Muchos planes y pocas aguasby Héctor Horacio Dalmau |
En la nota anterior, he desarrollado la posibilidad que tiene -o mejor, tenía Brasil- de inundarnos, habida cuenta de la gran cantidad de agua que acumula todavía, detrás de los paredones de unas cincuenta y dos (52) represas en la cuenta del Río de la Plata, aguas que, si se las dejara pasar libremente, encontrarían como un tobogán que las dirigiría derechito a nuestro litoral, la ciudad de Buenos Aires, el norte de la provincia del mismo nombre, y la República Oriental del Uruguay, aguas que bajarían desde los novecientos metros sobre el nivel cero (0) del Riachuelo, produciéndonos destrucciones irreparables e innumerables pérdidas de vidas. Es indudable que las razones que dieron muchos lectores hacen que sólo un demente pueda pensar en que Brasil pueda cometer semejante locura, pero además, hay un factor que juega en nuestra protección, quedando quizás para el análisis la posibilidad de un sismo de considerables dimensiones, y esto no es otra cosa que la imperiosa necesidad que tiene Brasil de atesorar agua dulce, para poder asistir a las necesidades de su futura enorme población, o sea, los más de ochocientos millones de habitantes, que se estima tendría ese país a fin de siglo.
Esa futura necesidad ha llevado al país de aguas arriba a corregir un casi bicentenario estudio realizado por los franceses, y ya rechazado por Rosas primero, y ambos López, Carlos Antonio, y Francisco Solano después, con el fin que todos conocemos: caída de Rosas y destrucción del Paraguay, con el asesinato de López en Cerro Corá incluido, que diseñaba un esquema de navegación de todo el centro de América del Sur, uniendo las desembocaduras del Río Orinoco con la del Amazonas y del Plata, para recorrer con sus barcos todo el Hinterland de este continente.
Eliminado el poder de Rosas y destruido el país guaraní, Sarmiento retoma la idea largamente acariciada por los galos e ingleses de concretar ese sistema de navegación. Sarmiento retoma esa idea y de allí que muchos hasta le atribuyen la autoría del proyecto, que en sí, pasado todo lo que pasó en estos tiempos, a mi entender sería más que beneficioso para todos los países de este continente Surero. En sí, el proyecto fue pensado para la extracción de todas las riquezas del mismo y, sobre todo, la obtención de materias primas para no frenar la revolución industrial, producto de la invención de la caldera.
INTERCONEXIÓN DE LAS CUENCAS MÁS IMPORTANTES DE AMÉRICA DEL SUR
Este proyecto, rechazado hasta sus últimas consecuencias -que fueron muy graves- por algunos argentinos, y los López, que lo veían en aquella época y circunstancias, muy negativo, en la década de los años cuarenta del siglo XX, es tomado muy en cuenta por los pensadores brasileños y modificado de acuerdo a sus intereses. Y se han puesto a funcionar en consecuencia, con los resultados que puntualizo a continuación:
A) Considerando que los más importantes ríos de esa planificación nacen y/o se pueden conectar con sus grandes cuencas, Amazonas, San Francisco, y nacientes de la Cuenca del Plata, deciden acotar el esquema limitándolo a su territorio, es decir, dejando afuera a los ríos Orinoco y de la Plata.
Planificando una especie de semicírculo que, partiendo o terminando en la desembocadura del Amazonas, haga lo propio en el puerto de Río Grande, ya el más importante de América del Sur.
PLANIFICACIÓN BRASILEÑA DE NAVEGACIÓN
EL PROYECTO
NAVEGACIÓN ACTUAL
NAVEGANDO EL R. TIETÉ
B) Para poder culminar este proyecto ya bastante adelantado y con varios tramos en funcionamiento, en algunos ríos amazónicos y de la cuenca del Plata, sobre todo en la subcuenca del Río Paraná, no sólo necesitan mucha agua -y esta cada día se pone más escasa- sino que les es imprescindible realizar con Argentina la construcción de las represas de Panambí-Roncador, Garabí, y San Pedro sobre el río Uruguay, de acuerdo al siguiente escalonamiento proyectado por el país de aguas arriba, y aceptado por este gobierno de nuestro país, que no piensa en la subsistencia del bajo Uruguay ni del Río de la Plata, los que se verían condenados a su extinción.
De allí las protestas del pueblo misionero, sobre todo porque, de construirse esos embalses, la provincia que el originario de esas tierras Andrés Guaçurarí (el Comandante Andresito) defendiera hasta dar la vida se vería totalmente inundada por agua quieta y en constante degradación por las altas temperaturas que superan con facilidad los 40º, en cualquier época del año, que ya con lo que produce Yacyretá, ha aprendido lo negativo que resultó la construcción de ese emprendimiento.
Creo importante pegar el esquema realizado por la República del Brasil para el aprovechamiento integral del Río Uruguay desde sus formadores, los ríos Pelotas y Canoas, a casi mil (1.000) metros de altura sobre el nivel cero (0) del Riachuelo, hasta su límite con la R. O. del Uruguay, donde construiría su última represa en colaboración con la República Argentina, debido a la “inocencia” de los gobernantes de nuestro país.
En este documento extraído de una publicación oficial brasileña, no figura como terminada la represa de Foz Do Chapecó. Dado que la misma concluyó de llenar su embalse, entre los meses de febrero y junio de este 2012, provocando una bajante de una magnitud inusitada, impidiendo la generación a pleno de la hidrogeneradora de Salto Grande, que apenas producía el 7% de su posible potencia, dado las turbinas que posee instaladas.
Estudiando detenidamente este proyecto de escalonamiento que desarrolla Brasil para poder navegar desde el Atlántico hasta el río Iguazú, al conectarlo con el Uruguay, para después hacer lo propio con el Paraná, el Paraguay y el Guaporé hasta llegar al Madeira y así descender hacia el Amazonas, podemos pensar los argentinos que vamos a recibir algo de agua de ese río para que alimente al Plata.
O mis amigos brasileños podrán seguir gozando de sus “churrascos” al carbón hechos en el mismo lecho del otrora “Río de los Pájaros”, producto de la imaginación del poeta uruguayo Aníbal Sampayo, como el que les muestro en la foto, degustado por ellos el 19 de mayo del 2012, aprovechando la gran bajante que produjo el llenado de la represa de Foz Do Chapecó en un arroyo tributario del aguas arriba del R. Uruguay.
En ese lugar, naturalmente debería haber por lo menos dos metros de agua, al fondo y muy cerca la costa Argentina. Según me contaron los amigos riograndenses, no pasaron muchos minutos, para que un poco caminando y un poco nadando se les sumaran tres amigos argentinos que trajeron también su asadito para almorzar junto a los vecinos.
Le pregunto al Señor Ministro de Obras Públicas, Julio De Vido: ¿alguna vez se preguntó de dónde va a sacar el agua para hacer funcionar esas represas?
Héctor H. Dalmau
Maestro Normal Naciona