Rousseff pasó de ser aprobada por el 65% de la población, a serlo por apenas el 30%, mientras que en el mismo lapso, su imagen negativa avanzó desde un despreciable 7% a un preocupante 25%.
Un mes y medio después después de las protestas, la aprobación de su gestión creció 6 puntos, ubicándose en 36%, mientras que la desaprobación descendió 3 puntos y se situó en 22%, según la consultora Datafolha.
Fiel a la historia del Partido de los Trabajadores (PT), su gobierno es más valorado por los más pobres, entre quienes tiene un 41% de imagen positiva. Por el contrario, entre los más ricos, su aprobación cae a un 29%.
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