Peter Saunders
Un consenso entre miembros del Parlamento federal belga se ha supuestamente formado para apoyar la legislación que permita a niños elegir someterse a la eutanasia en ciertos casos extremos, de acuerdo con un informe en el periódico diario belga Der Morgen, según la traducción de la agencia de noticias Presseurop ubicada en París.
Si se legaliza la eutanasia infantil en Bélgica, el país se convertiría en el primero en el mundo desarrollado en tener una ley escrita que formalmente permita esta práctica.
El programa de eutanasia en la Alemania nazi, dirigido por Karl Brandt (foto), no comenzó en los campos para prisioneros como Auschwitz y Treblinka. Comenzó de una manera mucho más sutil con los médicos en los hospitales y sus primeras víctimas fueron niños.
Bélgica se convirtió en el segundo país en el mundo después de los Países Bajos en legalizar la eutanasia en 2002, pero la ley actualmente se aplica solamente a personas de 18 años de edad o más.
El proyecto de ley, presentado por el Partido socialista en diciembre del año pasado, establece pautas para que los médicos decidan caso por caso si un niño es lo suficientemente maduro o no para tomar la decisión de terminar su propia vida, así como también si la salud de un niño es lo suficientemente grave y sin esperanzas para justificar la eutanasia.
“La idea es actualizar la ley para tener más en cuenta las situaciones dramáticas y los casos sumamente desgarradores a los que debemos encontrarles una respuesta”, dijo el líder del Partido socialista Thierry Giet poco después que se presentó el proyecto de ley, según la Agence France-Presse.
“En ambos lados de la barrera lingüística, los liberales y los socialistas parecen estar de acuerdo en el hecho de que la edad no debería considerarse un criterio decisivo en el caso de una solicitud de eutanasia”, Der Morgen escribió la semana pasada.
La decisión de considerar el proyecto acontece después de meses de testimonio por parte de peritos médicos, doctores y miembros del clero, entre otros, y marca un punto de inflexión en el enfoque de la nación sobre los derechos de los jóvenes, algunos de los cuales podrán elegir morir si la ley se aprobara, incluso mientras la ley aún les prohíbe conducir, contraer matrimonio, votar o beber alcohol hasta que cumplan los 18 años de edad.
El proyecto de ley también posiblemente permitiría la eutanasia para pacientes que sufren Alzheimer y otras enfermedades que llevan a una demencia avanzada, quienes de otro modo pueden ser considerados incompetentes para tomar la decisión de morir. En el año 2011, se registraron en Bélgica 1133 casos de eutanasia, lo cual representa aproximadamente un uno por ciento de las muertes del país en ese año, según AFP.
Peter Deconinck, presidente de la organización de ética médica belga Reflectiegroep Biomedische Ethiek, ha salido en defensa de ampliar la práctica a los menores, al igual que la directora de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Fabiola en Bruselas, que declaró ante un comité del Senado belga: “Todos sabemos que la eutanasia ya se practica en niños”, dijo al comité. “Sí, eutanasia activa”.
Una mayoría de miembros del Parlamento belga supuestamente está lista para aprobar el proyecto de ley sobre eutanasia infantil.
En una acción separada la Real Asociación Médica de Holanda (KNMG), que representa a los médicos en los Países Bajos, ha dicho que la aflicción que sufren los padres puede justificar la eutanasia de un recién nacido moribundo.
Desde 2005, los Países Bajos no han procesado a los médicos que realizan eutanasia a algunos menores siempre y cuando los médicos actúen de acuerdo con un conjunto de pautas médicas denominadas el Protocolo de Groningen, redactado por el Dr. Eduard Verhagen en 2004.
Verhagen informó en el New England Journal of Medicine (NEJM) en el año 2005 sobre 22 bebés con espina bífida a quienes les dieron inyecciones letales conforme al protocolo durante un período de siete años. Sin embargo, en un nuevo documento normativo titulado, ‘Decisiones médicas sobre la vida de recién nacidos con anormalidades severas’, la KNMG ahora explica por qué es aceptable, y tal vez hasta necesario, realizar la eutanasia a niños.
Lo que es nuevo sobre esta declaración es que dice que el sufrimiento de los padres puede ser un motivo para matar al recién nacido. Entre otras condiciones, la normativa afirma que una inyección letal de relajante muscular es éticamente posible cuando “persiste el período de respirar en forma entrecortada y agonizar y se prolonga la muerte inevitable, a pesar de una buena preparación, y causa un severo sufrimiento a los padres”.
El Dr. Verhagen, que también es uno de los autores del reciente informe de la KNMG, explicó a Volkskrant, un periódico holandés líder, por qué es relevante la angustia de los padres. Argumenta que los médicos deberían evitar a los padres la “abominación” de ver a su hijo morir en la aflicción. Es parte del buen cuidado paliativo. Los criterios para la eutanasia de los recién nacidos son los siguientes (de la página 54 del informe): si el niño está sufriendo, si no puede expresar sus propios deseos, si la muerte es inevitable y si el proceso de muerte se prolonga, entonces se puede practicar la eutanasia al niño para evitar a los padres un mayor sufrimiento severo.
De los 175.000 bebés que nacen cada año en los Países Bajos, la KNMG sugiere que aproximadamente 650 podrían ser casos que merecerían la eutanasia. ‘Estos bebés, a pesar de un tratamiento muy intenso, seguramente morirán en el corto plazo. Tienen un mal pronóstico y una perspectiva de vida muy desalentadora. Tal vez no dependan de cuidados intensivos pero enfrenten una vida de sufrimiento grave y sin esperanzas. Los médicos y los padres se enfrentan a la pregunta sumamente profunda de si comenzar o continuar el tratamiento o incluso si una buena acción realmente puede ser un daño, en vista del sufrimiento y discapacidad que pueda resultar de la mala salud del niño’.
Estos últimos acontecimientos perturbadores en los dos países que fueron los primeros en legalizar la eutanasia en Europa demuestran gráficamente la extensión gradual que tiene lugar una vez que se abre la puerta y la conciencia pública comienza a cambiar.
La aceptación de dos conceptos clave es lo que hace inevitable esta extensión: en primer lugar se acepta que hay una cierta cosa como una vida que no vale la pena vivirla y segundo que el final activo de la vida de una persona se justifica para disminuir el sufrimiento de otras personas.
Fueron estos dos principios los que se utilizaron para justificar el homicidio de un infante con anormalidades en las extremidades y ceguera congénita (llamado Knauer) con consentimiento parental por parte del Dr. Karl Brandt en la vecina Alemania en 1939. Este ‘caso de prueba’ preparó el camino para registrar a todos los niños menores de tres años de edad con ‘enfermedades hereditarias graves’. Luego esta información fue utilizada por un panel de ‘expertos’, incluidos tres profesores médicos (que nunca vieron a los pacientes), para autorizar la muerte por inyección o inanición de unos 6000 niños para fines de la Segunda Guerra Mundial.
El programa de eutanasia en la Alemania nazi, dirigido más tarde por el mismo Karl Brandt, no comenzó en los campos para prisioneros como Auschwitz y Treblinka. Comenzó mucho más sutilmente con los médicos en los hospitales y sus primeras víctimas eran niños que fueron asesinados por motivos supuestamente compasivos.
Es una amarga ironía que la eutanasia infantil esté sucediendo nuevamente setenta años después por los mismos motivos en dos países que tienen una frontera común con Alemania.