La ocupación de Coyhaique: preludio de la Intifada chilena
Miércoles, 21 de Marzo de 2012 15:10 Rodrigo De Los Reyes Recabarren
El Clarín
Escribo esta nota de madrugada de un día miércoles 21 de marzo de 2012. Hace unas pocas horas a atrás Coyhaique vivió una de sus peores pesadillas. Ni siquiera las erupciones del Volcán Hudson y sus posteriores fumarolas han introducido tanto pánico e incertidumbre en la población.
El habitante de Coyhaique es tranquilo, orgulloso de su ciudad y de su condición de habitante de la Patagonia, esta Patagonia en algunos casos mitificada y subvalorada en otros. El habitante de estas tierras lejanas acostumbrado a vivir rodeado e inserto en la naturaleza, con miedos ancestrales como son los fenómenos que la naturaleza en sus ciclos pueda presentar: erupciones volcánicas, temporales de viento y terremotos blancos, escarchas que cortan la piel como cuchillos afilados. Anoche los coyhaiquinos agregaron a la cosmogonía un nuevo temor: la brutalidad de las fuerzas especiales de Carabineros de Chile.
Tengo amigos que son funcionarios de carabineros, oficiales y suboficiales. También conozco a familiares de ellos. Mi intención no es ofenderlos ni herirlos. En mis viajes y expediciones fotográficas por el interior de la región he conocido el trabajo, la sencillez de los carabineros de los retenes más recónditos de la Patagonia, conozco de sus trabajos y vínculos con la comunidad, he compartido una taza de café en una mañana de invierno o un mate amargo en las tardes. Escribir estas letras me duele mucho porque un sector político irresponsable, con domicilio conocido, está exponiendo a una institución al descrédito, temor y posterior repudio de la población.
En la comunidad el rumor era fuerte. Apareció como una fumarola de volcán presagiando horas de terror. Todos veíamos esas fumarolas, sentíamos, pero no sabíamos en que momento el volcán haría erupción. Recuerdo que el día martes 20 de marzo del presente viajé temprano, junto al abogado Waldo Barraza a una audiencia en el Juzgado de Aysén para asumir la defensa de algunos de los 22 pobladores requeridos por el Ministerio del Interior. La audiencia no se realizó y antes de regresarnos a Coyhaique conversamos con algunos pescadores artesanales que esperaban el arribo de la barcaza ?Don Baldo? que traía un contingente de Fuerzas Especiales y nuevos carros policiales para reprimir a la población. Los pescadores artesanales, curtidos en batallas heroicas nos aseguraron ?Por aquí no pasaran? En efecto, se especuló que desembarcarían en Puyuhuapi, aquel pueblo fundado por alemanes y chilotes y conocido en el mundo por sus alfombras tejidas a mano y las termas de origen volcánico. Por ahí tampoco arribaron. Fue cerca del mediodía que el rumor ya dejó de ser fumarola y se convirtió en lava ardiente. Las Fuerzas Especiales intentaban desembarcar por Puerto Cisnes (el segundo puerto en importancia después de Pto. Chacabuco). En la bahía de Cisnes se reunieron aproximadamente mil personas que impedían el desembarco de esta maquinaria de guerra usada para someter a una región con vocación pacifíca, heredera de tehuelches y chilotes.
08/14
Un convoy estilo ?Caravana de la Muerte? partió a despejar la carretera austral que cruza por localidades de nombres tan sonoros y extraños para los chilenos que habitan de Pto. Montt al norte. Villa Mañihuales, Villa Amengual y la bahía de Pto. Cisnes. Los pobladores, campesinos, uno que otro turista, pastores, chacareros usando sus cuerpos por escudos intentaron frenar el paso del convoy policial. La caravana implacablemente represiva fue despejando cada uno de aquellos mágicos lugares dejando un reguero de heridos por los gases lacrimógenos y agua con aditivos químicos.
Piedras contra balines y bombas
Entrando la tarde ya era una certeza que ese convoy de ocupación viajaba esta vez a Coyhaique. La población se sobresaltó pero no se organizó para impedir el paso y repeler a las fuerzas especiales que llegaban. Sólo cuando éstas cruzaron el emblemático túnel que separa Pyo. Aysén de Coyhaique cientos de coyhaiquinos concurrieron al sector del by pass, que es el ingreso norte a la ciudad de Coyhaique. Pobladores y jóvenes sin experiencia de lucha callejera y enfrentamientos con fuerzas represivas fueron presa fácil de escuadrones de fuerzas especiales que dispararon sus escopetas antimotines y una cantidad impresionante de bombas lacrimógenas. Además de los apaleos de una población desarmada. Pronto los heridos coparon el Servicio de Urgencia del hospital Regional. El instinto que surge en situaciones extremas replegó a los ciudadanos -que pese al desigual combate, comenzaron a mostrar arrojo, audacia- a la avenida Baquedano donde está el cuartel de Carabineros y también de la Policía de Investigaciones. Fue en esa avenida donde se libró uno de los ?combates? más intensos. De ahí la gente se dispersó y trasladó a la Plaza de Armas, la emblemática pentagonal plaza. En este lugar, asfixiado por los fuertes gases lacrimógenos, recuerdo escenas puntuales. Un carro lanza aguas reponiendo sus estanques frente a la Catedral que luce un lienzo enorme que dice ?El Agua es Vida?. La virgencita con Jesús en sus brazos, frente a la Intendencia, que durante todas las numerosas marchas y protestas jamás sufrió un rasguño, venerada y cuidada por los manifestantes, estaba destrozada en el piso, fogatas que se encendían y apagaban, carabineros persiguiendo gente, la sirena no dejaba de sonar cual si anunciara un ataque aéreo, observadores de derechos humanos registrando y protegiendo, a riesgo de sus vidas, a la población. Con ellos regresamos a la Comisaría de Coyhaique para prestar ayuda a los detenidos y contactar a sus familiares. Las redes solidarias no tardaron en activarse para prestar ayuda humanitaria a personas heridas. Este relato podría continuar. Las imágenes hablan por sí mismas. Solo concluir que la ocupación de la Patagonia, patrimonio de la humanidad, por la policía militarizada no permanezca en el silencio, en la impunidad.
por Rodrigo De Los Reyes Recabarren
rodrigodlr@patagoniachile.cl
Miércoles, 21 de Marzo de 2012 15:10 Rodrigo De Los Reyes Recabarren
El Clarín
Escribo esta nota de madrugada de un día miércoles 21 de marzo de 2012. Hace unas pocas horas a atrás Coyhaique vivió una de sus peores pesadillas. Ni siquiera las erupciones del Volcán Hudson y sus posteriores fumarolas han introducido tanto pánico e incertidumbre en la población.
El habitante de Coyhaique es tranquilo, orgulloso de su ciudad y de su condición de habitante de la Patagonia, esta Patagonia en algunos casos mitificada y subvalorada en otros. El habitante de estas tierras lejanas acostumbrado a vivir rodeado e inserto en la naturaleza, con miedos ancestrales como son los fenómenos que la naturaleza en sus ciclos pueda presentar: erupciones volcánicas, temporales de viento y terremotos blancos, escarchas que cortan la piel como cuchillos afilados. Anoche los coyhaiquinos agregaron a la cosmogonía un nuevo temor: la brutalidad de las fuerzas especiales de Carabineros de Chile.
Tengo amigos que son funcionarios de carabineros, oficiales y suboficiales. También conozco a familiares de ellos. Mi intención no es ofenderlos ni herirlos. En mis viajes y expediciones fotográficas por el interior de la región he conocido el trabajo, la sencillez de los carabineros de los retenes más recónditos de la Patagonia, conozco de sus trabajos y vínculos con la comunidad, he compartido una taza de café en una mañana de invierno o un mate amargo en las tardes. Escribir estas letras me duele mucho porque un sector político irresponsable, con domicilio conocido, está exponiendo a una institución al descrédito, temor y posterior repudio de la población.
En la comunidad el rumor era fuerte. Apareció como una fumarola de volcán presagiando horas de terror. Todos veíamos esas fumarolas, sentíamos, pero no sabíamos en que momento el volcán haría erupción. Recuerdo que el día martes 20 de marzo del presente viajé temprano, junto al abogado Waldo Barraza a una audiencia en el Juzgado de Aysén para asumir la defensa de algunos de los 22 pobladores requeridos por el Ministerio del Interior. La audiencia no se realizó y antes de regresarnos a Coyhaique conversamos con algunos pescadores artesanales que esperaban el arribo de la barcaza ?Don Baldo? que traía un contingente de Fuerzas Especiales y nuevos carros policiales para reprimir a la población. Los pescadores artesanales, curtidos en batallas heroicas nos aseguraron ?Por aquí no pasaran? En efecto, se especuló que desembarcarían en Puyuhuapi, aquel pueblo fundado por alemanes y chilotes y conocido en el mundo por sus alfombras tejidas a mano y las termas de origen volcánico. Por ahí tampoco arribaron. Fue cerca del mediodía que el rumor ya dejó de ser fumarola y se convirtió en lava ardiente. Las Fuerzas Especiales intentaban desembarcar por Puerto Cisnes (el segundo puerto en importancia después de Pto. Chacabuco). En la bahía de Cisnes se reunieron aproximadamente mil personas que impedían el desembarco de esta maquinaria de guerra usada para someter a una región con vocación pacifíca, heredera de tehuelches y chilotes.
08/14
Un convoy estilo ?Caravana de la Muerte? partió a despejar la carretera austral que cruza por localidades de nombres tan sonoros y extraños para los chilenos que habitan de Pto. Montt al norte. Villa Mañihuales, Villa Amengual y la bahía de Pto. Cisnes. Los pobladores, campesinos, uno que otro turista, pastores, chacareros usando sus cuerpos por escudos intentaron frenar el paso del convoy policial. La caravana implacablemente represiva fue despejando cada uno de aquellos mágicos lugares dejando un reguero de heridos por los gases lacrimógenos y agua con aditivos químicos.
Piedras contra balines y bombas
Entrando la tarde ya era una certeza que ese convoy de ocupación viajaba esta vez a Coyhaique. La población se sobresaltó pero no se organizó para impedir el paso y repeler a las fuerzas especiales que llegaban. Sólo cuando éstas cruzaron el emblemático túnel que separa Pyo. Aysén de Coyhaique cientos de coyhaiquinos concurrieron al sector del by pass, que es el ingreso norte a la ciudad de Coyhaique. Pobladores y jóvenes sin experiencia de lucha callejera y enfrentamientos con fuerzas represivas fueron presa fácil de escuadrones de fuerzas especiales que dispararon sus escopetas antimotines y una cantidad impresionante de bombas lacrimógenas. Además de los apaleos de una población desarmada. Pronto los heridos coparon el Servicio de Urgencia del hospital Regional. El instinto que surge en situaciones extremas replegó a los ciudadanos -que pese al desigual combate, comenzaron a mostrar arrojo, audacia- a la avenida Baquedano donde está el cuartel de Carabineros y también de la Policía de Investigaciones. Fue en esa avenida donde se libró uno de los ?combates? más intensos. De ahí la gente se dispersó y trasladó a la Plaza de Armas, la emblemática pentagonal plaza. En este lugar, asfixiado por los fuertes gases lacrimógenos, recuerdo escenas puntuales. Un carro lanza aguas reponiendo sus estanques frente a la Catedral que luce un lienzo enorme que dice ?El Agua es Vida?. La virgencita con Jesús en sus brazos, frente a la Intendencia, que durante todas las numerosas marchas y protestas jamás sufrió un rasguño, venerada y cuidada por los manifestantes, estaba destrozada en el piso, fogatas que se encendían y apagaban, carabineros persiguiendo gente, la sirena no dejaba de sonar cual si anunciara un ataque aéreo, observadores de derechos humanos registrando y protegiendo, a riesgo de sus vidas, a la población. Con ellos regresamos a la Comisaría de Coyhaique para prestar ayuda a los detenidos y contactar a sus familiares. Las redes solidarias no tardaron en activarse para prestar ayuda humanitaria a personas heridas. Este relato podría continuar. Las imágenes hablan por sí mismas. Solo concluir que la ocupación de la Patagonia, patrimonio de la humanidad, por la policía militarizada no permanezca en el silencio, en la impunidad.
por Rodrigo De Los Reyes Recabarren
rodrigodlr@patagoniachile.cl
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