viernes, 8 de noviembre de 2013

"Todo un cargador le descargó, hasta el último tiro el policía y lo mató"

ASONADA POLICIAL EN SANTA CATALINA, ASESINAN A UN JOVEN TRABAJADOR

Opina Jorge Zabalza tras los incidentes en Santa Catalina
El extupamaro  dijo que ?el clima de inseguridad que hay en Santa Catarina a partir de que la Policía se ha introducido, lo provoca la propia Policía?.JORGE ZABALZA HIZO DECLARACIONES SOBRE EL NUEVO ASESINATO POLICIAL
?Nosotros volvimos anoche de la conferencia de prensa y nos encontramos con Santa Catarina ocupada por la Policía, patrulleros que a toda velocidad recorrían las calles, dos camionetas de la metropolitana con policías en la caja exhibiendo las armas y algún disparo al aire?, explicó.mar nov 5 2013 08:31Zabalza relató: ?Nos refugiamos en una carnicería y nos enteramos que había habido un asalto a un almacén de acá del barrio, de gente muy conocida, los asaltantes dispararon en dos motos antes que llegara la Policía. Cuando llego la Policía pasaban otro dos chicos en moto y a uno de ellos, Sergio Lemos, que no paró rápidamente como exige el protocolo policial le dispararon a mansalva, todo un cargador le descargó, hasta el último tiro el policía y lo mató"."Luego cargaron la moto y el cadáver en una camioneta y se lo llevaron al Centro Coordinado del Cerro. Un crimen así que esperemos que no queden impune, como tantos crímenes que quedaron en la impunidad de este país?.Zabalza negó que el joven muerto fuera un delincuente: ?Sergio Lemos, un chico trabajador, el padre trabajo toda la vida en la construcción, yo lo conozco personalmente al chico, siempre una vida de lucha y el chiquilín estaba trabajando con el padre, era un botija tranquilo ?.?Fue una cosa que provocó indignación en los gurises y en las madres. Los protagonistas de anoche acá en Santa Catrina fueron gurises de entre 15 y 18 años y las madres. Cualquiera de ellos podría ser la víctima de un desmán policial, en cualquier momento?, sostuvo.No es la primera vez que sucede afirmó y dijo que ?el clima de inseguridad que hay en Santa Catarina a partir de que la Policía se ha introducido, lo provoca la propia policía?.  ?Yo tengo unos cuantos años de relaciones con las autoridades policiales y militares y yo sé cuando te pasa un patrullero despacito y te viene semblanteando para ver como reaccionas, es una forma de provocarte?, explicó y agregó que: ?Los chiquilines caen en las provocaciones??Los chiquilines en la indignación se zarpan, eso es completamente humano y natural?, afirmó.?Yo no sé si será para bien o para mal, ayer si la Policía no hubiera venido cuando se terminaba de quemar las gomas los gurises se hubieran dispersado, porque no era otra cosa que una protesta, pero hicieron esos famosos cordones policiales con escudos, cascos, que parecen marcianos de la época del pachecato. Y bueno eso lo que hace es agitar más los ánimos, enojar más a la gente, porque acababan de matar a un chiquilín, ellos salen a la protesta y entonces después viene la Policía a castigar a los que protestan que su grito era justicia, justicia?, dijo.Y añadió: ?A veces las cosas se resuelven mejor entre vecinos, sin la presencia policial, yo creo que el ministro (Eduardo) Bonomi es también participe de la creación de un clima que tiene que ver con la impunidad y con un crecimiento de la violencia policial que no lo denuncia este ?radical?."Es SERPAJ, Madres y Familiares desparecidos que están percibiendo que aumentan las denuncias de desmanes policiales. Ustedes mismos lo están denunciando como el otro día cuando para reprimir un motín?. Además, añadió que en este momento en la Policía "incentiva el gatillo fácil". 


Santa Catalina está de lutopor Verónika EnglerEn noviembre del año pasado el Ministerio del interior declaraba que iban a entrar a los barrios con la Policía Comunitaria ya que ellos ?tiene un perfil de trabajo distinto al del funcionario policial común. Tiene un proceso de selección diferente, trabaja en el terreno, busca generar confianza en los vecinos, tiene un perfil de comunicación, interactúa en el barrio para resolver problemas, y sabe escuchar?, explicaban. También lanzó una campaña de afiches que, según ellos, buscaba promover la integración social e invitaba a reflexionar sobre la estigmatización que cae en los barrios más afectados por la delincuencia. Estos afiches, con imágenes de sonrientes policías, rezaban: ?En el Borro hay muchos jóvenes que estudian, no los borres, yo los defiendo?; ?En el 40 semanas hay mucha gente que trabaja todos los días, yo los defiendo?; En el Marconi hay mucha gente que marca tarjeta, yo los defiendo; ?En Paso de la Arena hay muchos jóvenes que no se dan la papa, yo los defiendo? Hoy asesinaron a un muchacho trabajador, querido, conocido por muchos en el barrio, un joven que tenía toda una vida de aciertos y equivocaciones por delante. Hoy, lunes 4 de noviembre el barrio de Santa Catalina vuelve a sufrir el atropello y la bestialidad policial. Constatamos con dolor que esas simpáticas sonrisas y frases quedaron colgadas en los afiches de Bonomi. Aquí no los defienden, los asesinan. El adolescente Sergio Lemos es brutalmente acribillado por el simple hecho, o la mala estrella de pasar por el lugar donde se había cometido una rapiña. Al grito de alto se asusta y no detiene inmediatamente la moto que conducía, es baleado en una pierna y posteriormente le pegan varios tiros más por la espalda. Cae muerto en una cuneta antes de llegar a la esquina y aunque un delito no justifica una muerte, la triste verdad es que el chico ni siquiera tenía algo que ver con el robo a la almacen. Los habitantes del barrio están indignados, con una mezcla de dolor e impotencia explican que la policía golpeó a otros jóvenes que se acercaron a intentar auxiliar a su amigo. Como una bolsa de papas, el cuerpo de Sergio, el hijo del Chino, es arrojado a la camioneta junto a su moto. Con la voz quebrada, los vecinos cuentan que el joven era un gurí tranquilo, que trabajaba y que no se metía con nadie, una familia querida y respetada. Quienes están allí, son dolorosamente conscientes de que podía haberles tocado a cualquiera de ellos. No se pueden defender del atropello policial, de la impunidad que continuamente les recuerda que viven en un barrio estigmatizado a pesar de los bonitos afiches y los discursos de los políticos que mienten. Se escuchan muchos comentarios sobre el comportamiento de la policía en el barrio, sobre la arbitrariedad con la que se comportan. También se comenta sobre el maltrato que reciben cuando son conducidos a jefatura por tener pinta de ?pichis?, lo que los convierte indefectiblemente en sospechosos. Es tarde, pero en la plaza hay también niños y niñas, madres y padres. El común denominador es el comentario de ?no puede ser, no pueden hacer esto?. Bronca, frustración, duele hasta la médula; hoy es el hijo del Chino, mañana puede ser uno de los míos piensan. Prenden fuego algunas llantas, llega un camión de bomberos que estaciona por la calle Victor Hugo, a varios metros de donde nos encontramos reunidos los vecinos. Algunos gurises quieren tirar piedras, es duro el dolor cuando se ata en la garganta como una soga que ahorca, cuando se instala como una bola de fuego en la boca del estomago. La mayoría los persuade de que mantengan la calma. Llegan varios autos de la policía que paran también a prudente distancia, se queman más cosas, se corea pidiendo justicia? si, justicia, esa palabra que al entender de muchos de nosotros ha perdido sentido ahogada en el mar de impunidad reinante. La oportuna llegada de la prensa aplaca un poco los ánimos, es importante que esto se sepa, que se escuche este pedido de justicia, los milicos no arremeten mientras hay cámaras, saben que están en falta, ¿pero son conscientes de que se convirtieron una vez más en asesinos del pueblo? Ayer me sentí orgullosa de vivir en Santa Catalina, de compartir la indignación de un pueblo dolido y de la valentía que demostraron al expresarlo.Sin embargo, siento vergüenza de que algunos se titulen de izquierda, de que se mientan defensores de los derechos de los desprotegidos y vulnerados mientras en realidad los atropellan y vejan, los hacinan en vergonzosas cárceles, los torturan y convierten en un número de un expediente... Los ?daños colaterales? que está provocando la política de represión del ministro del interior, nos duelen a muchos y nos está costando caro en vidas, vidas que importan. Si la policía no se hacía presente en fantástico despliegue de poder represivo, los vecinos se dispersaban antes, pero al verlos bajar de los vehículos, munidos de cascos, chalecos y escudos, apenas un par de horas después de haber asesinado a un botija, se encendió la rabia y se avivó el dolor. ¿Acaso piensan los ?superiores? que mueven a estos títeres armados, que el pueblo no tiene derecho a estar indignado, a sentirse vulnerado y jodido hasta el cansancio y a manifestarlo?, ¿acaso se olvida Bonomi and company de la lucha de los Tupamaros?, esa historia que los llevó al gobierno. Padecen una amnesia de acomodo político, olvidan los tiempos en los que parecía que por sus venas corría la sangre que hierve de indignación frente a la injusticia: ?La sangre de Tupac, la sangre de Amaru, la sangre que grita, libérate hermano...?

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