Varios factores se han conjugado para que este fenómeno suceda por primera vez en 40 años.
Primero está el tema económico, ya que muchos indocumentados no consiguen lograr lo que les llevó a cruzar la frontera, un empleo digno.
Esto se debe a que la crisis de 2008, minó el mundo inmobiliario y de la construcción, con lo cual muchos mexicanos ya no conseguían empleo en este sector.
Pero también las presiones sociales en Estados Unidos contra los inmigrantes son enormes.
“Las condiciones económicas sociales, de presión política en Estados Unidos son tan fuertes que el incentivo para regresar es alto”, dijo René Zenteno, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
“Las familias ven que si no van a tener las oportunidades que esperaban, no habrá reforma migratoria o hay temor de separarse de los hijos, mejor regresan a México”.
Las aprehensiones hacia los indocumentados no cesaron jamás, sino que el contrario fueron en aumento y el trato discriminatorio también fluía por los mismos carriles.
Por otro lado, las políticas de México han ido aumentando poco a poco la capacitación de sus ciudadanos y Estados Unidos necesita mano de obra poco calificada, para los empleos que los estadounidenses no quieren hacer.
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