jueves, 8 de marzo de 2012

XXI Feria Internacional del Libro de La Habana.

CUBA

Poder vivir en Cuba

Jóvenes, intelectuales, profesores y gente de a pie que comparten la idea ?hermosa y participativa del socialismo? presentan un libro surgido de un ejercicio de debate público basado en la educación popular.

Miriela Fernández

Foto: ventanadecuba2.blogcip.cu

Cartel del taller Vivir la Revolución
La Habana, Cuba. Como pocas presentaciones de la XXI edición de la Feria Internacional del Libro, la de Poder vivir en Cuba. Diálogo y propuesta a partir del ciclo taller Vivir la Revolución a 50 años de su triunfo, prefirió salir de la habitual sede de la fortaleza de La Cabaña y reencontrar a su público en la salita del Centro de Investigación Cultural Juan Marinello, donde dos años antes tuvo lugar la iniciativa que le diera vida a ese texto.

El lanzamiento devino una continuidad de aquellos encuentros, a los que se retornó desde una perspectiva dialógica y crítica en busca, sobre todo, de sus potencialidades para la actuación en el contexto cubano actual, así como de las que ofrece hojear el libro y ser parte del debate esparcido en sus 167 páginas.

Fue al cumplirse el 50 aniversario de la revolución que un grupo de jóvenes ideó conmemorar la fecha con una expedición a lo vivido a partir de 1959 para, junto al acto de repasar la historia reciente, repensar una práctica política dentro del socialismo, más coherente con los sentidos de estos tiempos. De esa forma, surgió el taller Vivir la Revolución, que se realizó durante diez sesiones de trabajo y que, según Elena Socarrás, directora del Centro Juan Marinello, ?aunque tuvo cuestionamientos, logró navegar por todas las aguas por su nivel de compromiso con Cuba?.

El mensaje del cartel de identidad ?Hagamos nuestra la Revolución?, convertido posteriormente en el rostro del libro, para muchos y muchas de los participantes sintetizó el propósito del taller: una manera de ?hacer la Nuestra?.

?Lo hicimos pensando en nuestro momento histórico, desde la metodología, el contenido y toda la práctica del taller?, dice el joven profesor de Derecho, Julio Fernández, uno de los coordinadores.

?Apostábamos a ser una voz mínima que levantara las voces de muchas otras personas que coinciden con que en Cuba hay diversas formas de entender la revolución, de entender el socialismo. A la vez que existe una contrarrevolución andando, nosotros queremos levantar una idea reedificante, hermosa, participativa del socialismo?, agrega Fernández.

?Los deseos nacieron de experiencias particulares en las que nos habíamos involucrado, pero habíamos chocado con algunos obstáculos, limitaciones. Por tanto, no quisimos quedarnos ahí. De los diez coordinadores, cinco habíamos participado en los talleres de educación popular del Centro Memorial Martin Luther King. Tuvimos como padrinos a personas de mucha experiencia en la educación popular de esa institución y de la Cátedra Gramsci del Centro Juan Marinello. La mística interna fue la educación popular. Ella toda es la mística del socialismo y queríamos que nuestras discusiones sobre socialismo se entendieran desde una nueva sensibilidad, con otro discurso, con otras prácticas, con mayor flexibilidad. Nosotros también estábamos haciendo revolución y socialismo.?

Encuestas realizadas por los integrantes de la coordinación en diversos grupos sociales, laborales, profesionales que les eran cercanos permitieron conformar el diseño del taller, pues tras esta indagación se sucedían levantamientos sobre las problemáticas de Cuba más discutidas en estos espacios. También se sumaron las preocupaciones cotidianas, compartidas por los jóvenes que idearon los encuentros.

?Por eso tratamos de ir de lo más general a lo particular. Hablamos de todo el sistema político en Cuba; del sistema de propiedad, sus contradicciones, siempre pensando en el socialismo; analizamos ámbitos de la diversidad; las aéreas de discriminación racial, de género y otras; el problema migratorio. Discutimos qué creíamos nosotros que era la revolución, conceptual, científica y vivencialmente para poder organizarnos. Nos preguntamos qué pensamos los que venimos aquí, los cubanos y las cubanas sobre la revolución, la nación, el socialismo, y eso sirvió como punto de partida?, explica Julio y luego añade que la intención de los debates era absorber a ?gente que no quiere seguir en el mismo discurso centralizado, de las mismas verdades que ya se han dicho. Queríamos que nuestra voz juvenil, sin que fuera la única, reuniera a todas las voces posibles, y para ellos teníamos teóricos de cualquier edad, lo mismo intelectuales como el sociólogo Juan Valdés Paz o el historiador Fernando Martínez Heredia, que estudiantes universitarios?.

?En ningún momento nos reñimos con un discurso generacional?, apunta, ?este taller no podía ser incoherente en su práctica con lo que estábamos diciendo, por tanto, no podía basarse ni en la discriminación, ni en la indiferencia, ni en el freno a la diversidad. No era un taller para una generación, pero evidentemente tenía todo nuestro discurso, nuestras ganas, nuestra sensibilidad, nuestra obsesiones de jóvenes?.

Sin embargo, el propio coordinador evalúa como una limitación el hecho de que el público más participativo fuera académico: ?Es un problema que tiene toda la izquierda en el mundo, el discurso socialista que quiera ser diferente. Pero tenemos el libro para mayor alcance. Nosotros después del taller queríamos hacer una universidad popular, llevar esto a otras partes, no quedarnos en La Habana, en la universidad, porque no se trata de un taller para pensadores, sino para todo el mundo. De todas formas, no lo hicimos a puertas cerradas, vino quien quiso?.

Para la psicóloga Llanisca Lugo, otra de las coordinadoras, el taller ?fue como tomar el té unos minutos de la tarde, mientras la vida sigue. Hay otros espacios actuales en los que realmente pones y devuelves mucho de lo que reflexionaste en aquellos días. El taller en sí mismo no era un fin, sino un espacio al servicio de personas y proyectos con ideas a debatir?.

?Sirvió para abrir y conectar otras puertas y experiencias, y muchos de los que estuvimos allí le debemos no sólo el encuentro con un ideario construido y recreado durante la historia de la revolución cubana y las diversas prácticas que lo expresan, sino el hecho de conocer esos proyectos concretos en los que fuimos involucrándonos. Además colocó en el imaginario de muchos de los presentes la educación popular como concepción político-pedagógica que debe acompañar las transformaciones que protagonicemos en Cuba?.

En consonancia con estas palabras, durante la presentación del libro otras voces hablaron del significado de ?Vivir la Revolución? como lugar de congragación de diferentes colectivos y de renacimiento, al propiciar la conformación de nuevos grupos que podrán funcionar también a partir del legado de esta iniciativa con visos de autonomía y autogestión:

?Nosotros tuvimos un punto de partida institucional, pero fue sólo un pie forzado porque asumimos la invención cada día, la lucha contra los dogmatismos, contra las limitaciones internas. Autogestionamos muchas cosas, aunque si teníamos el apoyo moral y a veces material de varias instituciones. Y eso sirvió para que la gente aprendiera que hay otra manera de hacer las cosas?, subraya Julio.

Un mensaje similar al público que casi desborda la sala dejó una mujer al rememorar fragmentos de una letra escuchada al cantautor Carlos Varela: ?Que vivir no es sólo ir y venir de vuelta. Dime para qué sirven tantos sueños escondidos tras las puertas??

Muchas de las intervenciones tuvieron como denominador común la mención de la importancia que el libro Poder vivir en Cuba tiene entre en la esfera pública cubana como testimonio, herramienta y aliciente para la capacidad transformadora de cada lector. Por ello, no es casual que el texto esté escrito en primera persona del singular. Un yo, desde su identidad, reflexiona sobre su entorno para tomar partido, o sea, para participar activamente en la construcción junto a otros de un proyecto colectivo.

En ese sentido, el joven abogado señala: ?Creemos en el socialismo y no en edulcorar las palabras para que la gente crea en él, sino en socializar el poder para que la gente rehaga el socialismo en Cuba?.

Casi al finalizar la presentación del texto, un profesor de arte, participante en los encuentros, habla de la creencia en lo humano para hacer su revolución: ?Este fue un taller vivencial y convivencial que nos permite vivir nuestro proceso como un proyecto espiritual. Muchas veces se habla de la izquierda y no se menciona la espiritualidad de una revolución y de una sociedad, como la nuestra. Al principio del triunfo revolucionario algún barbudo dijo, vamos a empezar, que hemos perdido 50 años. Quizás podamos decir lo mismo, de otra manera. Vamos a empezar, que hemos ganado 50 años?.

FUENTE; Desinformémonos (México)

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