BOLIVIA: El fuego de la critica
(AW) El grupo Comuna de Bolivia, se desliga del Movimiento al Socialismo (MAS) y del Vicepresidente Alvaro García Linera, debido al panorama político al que el Gobierno de Evo Morales está llevando al rebelde y combativo pueblo boliviano.
Contra la impostura
Comunicado de Comuna
Al pueblo boliviano
En los tiempos de la acumulación especulativa del capital, de la dominación del capitalismo financiero, la política se ha convertido en un teatro, la política del cambio en una simulación grotesca. Los montajes sustituyen a las transformaciones; los demagogos y charlatanes sustituyen a los y las revolucionarias; los gobiernos pretendidamente progresistas, que responden, efectivamente, a un reformismo endémico, han sustituido a gobiernos de vigorosa voluntad, capaces de ejecutar medidas que, en los límites de la soberanía, que en los alcances del nacionalismo-revolucionario, realizaban nacionalizaciones de la única manera que se puede hacerlo, por medio de la expropiación a los expropiadores.
El proceso de cambio, abierto por el pueblo boliviano, en su larga lucha de ciclos históricos, condensados en la movilización prolongada de 2000 al 2005, ha sido reducido a las dimensiones prebéndales y clientelares de un gobierno que compra acciones en la bolsa de valores, para presentar esta labor bursátil como nacionalización. Las transformaciones estructurales e institucionales requeridas y demandadas por la Constitución, han sido saboteadas y reducidas a la insignificancia de las ceremonialidades del poder, rito bullicioso y publicitario, que ha convertido el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico en una presentación folclórica para turistas.
Los movimientos sociales han desaparecido, sustituidos por organizaciones sindicales burocratizadas y clientelares, donde los dirigentes corruptos han entregado la representación social a la manipulación gubernamental. Estos procedimientos de cooptación han abolido la democracia sindical, las asambleas deliberativas, la participación comunitaria, convirtiendo a sus bases en público de espectáculos estridentes, donde habla el caudillo otoñal y el clarividente crepuscular. Este público aplaude mientras los medios de comunicación muestran las escenas festivas de comediantes.
Este panorama triste es un oprobio para un pueblo rebelde y combativo. Al que se lo ha adormecido con promesas mesiánicas y el culto a la personalidad de personas que no tienen personalidad ninguna. La contadas organizaciones indígenas, que tuvieron la valentía de resistir y buscar la reconducción del proceso de cambio han sido reprimidas, descalificadas, perseguidas y, por ultimo, divididas, por medio de los procedimientos más vergonzosos. No hay nada de lo que se puedan sentir orgullosos los ministros cumplidores de la tarea represiva, tan parecidos a los ministros anteriores, de los gobiernos neoliberales y de las dictaduras militares.
Salvo la fidelidad servil al caudillo y a su consejero intelectual.
En este contexto decadente y una coyuntura descoyuntada, el camino a las elecciones es la ruta a la muerte del proceso de cambio y su posterior enterramiento. Se está yendo a elegir entre dos opciones equivalentes, si es que no son ya parecidas, entre una nueva derecha que gobierna y una vieja derecha que quiere volver a gobernar. Ambos perfiles políticos, a su manera, sirven al imperio, es decir, a la dominación de la híper-burguesía del orden mundial, compuesta por trece empresas trasnacionales extractivistas y el sistema financiero internacional. Los primeros lo hacen demagógicamente, presentándose como “antiimperialistas”, cuando sólo pelean con el fantasma del imperialismo de la segunda mitad del siglo XX; los segundos, lo hacen con el mismo discurso desplegado por la triste historia de las oligarquías regionales, apegadas a las ilusiones de la llegada de capitales, inversiones soñadas, que cubrirían sus falencias estructurales, herederos de los prejuicios coloniales.
Comuna convoca a mantener el fuego de la crítica, a defender, por lo menos, el recuerdo memorable de las luchas, buscando en la experiencia el aprendizaje, la pedagogía política, para cuando se pueda volver a encender la pradera y continuar con la lucha emancipadora y libertaria emprendida por los caídos.
Contra la impostura
Comunicado de Comuna
Al pueblo boliviano
En los tiempos de la acumulación especulativa del capital, de la dominación del capitalismo financiero, la política se ha convertido en un teatro, la política del cambio en una simulación grotesca. Los montajes sustituyen a las transformaciones; los demagogos y charlatanes sustituyen a los y las revolucionarias; los gobiernos pretendidamente progresistas, que responden, efectivamente, a un reformismo endémico, han sustituido a gobiernos de vigorosa voluntad, capaces de ejecutar medidas que, en los límites de la soberanía, que en los alcances del nacionalismo-revolucionario, realizaban nacionalizaciones de la única manera que se puede hacerlo, por medio de la expropiación a los expropiadores.
El proceso de cambio, abierto por el pueblo boliviano, en su larga lucha de ciclos históricos, condensados en la movilización prolongada de 2000 al 2005, ha sido reducido a las dimensiones prebéndales y clientelares de un gobierno que compra acciones en la bolsa de valores, para presentar esta labor bursátil como nacionalización. Las transformaciones estructurales e institucionales requeridas y demandadas por la Constitución, han sido saboteadas y reducidas a la insignificancia de las ceremonialidades del poder, rito bullicioso y publicitario, que ha convertido el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico en una presentación folclórica para turistas.
Los movimientos sociales han desaparecido, sustituidos por organizaciones sindicales burocratizadas y clientelares, donde los dirigentes corruptos han entregado la representación social a la manipulación gubernamental. Estos procedimientos de cooptación han abolido la democracia sindical, las asambleas deliberativas, la participación comunitaria, convirtiendo a sus bases en público de espectáculos estridentes, donde habla el caudillo otoñal y el clarividente crepuscular. Este público aplaude mientras los medios de comunicación muestran las escenas festivas de comediantes.
Este panorama triste es un oprobio para un pueblo rebelde y combativo. Al que se lo ha adormecido con promesas mesiánicas y el culto a la personalidad de personas que no tienen personalidad ninguna. La contadas organizaciones indígenas, que tuvieron la valentía de resistir y buscar la reconducción del proceso de cambio han sido reprimidas, descalificadas, perseguidas y, por ultimo, divididas, por medio de los procedimientos más vergonzosos. No hay nada de lo que se puedan sentir orgullosos los ministros cumplidores de la tarea represiva, tan parecidos a los ministros anteriores, de los gobiernos neoliberales y de las dictaduras militares.
Salvo la fidelidad servil al caudillo y a su consejero intelectual.
En este contexto decadente y una coyuntura descoyuntada, el camino a las elecciones es la ruta a la muerte del proceso de cambio y su posterior enterramiento. Se está yendo a elegir entre dos opciones equivalentes, si es que no son ya parecidas, entre una nueva derecha que gobierna y una vieja derecha que quiere volver a gobernar. Ambos perfiles políticos, a su manera, sirven al imperio, es decir, a la dominación de la híper-burguesía del orden mundial, compuesta por trece empresas trasnacionales extractivistas y el sistema financiero internacional. Los primeros lo hacen demagógicamente, presentándose como “antiimperialistas”, cuando sólo pelean con el fantasma del imperialismo de la segunda mitad del siglo XX; los segundos, lo hacen con el mismo discurso desplegado por la triste historia de las oligarquías regionales, apegadas a las ilusiones de la llegada de capitales, inversiones soñadas, que cubrirían sus falencias estructurales, herederos de los prejuicios coloniales.
Comuna convoca a mantener el fuego de la crítica, a defender, por lo menos, el recuerdo memorable de las luchas, buscando en la experiencia el aprendizaje, la pedagogía política, para cuando se pueda volver a encender la pradera y continuar con la lucha emancipadora y libertaria emprendida por los caídos.
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