El último Sumo Pontifice en dejar su cargo fue Gregorio XII, en 1415. Antes, al menos otros cuatro prelados dimitieron en la historia
Para encontrar el último antecedente de un hecho similar hay que retroceder hasta el siglo XV. Entonces Gregorio XII decidió retirarse, en el año 1415, "por el bien de la Iglesia". Con ese gesto esperaba contribuir a terminar con el Gran Cisma, es decir con la separación en la Iglesia católica y durante la cual hubo varios Papas a la vez en Roma y la localidad francesa de Aviñón.
Pero, según los historiadores especialistas en el Vaticano, al menos otras cuatro dimisiones al puesto se produjeron en la cúpula de la Iglesia. La renuncia más célebre fue la de Benito IX. Elegido en 1033, renunció en 1045, para ser más tarde reelegido y volver a renunciar.
También está el caso de Celestino V, un benedictino, quien fue elegido en 1294 a los 79 años de edad luego de un cónclave que duró el tiempo récord de 27 meses. Abdicó cinco veces para convertirse en un eremita.
Los historiadores sostienen que entre los Papas que han renunciado hay dos mártires, que fueron condenados al exilio, según la agencia AFP.
Son San Clemente I, quien murió en el exilio a los 97 años (sus reliquias se encuentran en Roma desde 869) y San Ponziano, que murió también en el exilio en el año 235 en la isla italiana de Cerdeña.
Algunos historiadores sostienen que también el papa Juan XVIII (1003-1009) renunció para convertirse en monje y otros que Juan XIX (1024-1032) abandonó el trono pontificio para internarse en un convento.
LOS MOTIVOS DE LA RENUNCIA
En el escrito oficial en el que anunció su decisión, Joseph Ratzinger aseguró que "ya no tiene fuerzas" para continuar al frente del Vaticano
Crédito foto: Reuters
Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.
Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.
Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.
Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos.
Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
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