sábado, 29 de marzo de 2014

El 28 de junio de 2014 se cumple un siglo del inicio de la Primera Guerra Mundial y el hecho debería generar una reflexión histórica sobre los riesgos de Europa en el presente.

Ucrania: A un siglo de un error de cálculo


Mar-27-14 - por Rosendo Fraga



Entonces, un joven estudiante bosnio Gavrilo Princip, de la minoría serbia de su país -que formaba parte del Imperio Austro-Húngaro- asesinó en Sarajevo al Archiduque Francisco Fernando de Austria y a su esposa Sofía Sotek, el heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro, el 28 de junio de 1914.

Los serbios de Bosnia pretendían la anexión a Serbia. Este país rechazó el ultimátum presentado el 7 de julio por el  gobierno austro-húngaro de investigar a la organización secreta pan-eslava a la que pertenecía Princip, en territorio serbio con policía austríaca.

El 28 de julio, el Imperio Austro-Húngaro declaró la guerra a Serbia; al día siguiente Rusia ordenó la movilización general en apoyo de dicho país que era su aliado; el 1 de agosto el Imperio Alemán le declaró la guerra a Rusia al considerar la movilización un acto de agresión contra el Imperio Austro-Húngaro que era su aliado; por esta razón Francia adoptó medidas de alerta militar en función del tratado de Alianza con Rusia de 1894, y por esta causa Alemania le declaró al guerra el 3 de agosto, y pocos días más tarde Gran Bretaña entró en la guerra junto a Francia, Rusia y Serbia.

Si quienes tomaron estas decisiones hubieran sabido que se iniciaba una guerra europea de cuatro años, que costaría 10 millones de muertos y que implicaría la caída de cuatro imperios, el austro-húngaro, el alemán, el ruso y el turco -Turquía entró en guerra junto a Alemania y sus aliados-, posiblemente hubieran actuado de otra manera. Las crisis suelen escalar por errores de cálculo y esto sucedió en 1914.  

La experiencia es válida para lo que hoy sucede en Europa en torno a la crisis de Ucrania y la anexión de Crimea por Rusia. Nuevamente un conflicto de anexión -los serbios de Bosnia querían dejar de ser austro-húngaros para ser serbios, como los rusos de Crimea quieren dejar de ser ucranianos- genera fuerte tensión mundial en la periferia de Europa en la que Rusia es un actor fundamental.

Moscú ya ha ido mucho más allá que anexar Crimea. Ha tomado 54 de los 67 buques de la Armada ucraniana incluido su único submarino, incorporándolos a la Armada rusa. Ha rendido 147 unidades militares de Ucrania y ha incorporado a sus Fuerzas Armadas a la mayor parte de las tropas ucranianas de ellas. La OTAN ha dicho que enfrenta la mayor amenaza para su seguridad desde la Segunda Guerra Mundial y su comandante Philip Breedlove ha dicho que las tropas rusas están listas para avanzar sobre otras regiones pro-rusas de Ucrania y para ocupar Transnitria, una amplia región de Moldavia -ex república soviética que es el país más pobre de Europa- habitada por población de origen ruso, que en 1990 declaró su independencia sin que fuera reconocida por ningún país.

En Georgia, Osetia del Sur, con mayoría de rusos y que en 2008 ocasionó la guerra con Rusia, ha pedido su unificación con Osetia del Norte, República de la Federación rusa. Pero la situación crítica está en las tres repúblicas bálticas. Dos de ellas, Letonia y Estonia, tienen la mitad de la población ruso-parlante donde han comenzado reclamos y protestas. La cuestión es que estos tres países son los únicos de las catorce ex repúblicas soviéticas que son miembros de la OTAN, razón por la cual esta tiene la obligación de defender militarmente su integridad, a diferencia de lo que sucede con Ucrania, Georgia y Moldavia.

Esta falta de sentido histórico que parece evidenciarse frente a la crisis ucraniana y sus riesgos, coincide con las tendencias que muestran los sondeos para las elecciones del parlamento europeo de mayo. La Unión Europea ha sido un proyecto de organización política de Europa que ha dado el período de paz más largo al continente, desde que este se organizó en “estados naciones” a partir de la Francia del siglo XIV. El año próximo se cumplirán 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. En el siglo XIX, entre el fin de las guerras napoleónicas y la guerra franco-prusiana, mediaron 55 años, aunque antes tuvo lugar la guerra de Crimea, que enfrentó a Rusia por un lado, contra Francia, Gran Bretaña, Cerdeña y Turquía por el otro.

Entre la guerra Franco-prusiana y la Primera Guerra Mundial hubo un espacio de 33 años y en las últimas décadas del siglo XIX tuvieron lugar las guerras por la unificación de Alemania e Italia y comenzaron las guerras balcánicas que se prolongaron a la primera década del siglo XX.

Los sondeos para esta elección muestran un fuerte avance de los partidos anti-europeos, al estilo de Frente Nacional de Francia que el próximo domingo competirá en la segunda vuelta en un tercio de los 600 municipios del país. En Holanda, un frente nacionalista antiinmigración puede ganar y los nacionalistas británicos muestran una tendencia creciente. Al mismo tiempo, los proyectos de secesión como el de Cataluña en España y el de Escocia en el Reino Unido tendrán este año referéndums trascendentes. Todo esto muestra que el proyecto de unidad europeo ha perdido vigencia para las generaciones que no vivieron la guerra. La crisis económica es una causa de ello, pero también es cierto que el fracaso de los plebiscitos para aprobar la constitución europea en Francia y Holanda fue anteriores a ella.

La crisis de Ucrania se desata cuando Estados Unidos pensaba que la prioridad de sus conflictos estaba pasando de Medio Oriente al Asia, pero nunca a Europa. Meses atrás Obama tomó la decisión de reducir la presencia militar estadounidense en Europa en forma significativa.

Tras un cuarto de siglo en que el país libró tres guerras en el mundo musulmán -dos en Irak y una en Afganistán- el auto-abastecimiento petrolero mediante el Shale Gas hizo perder importancia estratégica a Medio Oriente. A partir de este hecho, la Administración Obama decidió que el Asia pasaba a ser la mayor potencialidad de conflicto, dada la pugna por la hegemonía en el Pacífico con China. La inauguración de una base militar estadounidense en Australia y la ratificación de los acuerdos de defensa con Japón, Corea del Sur y Taiwán, cuando el conflicto chino-japonés por islas deshabitadas en el Mar Oriental de China escaló, evidenciaron este enfoque.

La crisis ucraniana irrumpe así en momentos que la prioridad estratégica estadounidense dejaba de mirar a Medio Oriente para enfocarse en Asia, pero nunca en Europa.

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