miércoles, 29 de febrero de 2012

La quema del Corán ha avivado el rechazo a los occidentales en Afganistán.

AFGANISTAN
El rechazo de la población afgana a los occidentales no ha sido nunca tan fuerte en diez años de ocupación. La quema de dos ejemplares del Corán ha avivado ese repudio y la muerte de dos oficiales de EEUU ha dejado las relaciones entre Washington y Kabul en su nivel más bajo.


La quema de dos ejemplares del Corán ha sido la última ofensa. En diez años de guerra, el sentimiento antiestadounidense nunca ha sido tan fuerte en la población afgana, que no aguanta ya los desmanes de la OTAN, que con demasiada frecuencia mata a civiles y cuyas tropas no es la primera vez que llevan a cabo profanaciones o actos considerados blasfemos hacia el Islam.
Las autoridades parecen coincidir con su pueblo, porque aún siendo un títere de EEUU, que mantienen a su Gobierno y sus fuerzas de seguridad, el presidente afgano, Hamid Karzai, jamás a condenado las protestas, a pesar de que se han cobrado al menos 29 vidas, asegurando, por contra, que respeta el derecho a manifestarse y la legitimidad de los «sentimientos» de su pueblo. Ayer volvió a llamar a la calma.
Pero la muerte de cuatro militares estadounidenses esta semana como respuesta a la quema de los ejemplares del Corán ha minado las relaciones bilaterales, que, según los analistas, se encuentran en su nivel más bajo.
La gota que colmó el vaso fue la muerte en un tiroteo de dos oficiales estadounidenses cuando participaban en una reunión en el Ministerio afgano de Interior. Aunque la insurgencia talibán se apresuró a reivindicar la acción, fuentes oficiales indicaron ayer que buscan a un agente afgano de 25 años que, según la última versión, disparó a los militares de la OTAN tras una discusión en torno al Corán. Al parecer, los dos asesores de EEUU señalaron, en presencia del oficial afgano, que el Corán es «un mal libro».
Este incidente llevó a la OTAN a ordenar el repliegue de su personal en los ministerios de Kabul. París y Berlín anunciaron ayer la retirada temporal de su personal de las instituciones y de las inmediaciones de Kabul.

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