Su victoria no fue tan apabullante como hace cuatro años, pero el candidato demócrata se impuso con claridad a Mitt Romney incluso en estados donde el republicano esperaba ganar.
Después de más de un año de campaña multimillonaria en un país polarizado, el presidente seguirá en la Casa Blanca.
Mucho tuvo que ver que la alternativa planteada en la figura de Mitt Romney no convenció a gran parte del electorado y la admiración por la actuación de Obama durante el huracán ‘Sandy’, los norteamericanos acudieron masivamente a las urnas y dieron una segunda oportunidad al candidato demócrata.
El presidente es el primero en ser reelegido con un paro por encima del 7% desde Franklin Roosevelt.
En 2008, Obama celebró su victoria ante 240.000 personas en el Grant Park, un bello e histórico parque en el centro de Chicago.
Este martes, daba su discurso en un pabellón ante unos 10.000 fieles escogidos, la mayoría eran los voluntarios más abnegados, entre ellos los de la oficina del barrio de Obama, premiados por su entusiasmo y sus viajes a Wisconsin, Iowa o Indiana para registrar votantes.
El recuento estaba más ajustado que en 2008, pero Obama ganó con claridad en Ohio, Wisconsin y Iowa y también en algunos estados donde Romney tenía esperanzas como New Hampshire, Pensilvania o Michigan.
El Medio Oeste aseguró la victoria del presidente, que se ha beneficiado del apoyo actual al rescate de la industria del automóvil de Detroit.
Obama perdió por unos 17 puntos entre los miembros de la clase obrera blanca en todo el país, pero sólo por dos en el estado industrial de Ohio, según las encuestas a pie de urna.
Enderezar la economía del país y contener la crisis de la zona euro serán los principales retos de Obama.
Pero dos tercios de quienes votaron este martes aseguraron que se vieron influidos por la imagen de consenso del presidente durante la resaca del huracán ‘Sandy’.
Las elecciones llegaron con una mezcla de alivio y de emoción para los candidatos después de la campaña más cara de la historia de Estados Unidos.
Se estima que demócratas y republicanos se han gastado en la carrera presidencial 2.600 millones de dólares: unos 2.000 millones de euros al cambio actual.
Un dinero concentrado sobre todo en el bombardeo de anuncios y en las operaciones para movilizar a los más fieles, que consumían este martes las energías de millones de voluntarios en todo el país.