El primer presidente negro de Sudáfrica murió en su casa de Johannesburgo, el 5 de diciembre a los 95 años tras una larga batalla contra una enfermedad, y fue enterrado en Qunu, en la provincia del Cabo Oriental, después de diez días de luto en su amado país.
Las tropas se alineaban en la ruta hasta la colina donde fue enterrado, en una parcela en la finca de su familia.
A medida que su cuerpo era colocado en la tumba, una bandera de Sudáfrica fue sacada del ataúd y fue entregada a la viuda de Mandela, Graça Machel, quien fue consolada por la ex esposa del líder sudafricano, Winnie Mandela.
Alrededor de 5.000 invitados, entre ellos su ex esposa Winnie, el Príncipe de Gales, Oprah Winfrey, Richard Branson y el activista de los derechos civiles Jesse Jackson, también estuvieron en el velorio.
El actual líder de su amado país, Jacob Zuma, dijo que Mandela fue “una fuente de sabiduría, un pilar de fortaleza y un faro de esperanza para todos los que luchan por un orden mundial justo y equitativo”.
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