COFCO con C de China
La llegada de Cofco a la Argentina sorprende sólo a aquellos que no vienen siguiendo el mercado mundial de cereales. Es que el consorcio estatal de compras de granos más grande de China anunció hace ya más de dos años la creación de un fondo financiero especial de 10 mil millones de dólares para iniciar un proceso de fusiones y adquisiciones en el extranjero. La diferencia con aquel dato es que ha comenzado a hacerlo efectivo.
El gigante asiático maneja desde los granos (soja, arroz, trigo, maíz), hasta los subproductos primarios (harinas proteicas, aceites, harinas, maltas) y alimentos esenciales como los tomates, uvas, té y el azúcar. COFCO tiene una capacidad estática de almacenaje de 3 millones de toneladas, más puertos distribuidos a lo largo de las costas chinas con capacidad para mover 100 Mt de productos por año.Trece plantas de molienda de soja con capacidad para 2 Mt por año, cuentan también con plantas de alimentos balanceados que producen 3 Mt por año, capacidad que la están llevando a 8 Mt. Su capacidad de faena de cerdos es de 1,5 millón por año y de 110 millones en pollos.
Y esta agresiva política de compras en el extranjero está en fina sintonía con las planificaciones del gobierno Chino. "Vamos a fomentar la agricultura a globalizarse y utilizar activamente los recursos extranjeros", dijo el ministro de Finanzas Lou Jiwei en la presentación del presupuesto anual del año pasado.
Y en esa construcción de una cadena de suministro global de alimentos es que está embarcada la estatal Cofco. En la política de apertura paulatina o la filosofía que resume en la famosa frase de Deng Xiaoping, sucesor de Mao Tse Tung al frente de China: “cruzar el río avanzando cuidadosamente sobre las piedras”, la primer piedra es la empresa estatal, incluso bajo la protesta de algunos gigantes privados que hoy (por lo menos en esta etapa) no tiene la posibilidad de extenderse al exterior.
Nidera ahora tiene C
La compra de Nidera le brinda a la estatal china el acceso a toda la cadena de producción de cereales, desde el campo al barco, pasando incluso por los fertilizantes. Nidera es una empresa de origen holandés creada en 1920 por un grupo de comerciantes de cereal que hacia 1929, parte del grupo, emigra a la Argentina, donde se crea Nidera Argentina S.A., y establece su propia exportadora de granos.
En su página web describen las actividades de la empresa en el país y esta cadena “integrada” que fue lo que los capitales chinos vinieron a buscar: “En la actualidad, las principales actividades de Nidera en Argentina están comprendidas por la recepción, almacenaje, acondicionamiento y comercialización de granos, oleaginosas, aceites, harinas y derivados. Asimismo realiza la producción y comercialización de aceites comestibles envasados para el país y el exterior y es líder en investigación, producción y provisión de híbridos y variedades para el mercado de semillas, junto con la distribución de una gran variedad de insumos agropecuarios.” Y culmina la descripción afirmando que: “Hoy Nidera es la empresa integrada más importante de la agroindustria”.
El nombre de la empresa es un acrónimo de las principales plazas del mercado granario por aquel entonces: Netherlands (Países Bajos), India (India), Deutschland (Alemania), England (Inglaterra) Rusia (Rusia) y Argentina. Ahora solo faltaría decidir dónde poner la C de China que no sólo es dueña del 51% de la firma sino que se ha transformado en uno de los principales mercados de destino.
Noble más china que antes
El Grupo Noble posee tres unidades de negocios: energía, metales y agroindustria, siendo esta última la más pequeña y la única que en el balance del último año reportó pérdidas. Esta es la unidad adquirida por la estatal Cofco. Esta unidad incluye ingenios en Brasil, elevadores de granos en Argentina, y plantas de procesamiento de semillas en China, Ucrania, Sudáfrica y América del Sur. La empresa cuenta con 13.000 trabajadores.
Noble Argentina es subsidiaria de Noble Grain, la división agricultura de Noble Group. Establecido desde 2001, cuenta con oficinas comerciales en Buenos Aires y Rosario, opera dos instalaciones portuarias, ubicadas en Lima, provincia de Buenos Aires, y Timbúes, provincia de Santa Fe, mas una planta de acopio en Piquete Cabado, Salta.
En el año 2005 decidió construir un puerto, considerando los planes de la compañía de incrementar la exportación de granos. El proyecto se inició con la compra de un lote de una superficie de 201 hectáreas y con 1.800 metros de costa sobre los ríos Coronda y Paraná en la localidad de Timbúes, una zona considerada no apropiada para el establecimiento de un puerto hasta ese momento.
El puerto comenzó a operar en junio de 2006. Noble Argentina prevé exportar un volumen de 2,5 millones de toneladas por año a través de este complejo portuario. Está concebido en una visión de largo plazo como plataforma de expansión de las futuras actividades del grupo en Argentina, entre las que se prevén un muelle para descarga de fertilizantes, operación de barcazas y una planta de extracción de aceite.
Pero la vista de Cofco no está sólo puesta en los granos. El azúcar es una segunda área de interés, dada la lista de productos generados por la empresa de marcas de alimentos procesados. En 2011 ya había comprado Tully Azúcar, un operador de la plantas de azúcar de exportación en Australia . En 2010 Noble Group firmó un acuerdo para adquirir dos ingenios de propiedad del grupo brasileño de azúcar y etanol Cerradinho, hoy esta adquisición pasaría también a manos de Cofco.
El acuerdo con Noble, implicó un desembolso por parte del gigante chino de 1.5 mil millones de dólares para hacerse del control de la empresa. Sin embargo el lazo de Noble con China no es nuevo. El China Investment Corp, el fondo financiero de Honk Kong (donde la empresa tiene su oficina central) que poseía el 14,1% de las acciones, ligaba ya a la empresa a China, gobierno con el cual mantenía lazos estrechos.
Pero no solo en Sudamérica puede observarse el avance de los tentáculos de la demanda china. Recientemente acaban de comprar Smithfield Foods, la mayor productora norteamericana de carne porcina, con sede en Chicago, Estados Unidos. Otros objetivos incluyen aumentar su capacidad de procesamiento a 77 millones de toneladas para el año en 2015, desde las 50 millones de toneladas por año que procesaban en 2012
El gigante insaciable.
Según la Cepal (Comisión económica para América Latina y el Caribe) la clase media china podría llegar a 500 millones de personas en el 2020. ¿Quién va a alimentarlos? El gobierno chino parece decidido a conseguir ese alimento donde sea, y para eso ha salido con la billetera inflada a transformarse en el gran demandante mundial de alimentos.
Los esfuerzos para generar consumo privado han sido una característica de la planificación e investigación del gobierno central chino desde el 2004, abandonando el paradigma económico anterior que desalentaba activamente el consumo interno con el objeto de fomentar una alta tasa de ahorro que pudiera luego ser reinvertido en la industria y en infraestructura.
El nuevo plan además establece un modelo de cambio estructural que contempla el retiro del apoyo de China a la manufactura de bajo valor agregado orientada a la exportación, para volcarse a fomentar el consumo interno.
Si bien una gran parte de la población china ha quedado fuera del “derrame”, no menos de 400 millones de personas se encuentran en condiciones de extrema pobreza, el salario real promedio en las zonas urbanas de China aumentó en casi un 10% anual en el período 2000-2010. Esto ha generado un gran crecimiento de la demanda de alimentos y cambios en la dieta y las costumbres alimentarias chinas. Si bien la dieta de los chinos solía consistir en gran medida de verduras, arroz y otras opciones principalmente vegetarianas, a medida que los ingresos han aumentado, la demanda de los consumidores por carne y otros alimentos ha crecido de manera considerable. La introducción de la carne de cerdo y del pollo en la dieta de millones de chinos ha generado un gran crecimiento tanto de animales como de forraje para alimentarlos.
El masivo traslado de población rural a las grandes ciudades generó una creciente demanda de minerales y materias primas para la construcción, así como de combustibles y energías para sostener el crecimiento. Y es en este punto donde los ojos de China se posan en Brasil, Venezuela y Ecuador, productores de petróleo, o Chile, principal productor de cobre. Los recientes compromisos energéticos con América Latina incluyen acuerdos con Repsol y Statoil en Brasil, y las adquisiciones de Bridas y Oxy en Argentina.
Tierra arrasada
En China, casi el 20 por ciento del territorio es desértico. Debido a malas prácticas agrícolas, sequías y una demanda creciente por agua subterránea, la desertificación se ha convertido en uno de los retos ambientales más importantes del país (Pulitzer Center 2009). En el 2009, el Ministerio de Tierras y Recursos de China publicó un estudio según el cual las tierras cultivadas del país tenían un puntaje promedio de 9,8 en una escala de 1 (mejor) a 15 (peor). Gran parte de la tierra cultivable restante se encuentra en zonas pobres, donde la agricultura se ve a veces limitada por la escasez de agua. La pérdida de tierra cultivable de alta calidad ha afectado seriamente la capacidad de producción agrícola de China y amenaza la seguridad alimentaria nacional.
Según el informe publicado en 2013 por el IPEC (Instituto Provincial de Estadísticas y Censos de Santa Fe) “si la población china llega a 1.390 millones en el 2015, como se sugiere en el 12º Plan Quinquenal, el país tendrá que alimentar a aproximadamente 50 millones de personas más. Y aunque el 12º Plan Quinquenal tiene como objetivo solamente mantener la cantidad actual de tierra cultivable [1.818 millones de mus (aproximadamente 121.260.600 hectáreas)], incluso este objetivo parece demasiado ambicioso”.
En este escenario, y a pesar de la profundización de la agricultura intensiva, o la posesión de mano de obra de bajo costo, en China sigue escaneado un recurso clave: la tierra. Lo que pueda producirse en lo que queda de tierras aptas en el país no alcanzará para cubrir la demanda de alimentos de la creciente población urbana china.
La tierra es de nosotros, los granitos son ajenos
Si bien los proveedores de granos para China están dispersos por el mundo (Australia, Ucrania, EEUU, etc.) en América Latina han encontrado a los paises más propensos a modificar su estructura productiva para satisfacer la demanda oriental. Desde el 2000 hasta el 2011, la superficie dedicada al cultivo de soja en la región creció un 188%, dos veces más rápido que en los Estados Unidos.
En el 2011, por ejemplo, Argentina negoció con China protocolos para la exportación de carne, maíz, limones, arvejas y manzanas Se dice que Ecuador habría firmado un acuerdo en el 2011 para exportar 3.000 toneladas de cacao a China. Chile también está tratando de ampliar la variedad de productos agrícolas que exporta a ese país.
Entre 2005-2010, las importaciones y exportaciones de China hacia la región crecieron dos veces más rápido que su comercio mundial total. Mientras tanto América Latina es un destino cada vez más importante para los productos chinos, especialmente teniendo en cuenta la disminución de la demanda de esas manufacturas por parte de Europa y Estados Unidos.
El comercio de bienes y servicios con la región creció de casi cero, a fines de los años ’90, a U$S 260.000 millones en el 2012. Argentina ha ido incrementando la exportación de productos hacia China, principalmente de granos, aceites y harinas de soja, mientras que en el mismo periodo ha aumentado la importación de productos manufacturados.
Para la República Popular China, la Argentina es el sexto mayor socio comercial de América Latina, mientras que para nuestro país China es ya el segundo, relegando a Estados Unidos al tercer lugar. En el año 2012, el comercio bilateral de bienes ascendió a U$S 15.319 millones, esto es, el 10,2% del comercio exterior total de la Argentina, siendo superado por Brasil con un comercio bilateral de U$S 34.402 millones (23% del total).
Las importaciones argentinas de bienes de la República Popular China han aumentado rápidamente, desde poco más de U$S 1.000 millones, a principios de la década pasada, hasta un promedio anual de U$S 10.000 millones en 2011-2012, siendo desde el 2011 el segundo principal origen de las importaciones de nuestro país. En los primeros 10 meses de 2013, las importaciones argentinas desde China acumularon ya U$S 9.582 millones (18% superior al total acumulado en igual período del año pasado). El 83,2% son importaciones de bienes de capital y sus piezas y accesorios y bienes intermedios.
Desde 2009 hasta la actualidad, aproximadamente el 25% de las ventas del complejo oleaginoso en base a soja y girasol (excluyendo biodiesel) se destina a la República Popular China. Si bien durante pocos años la balanza comercial favoreció a Argentina, en 2008 volvió a ser negativa para nuestro país con 749 millones de dólares.
Este abrupto pasaje de 74 millones de saldo positivo a saldo negativo de 749 millones (variación de 1.112,16 %) muestra lo frágil de la relación de supuesta mutua conveniencia. Desde 2001 a 2009 las ventas argentinas a China se han ido concentrando en cada vez menos productos. Porotos y aceite de soja, junto con petróleo crudo, representan 2/3 de las exportaciones argentinas a China.
Las exportaciones se fueron concentrando cada vez más en menos productos, especialmente commodities. Las importaciones de origen chino mientras tanto corresponden en su mayoría a manufacturas industriales, ocupando un lugar considerable el glifosato y su sal.
El viejo peligro, de nuevo
La instalación de Cofco como un gran brazo de la demanda china de cereales en la Argentina, aparece como un lugar de disputa con los otros grandes del mercado más vinculados a capitales estadounidenses (Cargill, Bunge, etc.). En este marco algunos ven en el gigante chino un aliado en la pelea por generar ventajas en el comercio exterior.
China por su parte se plantea a sí mismo como una nación subdesarrollada, aliada a los países de América Latina y en igualdad de condiciones de comercio. Sin embargo el poder de compra del gigante asiático lo convierte casi en un oligopsonio (es una situación de competencia imperfecta que surge en un mercado donde existe un número pequeño de demandantes en los cuales se deposita el control y el poder sobre los precios y las cantidades de un producto en el mercado; por lo tanto, los beneficios se concentrarían en los compradores), evidenciando la capacidad que posee de definir las reglas del mercado y la producción, situación que deja claramente herida de muerte a la soberanía de los vendedores, en este caso Argentina.
La reprimarización de las exportaciones, la degradación ambiental relacionada con el sector extractivo, la competencia intraindustrial con productos manufacturados importados, parecen ser los efectos no deseados de un vínculo que reedita viejas relaciones de dependencia que América ya conoce y ha sufrido a lo largo de su historia. La vieja relación norte-sur parece querer reeditarse bajo el signo de oriente-occidente. Sigue siendo la misma dependencia, pero con nuevo socio.