jueves, 8 de marzo de 2012

Haití y la injerencia extranjera.

HAITÍ

BASTA DE INJERENCIA

                                          BASTA DE OCUPACIÓN

                                          BASTA DE NEOCOLONIZACIÓN


Para empezar, me gustaría recordar a Antonio Gramsci cuando planteaba: ?hace falta atraer violentamente la atención sobre el presente tal como es si se quiere transformarlo?.


Lo hago porque, a mi entender, este pensamiento de Gramsci adquiere toda su certeza cuando luego de 8 (ocho) largos años de ocupación de Haití por la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) marcados por actos aberrantes: represión contra pobres; despilfarro de un dineral (más de 800 millones de dólares norteamericanos por año); violaciones sexuales a menores y mayores; epidemia de cólera (más de 7.000 muertos y más de 500.000 afectados por esta epidemia introducida en Haití por los soldados de Nepal miembros de la MINUSTAH); impunidad para los responsables de abusos sexuales; intromisión en asuntos internos del país como, por ejemplo, la abierta y escandalosa manipulación de las últimas elecciones (2010-2011); etc., todo sigue igual o peor.

Además, a pesar de todas esas injusticias y del feroz rechazo de la MINUSTAH por parte de la inmensa mayoría del pueblo haitiano, se sigue rehusando -de manera obstinada-  reflexionar seriamente sobre los graves daños causados. Situación lamentable, pues a esta altura no existe duda alguna que los que enviaron supuestamente para defender en Haití los DD.HH., son justamente los primeros en violarlos al pisotear de diversas formas y todos los días sin remordimiento alguno la dignidad de un pueblo. Reducir la reflexión a un planteo basado únicamente en la piedad y la caridad, apelando a sofismas que son claramente insultos a la inteligencia humana sobre todo cuando los miembros de la MINUSTAH pretenden defender la decisión de mantener dicha ocupación pero denominándola Misión Humanitaria, es caer en lo absurdo y lo grotesco. Es intentar elevar a categoría científica un análisis que es simplemente un reduccionismo totalmente subjetivo. Ni siquiera sería propio de planteos derivados de lo que se suele llamar ?sentido común?, ya que los datos que desmienten los planteos de la ONU son abundantes y más que evidentes.

Es aún más triste y doloroso, cuando algunos gobiernos latinoamericanos que saben por su propia historia lo que representan las violaciones a los DD.HH., a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos, han avalado el tutelaje impuesto por la ONU a partir de una decisión norteamericana, y lo peor es que han aceptado enviar tropas para integrar la MINUSTAH. Entonces, en vez de efectuar una mirada lúcida y atraer violentamente la atención sobre una realidad marcada por una división social injusta e inhumana y una ingerencia sin límite por parte de las grandes potencias encabezadas por los EE.UU. en Haití, prefieren contribuir a través de la MINUSTAH a la destrucción del primer pueblo realmente libre del continente. En consecuencia, Gramsci tenía razón; pues resulta muy difícil ante tantos abusos y engaños contener la indignación, la bronca y hasta la rabia para criticar y luchar para poner fin a este despreciable comportamiento de la ONU.

Pero, desgraciadamente, esto no es todo. Existe otro aspecto de la tragedia haitiana que ha de retener la atención: la errónea posición política asumida por varios cros/as




progresistas y antiimperialistas de la región al estimar que el pueblo haitiano no posee todavía las herramientas que siempre hacen falta para solucionar esos tipos de problemas. En este sentido, consideran que como el pueblo haitiano está derrotado, y que hay un vacío político en referencia a una supuesta ausencia de fuerzas políticas populares capaces de llevar adelante una lucha real por el cambio social, lo más importante por el momento es impulsar o aceptar cualquier tipo de gobierno para que el pueblo pueda ?respirar? un poco. Lo que significa claramente, según esa posición, que en la actualidad la lucha por el triunfo revolucionario en Haití es imposible, es simplemente una ilusión. Y esto es grave, porque con esta visión, estos cros/as, a pesar de su buena fe y voluntad, nos alejan de la única vía capaz de poner fin a tantas injusticias. Sin quererlo, apoyan la tesis elaborada por las grandes potencias que afirma que el pueblo haitiano es un pueblo fallido, derrotado y débil, merecedor únicamente de piedad. Asimismo, el paternalismo político se manifiesta o encuentra cierta ?justificación? tanto desde la derecha como así también desde la izquierda.

Esta situación se nota claramente cuando el actual presidente Michel Joseph Martelly, luego de sus viajes a Cuba, Venezuela y Nicaragua y expresando algunos elogios hacia los principales dirigentes del ALBA por su ayuda concreta y efectiva a Haití, ha despertado cierta ?expectativa? entre esos cros/as.

En Haití, inclusive, algunos militantes del campo popular piensan que habría que tomarle la palabra al presidente para poder desbordarlo por izquierda. Se trata de un gravísimo error de apreciación. Pues se olvidan que Martelly ha sido y es un fiel representante de la dictadura de la familia Duvalier, es decir del sector más reaccionario de los reaccionarios y genocidas haitianos. Apoyó y participó de manera ferviente del primer golpe de Estado contra el presidente Aristide (1991-1994). Su llegada a la presidencia en mayo último pasado fue decidida por la llamada ?comunidad internacional? dominada por los EE.UU. que controló las elecciones más vergonzosas y escandalosas jamás realizadas en Haití. Todo lo que hace su equipo de gobierno apunta a una recomposición de los sectores más reaccionarios, alejados de manera directa del poder desde 1990 salvo durante los períodos que duraron los golpes de Estado.

Esto es así, porque desde sus primeros días como Presidente, Martelly está reorganizando el aparato de Seguridad e Informaciones tal como existía durante el régimen dictatorial duvalierista. Hace falta recordar que dicho aparato ha sido un instrumento clave para la realización del golpe contra el presidente Aristide en setiembre de 1991 luego de 7 meses en el poder. Golpe que costó al país más de 5.000 muertos, según los informes de algunos organismos de DD.HH. de Haití y del propio Aristide. El actual presidente ha colocado en puestos de mando de la Seguridad a antiguos oficiales de las Fuerzas Armadas, policías, paramilitares y miembros de escuadrones de la muerte, acusados de violaciones a los DD.HH. Restauró el tristemente famoso Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Un servicio que, como todos lo saben en Haití, era una unidad de espionaje de las Fuerzas Armadas creada y financiada por la CIA norteamericana durante el año 1986 bajo la Junta Militar que gobernó al país desde la fuga del dictador en 1986 hasta 1990.

Por otra parte, la posición política e ideológica de Martelly es clara. Además, nadie en Haití, sin pecar de mala fe, puede poner en duda que hasta ahora el verdadero poder se encuentra fundamentalmente entre las manos del ex presidente norteamericano Bill Clinton. Desde su instalación como Jefe de Estado, la verdadera política que se desarrolla es la venta de todo o lo poco que queda de Haití, y la multiplicación de las instalaciones de zonas francas. Su política exterior se define como una especie de venta al por mayor. Instrucción ha sido pasada por el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, el empresario mafioso Laurent Lamothe, a todas las representaciones diplomáticas en el exterior: promocionar las ventajas que ofrece Haití y buscar inversionistas. De hecho, la intención de Lamothe es: transformar todas las Embajadas, todos los Consulados en puestos de venta. Tienen que ser eficientes agentes comerciales. Es decir, es el neoliberalismo en su máxima expresión. Cabe recalcar que luego de la renuncia del Primer ministro Gary Conille el 25 de febrero pasado, Martelly designó a Lamothe como su reemplazante. La decisión depende ahora del Parlamento. Lo demás (los viajes a Cuba, Venezuela, Nicaragua, y las palabrerías sin convicción ideológica alguna de parte de Martelly) es puro engaño para ganar tiempo e intentar negociar con cierto chantaje a los norteamericanos, franceses y canadienses para obtener un poco más de divisas y su bendición y apoyo para volver con las Fuerzas Armadas Haitianas disueltas desde 1995 por Aristide con el consentimiento de los norteamericanos. No existe la magia, menos aún en política. Tampoco es un pobre ?pragmático? que busca por todos los medios cómo solucionar los acuciantes problemas de la población tal como lo quieren presentar sus aduladores. Esto es falso, ya que muchos de sus ministros, consejeros, etc., ya han hecho y están haciendo varios y suculentos negocios. Nada ha cambiado bajo el cielo haitiano, y menos todavía con el retorno en fuerza de algunos viejos ?tontons macoutes? (los miembros de la milicia criminal de los Duvalier) y varios de sus hijos. El dictador Jean-Claude Duvalier de retorno desde el año pasado acompaña a Martelly a distintos actos oficiales. Su hijo mayor está entre los asesores de Martelly. El presidente considera al propio dictador como un asesor válido. No podemos olvidar que Martelly declaró en Davos en enero último pasado que amnistiará a Duvalier, bajo el pretexto que hay que obrar a favor de la reconciliación nacional.

Y como si todo fuera poco en el drama que nos toca enfrentar, en varias oportunidades, el comportamiento de Martelly desde mayo de 2011 hasta la fecha, ha presentado distintos signos de demencia. La insalubridad mental de Martelly evocada por distintos medios, no es una exageración como tampoco invención o complot para llegar a su destitución. Esos signos son por todos conocidos desde la época en la que Martelly dirigía su grupo musical. ?Sweet Micky?, nombre artístico de Martelly, ese personaje grosero, grotesco, arrogante y vulgar, que dejaba mucho que desear durante muchas de sus presentaciones mediante gestos y palabras de una obscenidad sin parangón, sigue actuando de la misma manera. Desde su asunción, ha insultado públicamente a periodistas con gestos vulgares e injurias, como así también a diputados y senadores. Ha querido boxear a más de uno que ha respondido a esos insultos. Éste es el personaje que la ?comunidad internacional? escogió para ser presidente de la República de Haití.

En consecuencia, ya es tiempo para exigir:

                                  ¡¡BASTA DE INJERENCIA!!

                                  ¡¡BASTA DE OCUPACIÓN!!

                                  ¡¡BASTA DE NEOCOLONIZACIÓN!!


                                                                                    Henry Boisrolin

                                          Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina

No hay comentarios:

Publicar un comentario