CARLOS SALINAS / EL PAIS – Cuenta Edén Pastora, el mítico Comandante Cero de la revolución sandinista, que a finales de 1993 se encontró en el aeropuerto de Ciudad de México con el cardenal Miguel Obando, el otrora hombre fuerte de la Iglesia de Nicaragua, quien se le acercó y le espetó:
–Comandante, ¿se arregló con Dios?
Eso no solo sorprendió a Pastora, sino que lo enojó, y le lanzó al cardenal:
–Yo siempre he estado bien con Dios.
–¿A cuántos ha matado? –lanzó Obando. Fuera de sí, Pastora contestó:
–Eminencia, la gente que he matado no cabe en este local y a los que he mandado a matar no caben en su casa.
Edén Pastora suelta una carcajada al contar el episodio. Sentado en el porche de su casa, en Managua, una amplia residencia sin más ostentaciones que un oficial armado cuyo encargo es dar protección al comandante, sorbe un café y dice: “El cardenal y yo somos grandes amigos, somos grandes sandinistas”.
“Yo no me fui del frente sandinista, el frente se fue del sandinismo”
La frase va cargada con un tono irónico. Encierra en sí el giro que algunos actores de la historia reciente de Nicaragua han dado desde que Daniel Ortega, el viejo guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), regresó al poder en este pequeño país centroamericano en 2007. Tanto el cardenal Obando como Pastora han experimentado una especie de conversión: eran enemigos de Ortega en los ochenta, en plena guerra civil, pero ahora están entre sus principales aliados y defensores, lo que ha desconcertado a más de uno. Para los medios de comunicación y la oposición, tanto Obando como Pastora se han convertido en caricaturas del poder.
Edén Pastora nació en 1937. Su padre fue asesinado por la Guardia Nacional somocista cuando él tenía ocho años. En los sesenta ingresó en las filas del FSLN, la guerrilla que aspiraba a derrocar la dictadura somocista, que gobernó más de cuatro décadas el país. En 1978 Pastora se convirtió en un héroe nacional al dirigir, junto a otros guerrilleros, la mítica toma del Congreso somocista, que significó uno de los más duros golpes a la dictadura. Sin embargo, tras el triunfo de la revolución sandinista en julio de 1979, Pastora comenzó a tomar distancia de los líderes revolucionarios y rompió con ellos a inicios de los ochenta, acusándolos de haber traicionado los ideales revolucionarios, dado que algunos ocuparon casas confiscadas a la vieja oligarquía somocista y vivían en lujo y ostentación. Entonces anunció que combatiría al sandinismo y organizó un grupo guerrillero en el sur del país que muchos vincularon con la Contra, la guerrilla auspiciada por Estados Unidos para derrocar al Gobierno sandinista. En su estudio, que él llama “la cueva”, y rodeado de fotos que lo muestran vestido de verde oliva, fúsil en la mano, perdido en las selvas del sur de Nicaragua, el Comandante Cero cuenta por qué se ha reconvertido en aliado de su otrora enemigo Daniel Ortega.
“Quienes me quisieron matar por socialdemócrata, ahora lo son. Qué risa”.
¿Cuál es su relación con el presidente Ortega? Es muy poca, tengo siete meses de no verlo. La gente cree que desayuno con él todos los días, que nos contamos chistes revolucionarios y contrarrevolucionarios. Llegan a creer que él hace lo que yo le digo.
Fue muy comentado su distanciamiento del movimiento revolucionario en los ochenta. Luego apoyó a la Contra. ¿Cómo fue ese cambio? Todo el mundo sabe que yo no fui contra, fui un disidente fuerte, porque hubo sangre de por medio. Yo no combatí a la revolución, nunca combatí al sandinismo. Combatí los errores que la Dirección Nacional estaba cometiendo, poniendo en peligro el proceso revolucionario. Los europeos no me entendían, cuando estaban François Mitterrand, Felipe González, Olof Palme, Papandreu, pero no este payaso de ahora, sino el padre, que fue un gran revolucionario. Ahora todo mundo me dice: “Edén, tenías razón”. Yo no me fui del Frente, el Frente se fue de las posiciones sandinistas para implementar las condiciones para un marxismo-leninismo.
¿A quién le notificó primero su salida del FSLN? A todos los comandantes.
¿Y cuál fue su respuesta? No me creyeron. Pensaban que Edén estaba contento con las estrellas, con las mieles del poder. Fidel Castro dijo una vez: “La historia me absolverá”. Yo, Edén Pastora, digo: “La historia me absolvió”. Cuando este pueblo condenó a la Dirección Nacional (del Frente Sandinista), me dieron la razón. Y ahora que Daniel está haciendo lo que yo decía que hicieran con un fusil en la mano, tengo que apoyarlo.
¿Cómo fue ese acercamiento con Ortega? ¿Usted lo buscó? No. El Frente vino donde mí, a mis posiciones sandinistas. Entonces yo tengo que apoyarlo, sería incoherente, errático, si no los apoyara.
Llama la atención este acercamiento, porque hubo atentados en su contra en los ochenta, como el de La Penca, en el que murieron 11 personas y usted resultó herido. ¡Ha habido 16 intentos de asesinarme! Sectores del sandinismo quisieron matarme cuatro veces. He tenido atentados de la derecha, la izquierda y el centro. Llegó un día en que no sabía de dónde me iba a venir el bombazo.
¿No pesaron en usted los planes de asesinarlo urdidos por sus viejos camaradas? ¿Ya los perdonó? Es que no se trata de perdón, es una reconciliación. De toda la Contra y todos los sandinistas, de todo el pueblo. Si vivimos llenos de odio, nunca vamos a reconstruir Nicaragua.
¿Cuál es su relación con sus antiguos compañeros de armas, esos con quienes protagonizó la toma del Congreso de Somoza, que hoy son críticos de Ortega? Dora María (Téllez), Hugo Torres (ambos exguerrilleros) están en la acera de enfrente, se pasaron a aliarse contra los que combatieron toda la vida. Yo nunca me pasé a la otra acera, estuve en una tercera acera combatiendo los errores del Frente, pero nunca me vieron abrazarme con la Contra, ni con los oligarcas. Los que me acusaban de socialdemócrata, que me quisieron matar por socialdemócrata, ahora dicen que son socialdemócratas. ¡Me muero de la risa!
“El Frente me conoce y sabe que a mí no me mueven los bastardos intereses económicos, saben que soy eminentemente político, eminentemente sandinista, y que tengo valores”
¿Qué le ofreció el Frente en este nuevo acercamiento? El Frente me conoce y sabe que a mí no me mueven los bastardos intereses económicos, saben que soy eminentemente político, eminentemente sandinista, y que tengo valores. Saben que los gringos me quisieron comprar y no pudieron. ¿Qué me ofrecieron? Apoyarme en el último sueño, la última locura de mi vida, la limpieza del río San Juan.
Dice que EE UU lo quiso comprar, pero tengo entendido que fue usted quien viajó allá buscando apoyo a su movimiento contra la revolución. No llegué a pedir, llegaron a ofrecerme. Los gringos querían darle legitimidad a la Contra del norte con Edén en el sur. Yo sabía que ni con mil Edén le daban legitimidad al norte. Entonces hubo una relación con la CIA de amor-odio. Llegaron a odiarme porque no pudieron manejarme.
¿Cuál era su contacto en la CIA? Tenía contacto directo con el jefe de la CIA, William Casey. Me llevaron allí para embadurnarme de mierda. Cuando estuve frente a míster Casey, le dije: “No quiero que mañana digan que no fui sincero con ustedes. Yo soy sandinista y soy revolucionario”. Casey me dijo: “Entonces, ¿cuál es su problema con el Gobierno de Managua?”. Le respondí que ellos querían hacer una revolución marxista-leninista sin libertades, y yo, mi revolución sandinista con libertades.
¿Qué le ofrecieron? Armas y dinero en cantidades reducidas. Al norte le dieron 600 millones de dólares en la guerra revolucionaria y al sur nos dieron seis. Pero nunca hicimos lo que querían. He recibido ayuda de Gadafi, de Fidel Castro, y no me acusan de eso. Cuando un fusil me apunta, recibo la ayuda de quien me la da, ¿o voy a poner condiciones? Es difícil entender a un hombre de esos principios.
Dijo sentirse incomprendido. Ahora le reprochan su relación con Ortega. ¿Se sigue sintiendo así? ¡Imagínate cómo me siento cuando dicen: “Edén, fuiste el único que no se equivocó!”.
¿Qué quedó de esa revolución por la que usted luchó? La revolución significó la dignificación del obrero y del campesino. En tiempos de Somoza, ser campesino era considerado como ser un delincuente común. Desgraciadamente, los comandantes de la revolución eran muy jóvenes y no habían alcanzado el nivel de estadistas. Ortega, con la experiencia y el bagaje de los ochenta y de los noventa, ya alcanzó niveles de estadista, y ahora está haciendo la revolución que deberíamos haber hecho en el ochenta.
¿Qué es lo que se hace ahora que no se hizo en aquella época? Los cambios de estructuras sociales, políticos y económicos en libertad y democracia. Esa es la gran diferencia. Ahora se están haciendo con respeto a los derechos humanos, no alineados, se terminó la política bipolar, hay libertad absoluta de prensa, a tal extremo que acostumbro a decir que hay libertinaje. Daniel no ataca a nadie, solo hace. Ha mejorado la salud, la educación, la vivienda. Ha mejorado el nivel cultural y económico de los nicaragüenses. Estábamos en el fondo del hoyo y él nos está sacando.
Se alejó del sandinismo porque los líderes de la revolución olvidaron a las clases obreras. Ahora se dice que el sandinismo se ha pervertido y que los líderes se están enriqueciendo a costa del segundo país más pobre del continente. No hay ningún fundamento objetivo para que esa crítica sea verdad. En aquel entonces sí era cierto, los líderes de la revolución vivían como somocistas, como superburgueses, y cometieron muchos errores morales. Ahora la seudooposición escribe como si aquí las cárceles estuvieran llenas de presos políticos, como si se torturara, como si hubiera decenas de miles de exiliados políticos, asesinatos políticos. La verdad es que los 40 proyectos sociales se están pudiendo realizar porque los líderes no roban; si robaran, no podrían hacer casas, calles, hospitales, escuelas, aeropuertos.
Muchas de esas obras se financian con la cooperación que el presidente venezolano Chávez entrega a Ortega, pero hay investigaciones que denuncian que parte de esos fondos ha servido para beneficiar al círculo más cercano al Gobierno. El pueblo de Nicaragua no es pendejo, y si eso fuera cierto, no apoyaría a Ortega. En 2007 ganó con una mayoría simple del 38%. En la siguiente elección ganó con el 62%. Ahora todas las encuestas le dan más del 80%.
A partir de esas denuncias de fraude e irregularidades, la UE decidió retirar parte de su ayuda al Gobierno de Nicaragua. Los europeos tienen razón, porque están en crisis económica [ríe]. ¡España está por declararse en quiebra! ¡No tienen dinero! Y quitan la ayuda como pretexto, pero la gente seria de España y los políticos serios de Europa saben que eso es mentira. Aquí no ha habido violencia, no ha habido una bomba lacrimógena, no ha habido un torturado o un preso político. La prensa de derecha dice que estamos en guerra, que nos seguimos matando. ¡La campaña internacional de la prensa de derecha es atroz!
Usted combatió una dinastía de más de 40 años. Ahora hay sectores que acusan a Ortega de querer perpetuarse en el poder. Yo luché contra Somoza, no contra la reelección. Somoza se hubiera reelegido las veces que hubiera querido, y yo lo hubiera apoyado si hubiera hecho las cosas que está haciendo Ortega. Este pueblo luchó contra el crimen político, la tortura, la cárcel, el exilio, contra una sucesión dinástica. A mí lo que me interesa es si el gobernante hace o no, si trabaja para el pueblo o no. Si Daniel, el que ha hecho más en la historia de Nicaragua, hace cosas, que se quede haciendo.
¿Por cuánto tiempo más? Lo que la Constitución permita.
El artículo 147 establece que no hay reelección continuada, ni aun cuando el presidente ocupó el cargo dos veces. Es el caso de Ortega. Hay dos artículos de principio antes que ese que dicen que todo nicaragüense tiene derecho a elegir y ser electo, y el presidente es un ciudadano nicaragüense. Además, dice que todo nicaragüense tiene derecho a votar por quien quiera. Si yo quiero votar por Ortega, nadie lo puede impedir.
¿No cree más sano para un país la alternancia en el poder? Lo sano es lo democrático y que se haga lo que el pueblo quiere. ¡Eso es lo que no entienden! ¡Qué difícil es ser demócrata! La mayoría quiere votar por Daniel. La oposición reconoce que el pueblo está con Daniel.
¿Y Pastora está con Daniel? Estoy con él, o como se llame, con tal de que trabaje.
El sur de Nicaragua es territorio de Edén Pastora. Se mueve en las orillas del río San Juan como si fuera su casa. Aquí lo puso Daniel Ortega, a cumplir una empresa costosa y complicada: la limpieza de sedimentos del río, para permitir la navegación en zonas en las que ahora es imposible. Pastora asegura que lo logrará, aunque no está claro cómo y a qué precio. El comandante, volcánico a veces, ya ha metido en líos a su país, dado que Costa Rica lo acusó de invadir su territorio, separado de Nicaragua por el río San Juan. El Gobierno de San José llevó a los tribunales de la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, a Nicaragua, en una disputa que ha sido aprovechada por Ortega, dado el nacionalismo que despierta en Nicaragua el San Juan.
Desde que iniciaron los trabajos del río se armó una controversia con Costa Rica, que lo acusó de invadir su territorio. ¿Qué pasó en esa zona fronteriza? Fue el Ejército el que se metió a capturar a unos narcotraficantes. Costa Rica hace la bulla por una denuncia de un narcotraficante.
Algunos lo acusan de tener intereses económicos en la zona y que por eso pidió ser enviado allá. De mí se ha dicho que soy incoherente, errático, ambicioso, vanidoso, egocentrista, mercurial, impredecible, agente de la CIA, garganta de Reagan, aliado del imperialismo, traidor, Caín, hijo de puta… Lo único que no han dicho de mí es que soy maricón, ni que soy ladrón. Es fácil probar que no soy ladrón y que no soy maricón, que ahora, por cierto, les dicen gais. Solo al ver que tengo 21 hijos se da uno cuenta de que no soy gay. No me extraña nada de lo que me digan.
¿Tiene propiedades en esa zona? ¡No tengo ni donde me entierren! Tengo un gran cariño por esa zona porque ahí me ha tocado luchar largos años.
¿En qué situación está el proyecto de dragado? Algunos técnicos dicen que es una obra inmensa y muy difícil de llevar a cabo. Estamos empezando a hacerle cosquillas al río. Empecé con una draga y creían que iba a hacer maravillas, pero lo que podía hacer era soberanía, que es lo que me interesaba; pude alborotar a doña Laura Chinchilla (presidenta de Costa Rica), que me hizo el favor de catapultar la obra, y con el escándalo que armó, el presidente Daniel Ortega se vio obligado a darme seis dragas.
Es interesante que protagonice esta controversia frente a un país que le dio asilo en su lucha de los ochenta contra el Gobierno sandinista. Creo ser el nicaragüense más querido por los costarricenses. La guerra de liberación de Costa Rica de 1948 se hizo con las armas que nosotros les llevamos, sus fincas las hemos hecho los nicaragüenses. Ahora hay medio millón de nicaragüenses trabajando en Costa Rica, que le han permitido ganar al Gobierno y al pueblo de ese país 25.000 millones de dólares.
Hace años dijo que pasaba por problemas económicos y que ponía en venta hasta su alma. ¿Cómo está ahora? He pasado varias crisis económicas, pero mis amigos me salvaron.
Además de un cachorro de león, vendió un reloj de oro de Somoza. Era un reloj que me dio la Dirección Nacional, y también un anillo que me regaló Omar Torrijos. No me quisieron comprar nada porque creían que todo era robado e iba a llegar con un [fusil] AK a quitárselas. Hubo amigos que me ayudaron a pagar la luz, el agua, el teléfono.
¿Cómo se mantiene un hombre con 21 hijos? Ya los mantuve y se mantuvieron ellos y las madres. No pude ser el mejor padre por tratar de ser el buen patriota. Las guerras, el exilio, me lo impidieron, pero les di mi apellido, los quise, me adoran, me respetan.
¿Entonces hoy no está mal económicamente? Respiro, porque me pagan 2.000 dólares. Mil los reparto entre amigos que están más jodidos que yo, entre hijos más jodidos que yo, entre gente que cree que soy millonario. Y con los otros mil paso modestamente.
¿La guerra ya se acabó para Edén Pastora? Para todo el pueblo de Nicaragua. Puede haber guerra en Costa Rica, pero no en Nicaragua [ríe].