Conozca el origen de la crisis en Egipto
Los pocos avances en las promesas electorales de Mohamed Mursi ante los problemas económicos y sociales que afectan a Egipto generaron desconfianza. Simpatizantes y detractores del mandatario tomaron las calles marcando el pulso de lo que finalmente fue un golpe de Estado contra el mandatario.
Con la caída del régimen del expresidente egipcio Hosni Mubarak en 2011 y tras la llegada al poder por la vía democrática de Mohamed Mursi el pueblo de Egipto pensaba que terminaba el período de crisis en el país norteafricano durante 30 años.
Mursi surgió de las filas de la agrupación Hermanos Musulmanes, un movimiento islamista prohibido en el país durante décadas, y se convirtió en el jefe de su brazo político, el Partido Libertad y Justicia. Llegó al poder por elección popular, pero los pocos avances en sus promesas electorales generaron desconfianza en la nación.
Para gran parte del pueblo egipcio, el presidente islamista, derrocado el pasado 3 de julio, no estaba resolviendo los problemas económicos y sociales del país.
La desconfianza que le guardaba buena parte de la población a Mursi estalló el 22 de noviembre de 2012, cuando el mandatario egipcio blindó sus poderes ante la justicia hasta la entrada en vigor de una nueva Constitución, lo que motivó grandes protestas de la oposición, que lo calificó de "nuevo faraón". Los críticos dijeron que la Carta Magna equivalía a una forma de ley marcial.
A partir de ese fecha, Egipto se fue polarizando cada vez más entre los simpatizantes del mandatario islamista y sus opositores, a los que se incluyen miembros de la izquierda, liberales y seculares.
A finales de abril pasado, activistas de la oposición crearon la base para el movimiento de protesta contra Mohamed Mursi llamado Tamarod, que significa "revuelta" en árabe. Seguidamente, el 30 de junio millones de personas salieron a las calles para manifestarse en contra de las políticas del jefe de Estado, lo que coincidió con el primer año de su gobierno.
El 3 de julio, el jefe de las Fuerzas Armadas de Egipto, el general Abdul Fatth Al Sisi, anunció que suspendía la Constitución y nombró al jefe de la Corte Constitucional Suprema, Adly Mansur, como presidente interino hasta que se convoquen elecciones, provocando con esta decisión un golpe de Estado militar contra Mursi.
El golpe militar fue apoyado por los opositores, que se agruparon en el movimiento civil contra Mursi y cuyos representantes acompañaron al Ejército en su anuncio en televisión del derrocamiento del islamista.
Manifestaciones y acampadas
Tras las acciones militares y la detención de Mursi en un paradero desconocido, los islamistas han celebrado manifestaciones y acampadas para exigir el retorno al poder del destituido presidente.
Las acampadas en las plazas de Rabaa Al Adawiya y Al Nahda, en el oeste de El Cairo (capital) se convirtieron en un punto incendiario. En la madrugada del 14 de agosto, un asalto policial sorprendió a los manifestantes y la refriega dejó más de 500 muertos y según el Ministerio de Salud de Egipto tres mil 572 heridos.
Los Hermanos Musulmanes por su parte aseguraron que las acciones de violencia dejaron miles de muertos.
El gas lacrimógeno y las ráfagas de armas de fuego fueron utilizados para dispersar a los manifestantes. Además, se utilizaron bulldozers blindados para dispersar los campamentos.
Tras la violenta represión, el Gobierno de facto de Egipto decretó el estado de emergencia durante un mes en todas las ciudades de la nación.
Los partidarios de Mursi calificaron la represión de masacre, pero el Gobierno interino y las demás fuerzas políticas los acusan de ellos de cometer actos de "violencia extrema" contra las fuerzas de seguridad.
Trazan un plan
En medio de la compleja situación que atraviesa Egipto, el presidente de facto, Adly Mansur, ha trazado un plan para una transición que incluye una revisión de la Constitución que aprobó Mursi y nuevas elecciones parlamentarias a principios de 2014.
El plan ha sido rechazado por los Hermanos Musulmanes y también ha recibido críticas de los partidos de izquierda y liberales.
Por ahora, el Ejército egipcio es el más poderoso organismo gubernamental en Egipto y muchos piensan que funciona como un Estado dentro del Estado.
El Ejército cuenta con sus propios tribunales y un imperio económico propio con empresas que producen desde televisores hasta aspiradoras. Además, recibe alrededor de mil 300 millones de dólares por parte de Estados Unidos, nación que según el propio Hosni Mubarak, busca una base militar en Egipto a "cualquier precio" para "asegurar la seguridad de Israel".
"Estados Unidos nos ha estado presionando siempre para obtener bases militares en Egipto y siempre me negaba a autorizarlo", había afirmado Mubarak en una conversación grabada desde la prisión de Tora en El Cairo (capital), donde cumple condena por la muerte de 850 manifestantes durante la rebelión popular en su contra en enero de 2011.
Al Gobierno estadounidense lo que le importa es "asegurar la seguridad de Israel" y por ello "ha estado presionando a los árabes durante largo tiempo para lograr este objetivo", enfatizó el exmandatario.
En noviembre de 2011, Hosni Mubarak reveló un presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, orquestado de forma conjunta por los gobiernos de Estados Unidos e Israel, y el cual cuenta con el respaldo de otros Estados aliados a Occidente.
Figura "neutral"
Tras el golpe militar, el Ejército buscó figuras "neutrales" para tratar de limar asperezas en la transición que vive Egipto. Una de estas personalidades es el premio Nobel de la Paz, Mohamed El Baradei, quien fue nombrado vicepresidente interino de la nación norteafricana.
En medio de los enfrentamientos de este 14 de agosto, El Baradei presentó su dimisión. En un comunicado, defendió su postura: "No puedo seguir asumiendo la responsabilidad de las decisiones con las que no estoy de acuerdo y temo sus consecuencias. No puedo asumir la responsabilidad de una sola gota de sangre".
Crisis económica
Egipto no sólo vive una crisis política también está sumido en una crisis económica porque no logró conseguir el préstamo de 14 mil 500 millones de dólares que negociaba con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que obligaría a eliminar subsidios y subir los impuestos.
A ello se suma que el desempleo alcanzó 13 por ciento y una baja en el turismo producto de la revueltas populares.
La libra egipcia se devaluó un 10 por ciento desde finales de 2012 y la reserva de divisas extranjeras se han desplomado más de un 60 por ciento desde principios de 2011.
El futuro de la nación norteafricana está en juego y sin un consenso nacional las autoridades egipcias no lograrán conseguir que el pueblo tenga una mejor calidad de vida.
fuentes: teleSUR-BBC-latercera.com-informador.com.mx/kg - FC
Los pocos avances en las promesas electorales de Mohamed Mursi ante los problemas económicos y sociales que afectan a Egipto generaron desconfianza. Simpatizantes y detractores del mandatario tomaron las calles marcando el pulso de lo que finalmente fue un golpe de Estado contra el mandatario.
Con la caída del régimen del expresidente egipcio Hosni Mubarak en 2011 y tras la llegada al poder por la vía democrática de Mohamed Mursi el pueblo de Egipto pensaba que terminaba el período de crisis en el país norteafricano durante 30 años.
Mursi surgió de las filas de la agrupación Hermanos Musulmanes, un movimiento islamista prohibido en el país durante décadas, y se convirtió en el jefe de su brazo político, el Partido Libertad y Justicia. Llegó al poder por elección popular, pero los pocos avances en sus promesas electorales generaron desconfianza en la nación.
Para gran parte del pueblo egipcio, el presidente islamista, derrocado el pasado 3 de julio, no estaba resolviendo los problemas económicos y sociales del país.
La desconfianza que le guardaba buena parte de la población a Mursi estalló el 22 de noviembre de 2012, cuando el mandatario egipcio blindó sus poderes ante la justicia hasta la entrada en vigor de una nueva Constitución, lo que motivó grandes protestas de la oposición, que lo calificó de "nuevo faraón". Los críticos dijeron que la Carta Magna equivalía a una forma de ley marcial.
A partir de ese fecha, Egipto se fue polarizando cada vez más entre los simpatizantes del mandatario islamista y sus opositores, a los que se incluyen miembros de la izquierda, liberales y seculares.
A finales de abril pasado, activistas de la oposición crearon la base para el movimiento de protesta contra Mohamed Mursi llamado Tamarod, que significa "revuelta" en árabe. Seguidamente, el 30 de junio millones de personas salieron a las calles para manifestarse en contra de las políticas del jefe de Estado, lo que coincidió con el primer año de su gobierno.
El 3 de julio, el jefe de las Fuerzas Armadas de Egipto, el general Abdul Fatth Al Sisi, anunció que suspendía la Constitución y nombró al jefe de la Corte Constitucional Suprema, Adly Mansur, como presidente interino hasta que se convoquen elecciones, provocando con esta decisión un golpe de Estado militar contra Mursi.
El golpe militar fue apoyado por los opositores, que se agruparon en el movimiento civil contra Mursi y cuyos representantes acompañaron al Ejército en su anuncio en televisión del derrocamiento del islamista.
Manifestaciones y acampadas
Tras las acciones militares y la detención de Mursi en un paradero desconocido, los islamistas han celebrado manifestaciones y acampadas para exigir el retorno al poder del destituido presidente.
Las acampadas en las plazas de Rabaa Al Adawiya y Al Nahda, en el oeste de El Cairo (capital) se convirtieron en un punto incendiario. En la madrugada del 14 de agosto, un asalto policial sorprendió a los manifestantes y la refriega dejó más de 500 muertos y según el Ministerio de Salud de Egipto tres mil 572 heridos.
Los Hermanos Musulmanes por su parte aseguraron que las acciones de violencia dejaron miles de muertos.
El gas lacrimógeno y las ráfagas de armas de fuego fueron utilizados para dispersar a los manifestantes. Además, se utilizaron bulldozers blindados para dispersar los campamentos.
Tras la violenta represión, el Gobierno de facto de Egipto decretó el estado de emergencia durante un mes en todas las ciudades de la nación.
Los partidarios de Mursi calificaron la represión de masacre, pero el Gobierno interino y las demás fuerzas políticas los acusan de ellos de cometer actos de "violencia extrema" contra las fuerzas de seguridad.
Trazan un plan
En medio de la compleja situación que atraviesa Egipto, el presidente de facto, Adly Mansur, ha trazado un plan para una transición que incluye una revisión de la Constitución que aprobó Mursi y nuevas elecciones parlamentarias a principios de 2014.
El plan ha sido rechazado por los Hermanos Musulmanes y también ha recibido críticas de los partidos de izquierda y liberales.
Por ahora, el Ejército egipcio es el más poderoso organismo gubernamental en Egipto y muchos piensan que funciona como un Estado dentro del Estado.
El Ejército cuenta con sus propios tribunales y un imperio económico propio con empresas que producen desde televisores hasta aspiradoras. Además, recibe alrededor de mil 300 millones de dólares por parte de Estados Unidos, nación que según el propio Hosni Mubarak, busca una base militar en Egipto a "cualquier precio" para "asegurar la seguridad de Israel".
"Estados Unidos nos ha estado presionando siempre para obtener bases militares en Egipto y siempre me negaba a autorizarlo", había afirmado Mubarak en una conversación grabada desde la prisión de Tora en El Cairo (capital), donde cumple condena por la muerte de 850 manifestantes durante la rebelión popular en su contra en enero de 2011.
Al Gobierno estadounidense lo que le importa es "asegurar la seguridad de Israel" y por ello "ha estado presionando a los árabes durante largo tiempo para lograr este objetivo", enfatizó el exmandatario.
En noviembre de 2011, Hosni Mubarak reveló un presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, orquestado de forma conjunta por los gobiernos de Estados Unidos e Israel, y el cual cuenta con el respaldo de otros Estados aliados a Occidente.
Figura "neutral"
Tras el golpe militar, el Ejército buscó figuras "neutrales" para tratar de limar asperezas en la transición que vive Egipto. Una de estas personalidades es el premio Nobel de la Paz, Mohamed El Baradei, quien fue nombrado vicepresidente interino de la nación norteafricana.
En medio de los enfrentamientos de este 14 de agosto, El Baradei presentó su dimisión. En un comunicado, defendió su postura: "No puedo seguir asumiendo la responsabilidad de las decisiones con las que no estoy de acuerdo y temo sus consecuencias. No puedo asumir la responsabilidad de una sola gota de sangre".
Crisis económica
Egipto no sólo vive una crisis política también está sumido en una crisis económica porque no logró conseguir el préstamo de 14 mil 500 millones de dólares que negociaba con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que obligaría a eliminar subsidios y subir los impuestos.
A ello se suma que el desempleo alcanzó 13 por ciento y una baja en el turismo producto de la revueltas populares.
La libra egipcia se devaluó un 10 por ciento desde finales de 2012 y la reserva de divisas extranjeras se han desplomado más de un 60 por ciento desde principios de 2011.
El futuro de la nación norteafricana está en juego y sin un consenso nacional las autoridades egipcias no lograrán conseguir que el pueblo tenga una mejor calidad de vida.
fuentes: teleSUR-BBC-latercera.com-informador.com.mx/kg - FC
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