillero izquierdista, un sobreviviente de la crueldad de la represión dictatorial. En efecto, esta gente pensaba que tenía a un amigo, a alguien que, por fin, iba a actuar a favor del pueblo haitiano, respetando su soberanía y su derecho a la autodeterminación. Sin embargo, el tiempo se encargó de desmostar a todos que se trató de una ilusión, de una equivocación.
Por otra parte, la crisis desatada en setiembre de 2011 por el video mostrando a soldados uruguayos abusando a un joven haitiano en Port-Salut, alcanzó un nivel inusitado. Lo que determinó, creo, al presidente José Mújica a enviar una Carta presentando sus disculpas no sólo al presidente haitiano Michel Joseph Martelly, como así también a la familia del joven Jhonny Jean y al pueblo haitiano. Gesto que fue bien recibido, a pesar de todo, por una amplia mayoría en Haití, sobre todo cuando en dicha Misiva el presidente Mújica había prometido una investigación profunda y castigo ejemplar para los culpables. En efecto, los efectivos involucrados fueron repatriados y encarcelados.
Sin embargo, en enero del presente año, la prensa uruguaya informó que los abusadores han sido liberados. El argumento para sostener semejante infamia deriva, a mi juicio, de un razonamiento netamente empírico-formalista, ya que sostiene que, al no poder conseguir la declaración del joven, no se puede proseguir con el proceso judicial. Así, entonces, como por arte de magia, la línea de castigo ejemplar planteada por la máxima autoridad del poder Ejecutivo uruguayo, se esfumó. Una vez más, desgraciadamente, la historia se repite y nos demuestra que se sigue humillando y engañando al pueblo haitiano.
Pero como toda realidad debe ser analizada de manera concreta y desde un marco metodológico rigurosamente objetivo, respetando un orden histórico para demarcar posiciones políticas también concretas, esta actitud asumida por su gobierno no ha de sorprender. Pues, hasta ahora, en su propio país no se ha tomado la decisión política de enjuiciar a los responsables de los crímenes y abusos cometidos por la última dictadura que azotó a Uruguay. ¿Por qué, entonces, habría un comportamiento diferente en el caso ocurrido en Haití? La respuesta, a mi entender, es sencilla. Es la misma que permite comprender la decisión de participar en la MINUSTAH, y que nos obliga a no esquivar el debate político expresando de manera clara nuestras respectivas diferencias.
A esta altura, es conveniente reconocer que no se trata de una cuestión personal, aunque evidentemente toda posición esté representada por individuos concretos. Pero sería un tremendo error, reducir dicho debate a asuntos personales. En el caso que nos concierne, lo ocurrido ha de enmarcarse en el régimen de ocupación de un país (Haití) desde 2004 por la MINUSTAH. Un país, cuyo pueblo siempre luchó desde la época colonial-esclavista para alcanzar una existencia con dignidad. La propia lucha victoriosa antiesclavista y anticolonial emprendida desde 1791 hasta 1804 por los descendientes de africanos, como Uds. lo deben saber, sigue siendo un hito no sólo para los mal llamados ?negros? en la jerga colonialista sino para toda la humanidad. Y es, justamente, este pueblo que la MINUSTAH -con la participación de militares uruguayos dirigidos por un gobierno formado por ex guerrilleros que en una época no muy lejana se autoproclamaban de izquierda- ha decidido violar su soberanía y su derecho a la autodeterminación. En este contexto, queda claro que se trata de una puñalada en la espalda.
Me pregunto, entonces -como lo hacen todas las organizaciones populares haitianas- ¿un gobierno que colabora en la ocupación de un país decidida por el imperialismo norteamericano utilizando al Consejo de seguridad de la ONU, puede ser considerado de izquierda?
Para mí, la respuesta es un NO rotundo. En cuanto a la suya, está por supuesto en su conciencia, donde, ojalá, las ideas puedan seguir quemándose como fuego, y no transformándose en un iceberg. Por favor, mis palabras representan un simple deseo que formulo con todo respeto hacia Uds., pues, en definitiva, todo depende de Uds. como así también de las luchas del heroico pueblo uruguayo, de sus organizaciones, pero sin injerencia externa de cualquier índole.
Es por todas esas razones, Sres. y Sras. Miembros del Gobierno uruguayo, que vengo solicitar el retiro de sus tropas de mi país, de esta MINUSTAH que ha hecho tantos daños que no he tomado la paciencia de enumerarlos porque sé que Uds. los conocen tanto como yo. De esta MINUSTAH presa de una mentalidad tan servil donde la forma oculta el fondo. Por último, para lograr tal objetivo, es necesario recalcar a Uds. que el pueblo haitiano no necesita de la lástima de nadie, sino simplemente respeto a su dignidad.
A la espera de una respuesta suya, saludo a Uds. de manera distinguida y respetuosa.
Henry Boisrolin
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