PARAGUAY
Un relato del director del principal establecimiento penitenciario de Paraguay, la cárcel de Tacumbú, estremeció hoy al divulgar la real situación interna de ese penal.
Artemio Vera, el jefe del reclusorio, reiteró en primer lugar que existen encarcelados 3.958 personas en un local con apenas capacidad para unas mil 500 obligando a muchos a dormir en pasillos o amontonados en los pabellones, custodiados por sólo 45 guardias.
La mayoría de los presos tienen entre 18 y 25 años de edad, con más de una entrada al reclusorio por reincidencia en los delitos y además, existe un número nada despreciable que ni siquiera fueron condenados y carecen de abogados para representarlos.
Los que llegan por hechos punibles contra la propiedad como robo, hurto, asaltos y apropiación de bienes ajenos nunca reciben de la sociedad la posibilidad de reencauzar su vida y al poco tiempo regresan a la prisión.
Otra parte de los residentes en el lugar son los condenados o capturados por narcotráfico, homicidio y oros delitos de mayor gravedad.
La falta de protección de la sociedad a quienes intentan a la salida su reinserción a una vida normal llega a provocar, según el funcionario, que muchos internos prefieran permanecer en Tacumbú antes de salir en libertad, pues allí tienen alojamiento y comida.
Hay gente que no tiene vida afuera, la mayoría son de barrios marginales de Asunción y muchos prefieren estar acá y no tardan en reincidir cuando salen, acumulando hasta 10 entradas en el reclusorio.
Se trata de que los problemas de un país con casi el 50 por ciento de pobreza y 29 por ciento de su población en extrema pobreza, inciden en la conducta y vida de los casi permanentes reclusos.
Uno de los casos emblemáticos es el de Carlos Roberto Tyson Gauto, que tiene alrededor de 40 entradas en la penitenciaría, quien sólo puede pedir limosna o cometer otro delito cuando sale y ahora sufre de retraso mental provocado por tantos años de encierro, afirmó.
Un relato del director del principal establecimiento penitenciario de Paraguay, la cárcel de Tacumbú, estremeció hoy al divulgar la real situación interna de ese penal.
Artemio Vera, el jefe del reclusorio, reiteró en primer lugar que existen encarcelados 3.958 personas en un local con apenas capacidad para unas mil 500 obligando a muchos a dormir en pasillos o amontonados en los pabellones, custodiados por sólo 45 guardias.
La mayoría de los presos tienen entre 18 y 25 años de edad, con más de una entrada al reclusorio por reincidencia en los delitos y además, existe un número nada despreciable que ni siquiera fueron condenados y carecen de abogados para representarlos.
Los que llegan por hechos punibles contra la propiedad como robo, hurto, asaltos y apropiación de bienes ajenos nunca reciben de la sociedad la posibilidad de reencauzar su vida y al poco tiempo regresan a la prisión.
Otra parte de los residentes en el lugar son los condenados o capturados por narcotráfico, homicidio y oros delitos de mayor gravedad.
La falta de protección de la sociedad a quienes intentan a la salida su reinserción a una vida normal llega a provocar, según el funcionario, que muchos internos prefieran permanecer en Tacumbú antes de salir en libertad, pues allí tienen alojamiento y comida.
Hay gente que no tiene vida afuera, la mayoría son de barrios marginales de Asunción y muchos prefieren estar acá y no tardan en reincidir cuando salen, acumulando hasta 10 entradas en el reclusorio.
Se trata de que los problemas de un país con casi el 50 por ciento de pobreza y 29 por ciento de su población en extrema pobreza, inciden en la conducta y vida de los casi permanentes reclusos.
Uno de los casos emblemáticos es el de Carlos Roberto Tyson Gauto, que tiene alrededor de 40 entradas en la penitenciaría, quien sólo puede pedir limosna o cometer otro delito cuando sale y ahora sufre de retraso mental provocado por tantos años de encierro, afirmó.
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