Antes de forzarlos,preguntamos a los reos qué aceite quieren.
Contrainjerencia
Así lo afirmaron a RT los empleados del hospital donde se aplican estas prácticas.
Mientras los abogados y los grupos proderechos humanos describen la alimentación de los que están en huelga de hambre como ?una tortura?, los trabajadores del centro de retención no comparten esta opinión. Prefieren hablar de los métodos que ?les gustan? a los pacientes del centro de asistencia médica de Camp Delta.Uno de ellos, a quien las autoridades militares no le permitieron revelar su identidad, aseguró a la corresponsal del canal RT en inglés, Anastasia Chúrkina, que nunca ha oído hablar a los prisioneros de que ese tratamiento forzado fuera doloroso.?Antes de metérsela en la nariz, la lubricamos, y dejamos elegir al paciente: si quieren lidocaína, que es un anestésico local o que lubriquemos la sonda con aceite de oliva?, dijo ante las cámaras. ?La mayor parte de nuestros pacientes han optado por el aceite de oliva. Parece que les gusta. Algunos de nuestros pacientes están tan acostumbrados a ello, que incluso indican qué orificio nasal prefieren?.Ramzi Kassem, el abogado de varios detenidos de Guantánamo, que se encuentra en Nueva York, pone en duda esta actitud optimista ante la alimentación forzosa. ?La fuerza que se aplica para alimentar a mis clientes en Guantánamo, lo describían precisamente como tortura. La silla de sujeción a la cual los atan con una correa, realmente la llamaban silla de tortura?, dijo a RT.La huelga de hambre, que indujo a las autoridades al uso masivo de la alimentación forzosa, había arrancado en febrero de este año. Alcanzó su máxima cobertura hacia julio, cuando 106 de los 166 prisioneros se negaron a comer. En aquel mes 46 de los participantes de la protesta estaban sometidos a la polémica práctica de alimentarles a través de la sonda.
Según la información disponible de los organismos no gubernamentales, al menos quince personas no han dejado la huelga hasta este octubre.
En total, 779 sospechosos de haber integrado redes terroristas o rebeldes de los países islámicos intervenidos por EE.UU. estuvieron recluidos durante algún tiempo en las instalaciones penitenciarias de Guantánamo. La mayor parte de ellos ha sido liberada sin que se presentara acusación alguna. Más de la mitad de los que ocupan ahora las celdas de Camp Delta fueron exonerados de todos los cargos, pero siguen estando retenidos.
Contrainjerencia
Así lo afirmaron a RT los empleados del hospital donde se aplican estas prácticas.
Mientras los abogados y los grupos proderechos humanos describen la alimentación de los que están en huelga de hambre como ?una tortura?, los trabajadores del centro de retención no comparten esta opinión. Prefieren hablar de los métodos que ?les gustan? a los pacientes del centro de asistencia médica de Camp Delta.Uno de ellos, a quien las autoridades militares no le permitieron revelar su identidad, aseguró a la corresponsal del canal RT en inglés, Anastasia Chúrkina, que nunca ha oído hablar a los prisioneros de que ese tratamiento forzado fuera doloroso.?Antes de metérsela en la nariz, la lubricamos, y dejamos elegir al paciente: si quieren lidocaína, que es un anestésico local o que lubriquemos la sonda con aceite de oliva?, dijo ante las cámaras. ?La mayor parte de nuestros pacientes han optado por el aceite de oliva. Parece que les gusta. Algunos de nuestros pacientes están tan acostumbrados a ello, que incluso indican qué orificio nasal prefieren?.Ramzi Kassem, el abogado de varios detenidos de Guantánamo, que se encuentra en Nueva York, pone en duda esta actitud optimista ante la alimentación forzosa. ?La fuerza que se aplica para alimentar a mis clientes en Guantánamo, lo describían precisamente como tortura. La silla de sujeción a la cual los atan con una correa, realmente la llamaban silla de tortura?, dijo a RT.La huelga de hambre, que indujo a las autoridades al uso masivo de la alimentación forzosa, había arrancado en febrero de este año. Alcanzó su máxima cobertura hacia julio, cuando 106 de los 166 prisioneros se negaron a comer. En aquel mes 46 de los participantes de la protesta estaban sometidos a la polémica práctica de alimentarles a través de la sonda.
Según la información disponible de los organismos no gubernamentales, al menos quince personas no han dejado la huelga hasta este octubre.
En total, 779 sospechosos de haber integrado redes terroristas o rebeldes de los países islámicos intervenidos por EE.UU. estuvieron recluidos durante algún tiempo en las instalaciones penitenciarias de Guantánamo. La mayor parte de ellos ha sido liberada sin que se presentara acusación alguna. Más de la mitad de los que ocupan ahora las celdas de Camp Delta fueron exonerados de todos los cargos, pero siguen estando retenidos.
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