LIBIA
Inquietud e incertidumbre en el segundo aniversario de la revuelta libia
Algunos grupos retrasaron sus protestas
15 FEBRERO 2013
GARA | TRÍPOLI
La celebración del segundo aniversario del inicio de la revuelta contra el régimen de Muamar Gadafi, comenzó ayer con manifestaciones en las que participaron miles de libios. En Trípoli se concentraron en torno a la plaza de los Mártires agitando globos y banderas, mientras caravanas de coches desfilaban en un concierto de bocinas.
En Bengasi, miles de personas se manifestaron recordando a los muertos, desaparecidos y heridos en la guerra libia pero también lanzaron críticas a las autoridades y reclamaron una mayor descentralización del poder, y la activación del Ejército y de los servicios de seguridad.
Grupos de oposición reclaman una «segunda revolución» en protesta por la incapacidad de las autoridades de garantizar la seguridad en el país, lo que ha suscitado preocupación por el temor a nuevos brotes de violencia.
De hecho, líderes regionales de la zona oriental de Libia pidieron a sus seguidores que cancelaran las manifestaciones, por el temor a que puedan volver a dejar el país sumido en la violencia. «Todo el mundo lleva armas en Bengasi y todavía hay confusión y caos general», explicó el activista Zeid el Ragas. «Como activistas, es nuestra responsabilidad minimizar el daño a nuestra ciudad, así que nos quedaremos en casa este 15 de febrero», aseguró.
La seguridad es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos de Bengasi, donde la violencia contra los extranjeros y la muerte de policías por grupos de milicianos islamistas cada vez es más frecuente. Las reivindicaciones de las protestas iban desde el destierro de los responsables del antiguo régimen a la caída del nuevo régimen pasando por la disolución de las milicias armadas que implantan su ley.
Organizados en milicias, los thowar (revolucionarios) que combatieron a las fuerzas gadafistas son considerados responsables del ambiente de inseguridad y una traba al proceso de reconstrucción del Estado.
A la inseguridad se añade el malestar generado por el deseo de una mayor autonomía y más inversiones, lo que ha llevado a que muchos reclamen un sistema político federal para Libia.
También las milicias han decidido adoptar un perfil bajo durante el fin de semana y algunas han retirado las armas de sus bases. Además, las autoridades han establecido un mayor número de puestos de control para evitar altercados y han cerrado las fronteras terrestres con Túnez y Egipto hasta el próximo 18 de febrero.
Temor de la minoría cristiana al islamismo
«No pasa un día sin que las tumbas no sean profanadas» lamenta Dalmaso Bruno, guarda del cementerio italiano en Trípoli, ilustrando la creciente preocupación de la comunidad cristiana en Libia frente al fundamentalismo musulmán. «Las autoridades libias han venido a hacer fotos y han prometido medidas. Pero no han hecho nada». añade. Pese al temor, decenas de fieles, filipinos, indios y africanos, acuden cada semana a la iglesia católica de San Francisco, en Trípoli, donde rezan «para que Libia encuentre de nuevo la seguridad y la estabilidad». El sacerdote Dominique Rézau señala que los fieles acuden sin problema pero en el este del país se ejerce presión sobre los cristianos, «sobre todo a las monjas, que han sido obligadas a dejar sus congregaciones». «De los 100.000 cristianos con los que contaba el país antes de la revolución, solo quedan unos miles», lamenta. Giovanni Inocenzo Martinelli, vicario de la iglesia católica, afirma que en Bengasi se vive «un ambiente muy tenso y una situación crítica». Estima que el fundamentalismo musulmán «condiciona las decisiones de forma indirecta, lo que debilita la presencia cristiana» Los cristianos son menos del 3% de la población de 6,3 millones. GARA
Inquietud e incertidumbre en el segundo aniversario de la revuelta libia
Algunos grupos retrasaron sus protestas
15 FEBRERO 2013
GARA | TRÍPOLI
La celebración del segundo aniversario del inicio de la revuelta contra el régimen de Muamar Gadafi, comenzó ayer con manifestaciones en las que participaron miles de libios. En Trípoli se concentraron en torno a la plaza de los Mártires agitando globos y banderas, mientras caravanas de coches desfilaban en un concierto de bocinas.
En Bengasi, miles de personas se manifestaron recordando a los muertos, desaparecidos y heridos en la guerra libia pero también lanzaron críticas a las autoridades y reclamaron una mayor descentralización del poder, y la activación del Ejército y de los servicios de seguridad.
Grupos de oposición reclaman una «segunda revolución» en protesta por la incapacidad de las autoridades de garantizar la seguridad en el país, lo que ha suscitado preocupación por el temor a nuevos brotes de violencia.
De hecho, líderes regionales de la zona oriental de Libia pidieron a sus seguidores que cancelaran las manifestaciones, por el temor a que puedan volver a dejar el país sumido en la violencia. «Todo el mundo lleva armas en Bengasi y todavía hay confusión y caos general», explicó el activista Zeid el Ragas. «Como activistas, es nuestra responsabilidad minimizar el daño a nuestra ciudad, así que nos quedaremos en casa este 15 de febrero», aseguró.
La seguridad es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos de Bengasi, donde la violencia contra los extranjeros y la muerte de policías por grupos de milicianos islamistas cada vez es más frecuente. Las reivindicaciones de las protestas iban desde el destierro de los responsables del antiguo régimen a la caída del nuevo régimen pasando por la disolución de las milicias armadas que implantan su ley.
Organizados en milicias, los thowar (revolucionarios) que combatieron a las fuerzas gadafistas son considerados responsables del ambiente de inseguridad y una traba al proceso de reconstrucción del Estado.
A la inseguridad se añade el malestar generado por el deseo de una mayor autonomía y más inversiones, lo que ha llevado a que muchos reclamen un sistema político federal para Libia.
También las milicias han decidido adoptar un perfil bajo durante el fin de semana y algunas han retirado las armas de sus bases. Además, las autoridades han establecido un mayor número de puestos de control para evitar altercados y han cerrado las fronteras terrestres con Túnez y Egipto hasta el próximo 18 de febrero.
Temor de la minoría cristiana al islamismo
«No pasa un día sin que las tumbas no sean profanadas» lamenta Dalmaso Bruno, guarda del cementerio italiano en Trípoli, ilustrando la creciente preocupación de la comunidad cristiana en Libia frente al fundamentalismo musulmán. «Las autoridades libias han venido a hacer fotos y han prometido medidas. Pero no han hecho nada». añade. Pese al temor, decenas de fieles, filipinos, indios y africanos, acuden cada semana a la iglesia católica de San Francisco, en Trípoli, donde rezan «para que Libia encuentre de nuevo la seguridad y la estabilidad». El sacerdote Dominique Rézau señala que los fieles acuden sin problema pero en el este del país se ejerce presión sobre los cristianos, «sobre todo a las monjas, que han sido obligadas a dejar sus congregaciones». «De los 100.000 cristianos con los que contaba el país antes de la revolución, solo quedan unos miles», lamenta. Giovanni Inocenzo Martinelli, vicario de la iglesia católica, afirma que en Bengasi se vive «un ambiente muy tenso y una situación crítica». Estima que el fundamentalismo musulmán «condiciona las decisiones de forma indirecta, lo que debilita la presencia cristiana» Los cristianos son menos del 3% de la población de 6,3 millones. GARA
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