sábado, 16 de noviembre de 2013

DETIENEN y EXTRADITAN A FEMINICIDA VIP Roberto Barreda se había fugado con la complicidad de su familia y de sectores del poder guatemalteco

GUATEMALA

Psicólogos analizan el perfil de un hombre obsesionado con la figura estereotipada de la mujer.

por Carmen Quintela 

  El acusado asegura que es inocente y que desconoce el paradero de su esposa.

11 horas pasaron desde que Barreda arribó al país hasta que lo trasladaron a la cárcel.
A las 7:20 horas del sábado, media hora después de tocar tierra en la Fuerza Aérea Guatemalteca, Roberto Barreda caminaba con lentitud hacia un picop que lo llevaría a los Tribunales.

Las manos a la espalda, esposadas, y a cada lado un agente de la División Especializada de Investigación Criminal (DEIC). En la cara, la sonrisa que se le dibujaba al mirar hacia la prensa, la cual escondía 28 meses de incertidumbre y preguntas, de las que solo él guarda respuesta.


Cuando el 7 de julio de 2011 su esposa Cristina Siekavizza desapareció, Roberto Barreda fue el primero en asistir a las marchas que se organizaban para dar con su paradero. ?Puede observarse en esta actitud un ocultamiento de violencia con la creación de una figura social positiva?, explica Maricruz Figueroa Portillo, psicóloga forense.


Su huida, apenas un mes después de la desaparición de Siekavizza, contrastó con esta actitud. ?Hay en él cierto grado de responsabilidad, a partir del momento en el que huye?, comenta Antonio Garavito, director de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental. ?Esa actitud la toman muchas personas que no quieren enfrentar responsabilidades?.


?Barreda es un hombre con un trastorno obsesivo compulsivo?, explica Figueroa. ?Tenía unas ideas estereotipadas y misóginas de la mujer, que le ayudaban a justificar sus actos?.


La psicóloga explica que probablemente abrumado por la figura de su madre, ?una mujer con poder?, buscó a una persona que no llenara ese perfil. ?Trabajó a su víctima durante años, iba mermándola psicológicamente?.


Según el Ministerio Público, el esposo de Siekavizza vivió durante meses con los niños y una empleada doméstica en Paraíso Maya, una exclusiva colonia residencial de Mérida, en Yucatán. Trabajaba en una empresa de importaciones y exportaciones en la que ocupaba un cargo gerencial, de lunes a viernes, y los fines de semana viajaba a Belice. Su vida continuaba con normalidad.


?Necesitaba retomar el control?, cuenta Figueroa. ?Lo perdió con la muerte de Cristina y lo recuperó con una planificación. Probablemente disfrutaba jugando con la Policía, dejando pruebas y ratificando que nadie sabía dónde estaba?.


En el vuelo en el que regresaron los hijos de Barreda, la pequeña María Mercedes preguntaba por su mamá. ?Decía que estaba en Estados Unidos, seguramente eso le decía el papá?, contó Juan Luis Siekavizza. ?Este tipo de agresores necesita codificar a sus víctimas?, explica la psicóloga.


OPINIÓN
Cayó el feminicida Roberto Barreda.

POR ILKA OLIVA (para Resumen Latinoamericano)

8 noviembre, 2013
Independientemente de todo me alegro que las crías estén bien eso es lo fundamental. También me alegra que lo capturaran, eso devuelve en cierto modo un poco de esperanza en el sistema de justicia guatemalteco. Es sin duda una buena noticia que nos devuelve el aliento. Yo como mujer pediría una nueva ley, una que ampare que le corten los coyoles  y que en lugar de puntos dejen que se le seque la herida con emplastes de sal y limón. Por abusador, por golpeador, por asesino.  Que sean mujeres las que le den una buena tunda  para que sienta en carne propia. Pero me conformo con que se le realice un juicio y que la justicia se encargue de mandarlo a la cárcel y que pague conforme las leyes ya estipuladas: su mala sangre su saña y la burla a la familia de su esposa, a sus hijos y al sistema de justicia guatemalteco. Algunas veces dan ganas de tomar la justicia en mano propia, cuando se ha perdido la fe en un sistema que colapsa y es manipulado. Pero hay que seguir porque no toda la gente que labora ahí se deja comprar, también hay personas honestas que buscan la verdad.


También pido y exijo  que el tráfico de influencias no deje que la impunidad impere. Porque es lo mínimo que se merece la memoria de una mujer a la que su esposo golpeó, abusó y asesinó. A un ser que sufrió de violencia intrafamiliar, a unos niños a los que se les traumatizó en el hogar y posterior fuga hacia otro país, a crías a las que se les alejó  de su familia, amigos  y medio ambiente.

Que no solo pague él sino quienes también lo ayudaron a falsificar los documentos, a llevar a cabo su fuga, a instalarse en otro país. A quienes dentro del sistema de justicia guatemalteco eliminaron evidencias y pagaron su mordida habitual para que el feminicida se diera a la fuga.

Qué pague la madre mártir y solapadora y el padre engendrador de feminicidas. Qué paguen sus compinches. Qué paguen quienes trafican con la justicia, por este y todos los casos que han entrampado para dejar libres a genocidas, violadores de niñas y feminicidas.

Lo exijo para este y todos los casos de feminicidio. También exijo que los medios de comunicación presten el mismo nivel de atención y publiquen en primeras planas y refresquen reportajes e investigaciones con otras víctimas que han quedado en el olvido debido a que  sus familias no pertenecen a una clase social pudiente. Exijo lo justo y lo  honesto. Ningún ser humano vale más que otro.

Exijo  que se busque por tierra, aire y mar y hasta por  debajo de las piedras a los asesinos de víctimas que no tienen el abrazo de la sociedad a su favor,  de ellas las invisibles, las  que no tienen un apellido elegante y que no estudiaron en colegio privado. Exijo que a ellas también se les nombre  y no se les trate como XX  como si no tuvieran quién por ellas, sí lo tienen y son familias sumidas en dolor, hijos huérfanos, ellos también sienten y sufren y esperan justicia.

Exijo que de la misma forma en que hoy el pueblo de Guatemala ha celebrado como fiesta nacional la captura de este asesino y abusador de mujeres, secuestrador y falsificador de documentos, también con el mismo júbilo y energía abarrote las redes sociales, envíe mensajes de texto, bocine en las calles, propague la noticia de boca en boca, para exigir que los culpables de genocidio paguen por sus delitos.

Malaya ver unida como hoy a la burguesía y a la clase invisible celebrando por igual la sentencia por caso de genocidio en mayo pasado. Pero ni cuillo ni de una ni de otra.

Malaya que los medios de comunicación hubieran brindado su apoyo así como este día a las mujeres Ixiles que caminaron  honestas para relatar frente a un tribunal y frente al mundo entero lo que el ejército les hizo vivir, sus carnes  tiernas arrancadas por lujurias de estrategia de opresión. Ingratos, las ignoraron y las invisibilizaron porque eran indígenas porque  iban descalzas porque señalaban a quienes les da sus propinas por publicar lo que él  y sus compinches les dictan.

Exijo que este pueblo también abogue y pelee por los innumerables casos de niñas abusadas sexualmente  y preñadas a las que se les niega el derecho al aborto. Para que paguen los culpables para que la iglesia no meta sus narices, para que el sistema deje la doble moral.

Que este  pueblo de miseria reaccione y exija que se encarcele a traficantes de trata de personas. Sí, así como hoy celebraron por la caída de un hijo de una familia burguesa  que tiene  contactos y tentáculos en todos lados, también exijan que el hijo de un encopetado del sistema de justicia pague por traficar con niñas y explotarlas sexualmente. Por esas niñas que pertenecen a la clase invisible.

Hoy el Ministerio Público nos ha dado un aliento, para seguir caminando, para no decaer, para seguir confiando a pesar de todo y de tanto en  que dentro del sistema de justicia también hay gente honesta y  que trabaja por la verdad.  Hay que seguir denunciando, exigiendo, apoyando, unificándonos  y sacando del camino a la impunidad. Somos más las personas honestas  y trabajadoras que deseamos una Guatemala libre de impunidad, una Guatemala con memoria histórica e identidad.

Este caso en específico por ser el de una familia que no pertenece a la clase social invisible ha ayudado a que se evidencie y se trate más públicamente sobre el problema de violencia intrafamiliar y feminicidio.  Ha abierto un camino no hay que dejar que se cierre la brecha.

Cabe agregar que con la alegría que pueda estar viviendo la familia de  Cristina en este momento por el reencuentro con sus nietos,  nada ni nadie, ninguna posición social  podrá devolverles a su hija  que es ya una herida que nunca sanará. Ni a las crías su madre, ni la hermana, ni la amiga, ni la mujer.  Se truncó una vida. Mi abrazo solidario desde aquí para ellos y para todas aquellas personas que lucharon arduamente para ver llegar este momento. Un abrazo solidario  para las familias de esos cientos de víctimas de feminicidio que han quedado en la invisibilidad, ellas también tienen nombre y sus casos necesitan se esclarecidos.

Por una justicia limpia de impunidad y de tráfico de influencias, hay que seguir que el camino es largo.

Ilka Oliva Corado.

Noviembre 08 de 2013.

Estados Unidos.

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