viernes, 29 de junio de 2012

Extorsionan a Benedicto XVI.


¿Obispos alemanes aprietan al Papa?


"Hubo bastantes injusticias contra la Fraternidad"

Benedicto XVI


Cruelmente jaqueado por los Obispos Neomodernistas

Hace unos días, hemos leído en el influyente Blog AmericanoRorate Caeli un interesante post en el que se intenta ofrecer un panorama sobre el estado de las negociaciones entre la Santa Sede y la Sociedad Sacerdotal San Pío X. Les dejamos nuestra traducción abajo, pero antes nos gustaría hacer algunos comentarios:

En primer lugar, el autor da como muy probable que, en Mayo pasado, el plenario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sabiendo que ese era el deseo del Papa, haya aprobado el Preámbulo Doctrinal con las modificaciones consensuadas con Mons. Fellay: "el Papa lo soñó - los Cardenales lo habrían hecho", llega a decir; agregando que ese día el acuerdo estaba prácticamente cerrado.

Ahora bien: ¿cuál ha sido la causa para que ese texto, aprobado por aquel plenario mudara hasta convertirse en la propuesta inaceptable (según carta del padre Thouvenot ya publicada aquí entregada a Mons. Fellay el 13 de Junio?
Esta es la segunda cuestión que nos interesa destacar. El autor de la nota que comentamos, dice que son los íntimos del Papa (más papistas que él) los principales responsables de llevar la discusión a un punto muerto,  por escudarse detrás de fórmulas (inaceptables) y luego de que Mons. Fellay hubiera cedido al máximo posible.
La causa del viraje, habría sido el temor al Epicospado Alemán, quien según el autor, ha tenido la insolencia de enviar unULTIMATUM AL SANTO PADRE.

Para nosotros, los alemanes, así como todos los progresistas del mundo, están decididos a hacer lo que sea para evitar la regularización canónica de la Fraternidad. Para eso, como conjeturamos, se armó o fue usado principalmente el Vatileaks, para amedrentar al Papa y perturbarlo en la consecución de uno de sus más importantes anhelos.
Las filtraciones pueden haber tenido tres causas: Dinero, Poder y Odio Teológico. Pues justamente, es odio teológico fogoneado por el mismo Satanás lo que sienten estos obispos por las banderas que mantiene en alto la Fraternidad, a saber: la Misa, el Apostolado y  el Reinado Social de Jesucristo; y eso es mucho más importante que el dinero o el poder.
Sino: ¿a qué vendría el oponerse tan mala y mundialmente, aún a costa de amenazar y maltratar al Papa, a una pequeña sociedad que sólo cuenta con 500 sacerdotes y 5 seminarios? Es el Demonio que no se ha olvidado de los Doce, y sabe que un poco de levadura puede hacer fermentar toda la masa, justo ahora cuando su obra destructora está muy adelantada.

El episcopado alemán, mal que nos pese, tiene también a su favor el Dinero, pues los católicos de aquel país hacen una importantísima contribución económica a la Iglesia, producto del sistema impositivo germano que desde hace décadas funciona como un mecanismo de relojería... alemán.
Ellos lo saben, incluso Mons. Zollitsch ha hablado públicamente al respecto en un reportaje. Podrían cerrarle el grifo al Vaticano en cualquier momento (*).

La última cuestión que deseamos rescatar es una revelación sensacional. Cuando el cronista pone, al final de su post, su confianza en una intervención directa del Papa, dice que hace poco Benedito XVI dijo que (ya) "había habido bastantes injusticias contra la Fraternidad" . He buscado el lugar y las circunstancias dónde estas palabras fueron dichas, sin éxito hasta el momento, pero confío en la seriedad de Rorate Caeli.

Sin embargo, hay algo que no cierra y tampoco explica el post que comentamos. Si los cardenales aprobaron en la Cuarta Feria un texto consensuado y deseado por el Romano Pontífice: ¿por qué el mismo Papa envió luego un texto inaceptable y que puede destruir el festejo justo cuando estaba poniéndose la cereza a la torta. Evidentemente hay algo que no sabemos.
Ahora el post de Rorate Caelli:




Côme de Prévigny

El 18 de Abril pasado, Andrea Tornielli anunció en su blog Sacri Palazzi: “La respuesta de Fellay es positiva”. Para él, el acuerdo había sido sellado. Habitualmente bien informado por los curiales responsables del expediente, se sintió autorizado a escribir: “el texto del preámbulo entregado por Mons. Fellay propone sólo algunas modificaciones menores respecto a la versión enviada originalmente por la Santa Sede”. En los días que siguieron, fueron difundidos los rumores más optimistas. Además de lo que se supo desde dentro del Vaticano, por varios prelados que están a cargo de este asunto, la versión se vio reforzada por Jean Marie Guénois, habitualmente bien informado, quien dijo desde su lugar: “Esto es cuestión de días, no de semanas... Estas últimas semanas, se han resuelto los puntos finales entre Roma y Écone, con el objeto de responder de la mejor manera a las “aclaraciones” solicitadas por el Vaticano el 16 de Marzo.

Sin embargo, dos meses después, una espesa niebla ha cubierto el panorama religioso. Mientras todos los observadores pensaban que, con la entrega de un nuevo documento a Mons. Fellay el 13 de Junio pasado, el Romano Pontífice había decidido de una vez por todas el tema al que dedicó una buena parte de su pontificado, el comunicado de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 14 de junio preveía “un momento adicional de reflexión”. Por otro lado, su par de la Fraternidad San Pío X, emitido el mismo día, dio origen a igual incertidumbre al hablar de “una nueva fase de discusiones”. Aunque se sabe que este género de rebote es habitual al final de una negociación difícil, nos perdemos en conjeturas, más aun cuando el número de los prelados romanos que pensaban que el acuerdo sería formalizado es mucho más importante que el puñado de los que parecen haber querido un nuevo retraso. Como si los que acusaban a Mons. Fellay de no saber jamás decidirse, se encontraran súbitamente con una viga en el ojo.

En el seno de la Fraternidad, los espíritus para los cuales un acuerdo con la Sede Apostólica es imposible, se pusieron a soñar imaginando que su acción había significado un golpe fatal al funesto proceso que pretendía, según ellos, aniquilarlos. Si se siguiera su razonamiento, más bien deberíamos haber imaginado que Roma se aprovechaba de la división de los cuatro obispos, para asentar un golpe fatal a la obra de Mons. Lefebvre, desencadenando un proceso que conduciría a su fin. El rebote del 13 de junio los confunde cualquiera sea el escenario.

¿Qué sucedió entonces entre abril y junio? En mayo, según varias fuentes concordantes, la Cuarta Feria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a sabiendas de que era la voluntad del Papa, aprobó el proyecto definitivo propuesto por el obispo Fellay, después de que el texto fuera y viniera varias veces entre Roma y Menzingen. Benedicto XVI lo había soñado – Los cardenales lo habrían hecho. A pesar de una serie de ausencias y de alguna aprobación condicionada “placet yuxta modum”, el texto finalmente habría tenido el asentimiento de sus eminencias probablemente conscientes que no podían seguir reuniéndose eternamente. Ese día, el acuerdo estaba prácticamente concluido. Teniendo como base posiciones claramente definidas durante las discusiones doctrinales que habían delimitado los desacuerdos, el Papa Benedicto XVI estaba a punto de conceder a la Fraternidad lo que Mons. Lefebvre incansablemente le había pedido al cardenal Ratzinger: la garantía de un episcopado tradicional independiente de la presión de las conferencias locales.

Si bien Internet magnifica las encendidas prédicas de algunos vicarios tradicionalistas que creen poder debilitar a la jerarquía por la difusión de su prédica a través de sitios sedevacantistas, la web no dice nada acerca de los verdaderos problemas que aquejan a la Iglesia. Con su propuesta de mediados de Abril, Mons. Fellay alcanzó el límite de la línea que Mons. Lefebvre le había marcado a la Fraternidad; corriendo el alto riesgo de escandalizar a sus colegas, quienes multiplicaron sus manifestaciones de temor. Sus interlocutores romanos que provocaron este rebote, probablemente no alcanzaron a percibirlo. También es probable que temieran el aumento de la sorda oposición del Episcopado Alemán, que ya había hecho un ultimátum al Sucesor de San Pedro. La extrema reticencia de Mons. Fellay parece sugerir que sus interlocutores se refugiaron detrás de fórmulas que conducían a un punto muerto, después de varios meses de discusiones y clarificaciones, arriesgándose a provocar su propia desaprobación.

Paradójicamente, le prestaron un servicio inmenso a Mons. Fellay, permitiéndole demostrar que, mientras hacía el máximo esfuerzo para lograr el reconocimiento canónico de la obra eminentemente romana de Mons. Lefebvre, su firmeza permanecía intacta, como se ve por una carta del abad Thouvenot fraudulosamente divulgada en Internet. Lo cierto es que sólo el Papa tiene el poder de atar y desatar. Frente a todas las oposiciones, la más temible de las cuales provienes de sus íntimos que son más papistas que el Papa, es él a quien corresponde la decisión final. Después de doce años de negociaciones, y siete de pontificado, este hombre que dijo hace algunas semanas que ya había habido bastantes injusticias contra la Fraternidad, dará fin a este asunto por que sólo él, como Jefe de la Iglesia, es el que puede darlo.



(*) En el reportaje mencionado, Mons. Zollitsch respondió lo siguiente:

¿Qué importancia tienen los católicos alemanes en Roma?
Entonces, si debo hablar de modo polémico: en todos lados se piensa que si se necesita dinero, los alemanes importan mucho. Cuando, por ejemplo, el Santo Padre fue a Chipre, recibí una carta del arzobispo local que me pedía si podíamos contribuir con los gastos. Hay también otros ejemplos.

¿De los alemanas como proveedores oficiales?
Vivimos esto de manera positiva: las instituciones de beneficencia alemanas hacen mucho por la Iglesia universal. Pienso en Misereor, Missio, Adveniat, y Renovabis, y la Caritas. La instrucción de los sacerdotes en América Latina, por ejemplo en Perú, es financiada fundamentalmente por Alemania. También el 60% de los sacerdotes de Sudáfrica son financiados por Alemania. Los católicos alemanes lo hacen posible sobre todo con su contribución de los impuestos para la Iglesia. Esto en Roma es absolutamente reconocido.

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