jueves, 16 de febrero de 2012

Desde Venezuela cuatro intelectuales del país vasco, Brasil, Guatemala y México aportan interesantes reflexiones sobre la situación actual en el mundo.


DEBATE- VENEZUELA


Coyuntura actual bajo la lupa

(AW) 

JORNADA DE TRABAJO NACIONAL MCB CAPITULO VENEZUELA- CHICHIVIRICHE
27 Y 28 ENERO 2012.
APORTES ENVIADOS DE:
IÑAKY GIL DE SANVICENTE, PAIS VASCO.
IVAN PINEIRO, BRASIL (PCB).
MIGUEL ANGEL SANDOVAL, GUATEMALA.
PAVEL BLANCO, MEXICO (PCM).

ANALISIS COYUNTURA INTERNACIONAL.
 
¿QUÉ TEORÍA, QUÉ CRISIS Y QUÉ PODER? IÑAKY GIL DE SANVICENE, PAIS VASCO.
Hoy vamos a debatir en esta Venezuela tan vibrante algunas ponencias sobre el contexto mundial. Por estrechuras de tiempo voy a hablar casi telegráficamente para poder explicar que no podemos realizar un buen análisis del contexto si no utilizamos el método marxista, si no utilizamos la teoría marxista de la crisis y si no fijamos el objetivo de la toma del poder, según lo explica la teoría marxista de la
revolución.
1).- Un comentario generalizado dentro de las organizaciones internacionales del capital, de la gran banca, de los Estados imperialistas, de la prensa burguesa especializada, es que apenas se sabe nada seguro sobre qué está ocurriendo en la actualidad, sobre sus causas, su duración y su desenlace.
Recordemos que cuando estalló la crisis financiero-inmobiliaria en el Japón de 1990 se nos dijo desde la pomposa "ciencia económica" que aquello pasaría pronto, que era un simple "catarro" de la entonces segunda economía del mundo. Recordemos que la crisis de los "tigres asiáticos" de 1997 fue negada como tal por el FMI. Recordemos que el argentinazo de 2001 sorprendió hasta a dios, y que la crisis actual crisis iniciada en 2007 ha sido negada como tal hasta prácticamente 2009 ó 2010. Hemos recurrido sólo a unos muy poco y recientes ejemplos del estrepitoso fracaso de la "ciencia económica".
Ahora mismo, aparte de constatar la gravedad de la situación, la intelectualidad burguesa no sabe realmente qué es lo que sucede. Pero no creamos que lo sabe el reformismo, de hecho el fracaso teórico y político del reformismo es aun mayor, si cabe, que el del imperialismo. Recordemos que fue el
reformismo el que elaboró o ayudó a elaborar las famosas "nueva economía", "economía inmaterial", "economía de la inteligencia" y otras que venían a decir que el capitalismo había superado las crisis para siempre, que eran cosa del pasado, que nunca volverían a producirse.
Por tanto, no estamos sólo ante una crisis sistémica, también estamos ante una crisis de la "ciencia económica" burguesa, que es una ideología destinada a ocultar la realidad objetiva de la explotación asalariada. Este punto es central para definir el contexto mundial ya que no debemos abordarlo
exclusivamente desde un economicismo mecanicista, sino a la vez desde el fracaso histórico del pensamiento burgués. Tomar conciencia de este hecho nos vacuna contra la superficialidad y la unilateralidad ya que nos pone ante una lección histórica: las clases propietarias de las fuerzas productivas
son tanto más inhumanas y salvajes cuanto más ignorantes y ciegas son, porque entonces ni siquiera prestan oídos a las propuestas reformistas que siempre quieren ayudarles, sino que más temprano que tarde terminan recurriendo a la violencia reaccionaria más atroz.
3 Si ha fracasado la "ciencia económica" ¿a qué teoría explicativa debemos recurrir? El marxismo se enfrenta a la ideología burguesa en todo, pero especialmente en cuatro puntos irreconciliables: uno, la teoría de la explotación asalariada y de la economía en general; dos, la teoría del Estado, de la
democracia y de la violencia en general; tres, la teoría del conocimiento, la dialéctica materialista; y cuatro, la teoría ética y moral. Se trata de un choque frontal, inevitable y obligado, sobre todo en los períodos de crisis sistémica como el actual. Hasta no hace mucho, la casta intelectual había jurado que el
marxismo era un cadáver putrefacto. Ahora incluso sectores de esta casta empiezan a citar a Marx descontextualizándolo, pero no al marxismo como corriente rica y compleja, crítica y creativa, para no perder audiencia.
En realidad el marxismo no ha "vuelto" porque nunca se fue. Siempre que exista explotación económica, opresión estatal, dominación cultural y miseria ético-moral, además de otras injusticias, el marxismo estará activo porque es la teoría-matriz que explica por qué todas las opresiones por pequeñas que sean, por aisladas que parezcan estar, todas, sin embargo están relacionadas entre sí mediante una dinámica interna, un hilo rojo que las recorre y conecta por debajo de la apariencia inmediatamente visible, y eso que las une no es otra cosa que la propiedad capitalista de las fuerzas productivas. Por eso el marxismo afirma contundentemente que las crisis resurgirán una y otra vez siempre que siga existiendo el capitalismo, como sucede ahora mismo. El contexto actual vuelve a certificar la validez científico-crítica del marxismo. Pero el marxismo es la única concepción del mundo, la única praxis, que reafirma y asume que su destino es desaparecer, extinguirse a la vez que se extingue y desaparece el capitalismo, que es su causa. Después, con el avance del socialismo al comunismo surgirá una nueva forma de ser humano, con un pensamiento que ahora no podemos ni imaginar.
2).- Las primeras interpretaciones de la crisis, entre 2007 y 2009, echaban la culpa a los préstamos de "mala calidad", a la insolvencia de la gente pobre, explotada, que se había dejado llevar por su afán consumista sin disponer de recursos para devolver la deuda. Luego, bajo la presión de los hecho, se
añadió la responsabilidad de los banqueros "irresponsables" y hasta corruptos, y por último y en general, a la "mala gestión" financiera. Verdades a medias destinadas a ocultar la responsabilidad última, la del capitalismo en cuanto tal. No se podía ni debía criticar la raíz del mal: la propiedad privada, y por ello había que recargar la culpa en diversas expresiones de la personalidad humana tal cual la entiende la burguesía, o sea, una interpretación psicologicista, biologicista, esotérica e idealista. De la misma forma en que se habla de la "mano invisible del mercado" --negando el puño de acero del Estado-- se recurre también a los "instintos consumistas" y a la "naturaleza humana" cegada por el afán de lucro.
Lenin decía que la realidad es tozuda. Los hechos terminaron imponiéndose y se supo que poco antes de otoño de 2007 la CEOE había reconocido que los beneficios mundiales estaban a la baja, pero esta verdad cruda no convenía airearse porque surgirían las preguntas: ¿no confirma eso una de las críticas marxistas al capitalismo, que la tasa media de beneficio tiende a la baja? Era una verdad tan incómoda que la misma burguesía la negó incluso aunque ya la habían descubierto sus dos fundamentales economistas, Smith y Ricardo. La verdad es revolucionaria, decía con razón Gramsci, y por eso el capital necesitaba negarla. Pero la avalancha de verdades rompió todos los diques de censura: la burguesía estaba invirtiendo en masa capitales sobrantes, excedentarios e improductivos en la corrupta ingeniería financiera de alta rentabilidad inmediata y decreciente soporte material; invertía también en masa en el ladrillo, en el cemento, en las armas, y menos en industria. La razón es que ésta rama productiva daba poco beneficio en comparación con las otras. Y el beneficio máximo en el menor tiempo posible es el dios de la civilización del capital.
A la vez fueron conociéndose más en detalles otras contradicciones que también forzaban a la financiarización y a la baja del beneficio por los sobrecostos y gastos improductivos que generaban a la larga. La crisis energética, ecologista y alimentaria sobrecarga los costos totales y anima a la burguesía a refugiarse en la "economía del cemento" y en el capital ficticio. La crisis de hegemonía política del imperialismo le obliga a multiplicar sus gastos militares para asegurarse los recursos energéticos cada día más escasos, y la crisis de legitimidad del imperialismo occidental en el mundo merma su poder. Estas tres grandes subcrisis, o crisis parciales, venían de antes pero se agudizan con el tiempo e interactúan con la crisis estrictamente económica produciendo una sinergia demoledora. Más aún, estas cuatro subcrisis tienen todas ellas la misma raíz profunda: la lógica del máximo beneficio, aunque se han gestado cada una de ellas con ritmos y en áreas diferentes, pero siempre dentro de la unicidad del capitalismo.
El contexto actual no es sino la síntesis política de la dialéctica de estas cuatro crisis parciales que crean una crisis global superior, más grave que ninguna otra en la historia humana. Hasta ahora, las anteriores crisis estructurales o civilizacionales han provocado revoluciones, contrarrevoluciones y devastadoras guerras mundiales. Las teorías marxistas de la crisis y la del imperialismo aportan las herramientas teóricas necesarias para conocer e intervenir en las tendencias que fuerzan el choque mortal entre las contradicciones irreconciliables del capitalismo, aprendiendo que la tendencia a la sobreproducción, al subconsumo, a la desproporción entre el sector I y el sector II, más la presión de la caída tendencial del beneficio medio, hacen que se vaya cuarteando el sistema desde sus bases profundas. Allí donde además este resquebrajamiento se acelera por la debilidad sociopolítica del Estado burgués, allí tiende a reproducirse lo que se define como eslabón débil de la cadena imperialista, aumentando las posibilidades
de salto revolucionario.
3).- Hablamos siempre de tendencias y de posibilidades, y es que la dialéctica el materialismo histórico insisten en el papel crucial de la acción humana, de la lucha de clases y de emancipación nacional en las salidas que puedan tener las crisis sistémicas. La importancia clave de la acción humana, siempre dentro de los encuadres objetivos dados, es la que explica la función del poder de clase, del Estado como centralizador estratégico de las violencias del capital contra el trabajo y de las decisiones socioeconómicas. El marxismo no oculta sus objetivos: acabar con la propiedad burguesa mediante la revolución social que instaure un poder popular y un Estado obrero, defendido por el pueblo en armas.
Estado que debe buscar conscientemente su autoextinción en la medida en que se avanza al socialismo.
Pues bien, la tercera característica del contexto mundial es que ha puesto a la orden del día el problema radical del poder. Ninguna de las cuatro subcrisis en aislados, ni menos aún la crisis civilizacional en sí misma, tienen solución democrático-socialista si la humanidad trabajadora no instaura su poder, del mismo modo, pero a la inversa, de que no tienen salida para la burguesía si no refuerza brutalmente su criminal poder, terrorista en última instancia. La lucha de poderes irreconciliables va a adquirir cada vez más rango decisorio porque cada día se va a pudrir más la civilización del capital. La democraciaburguesa, ya muy debilitada desde la anterior gran crisis, la que desembocó en la guerra mundial de 1939-45, es desahuciada por la clase dominante que gira ostensiblemente a la derecha, a la tecnocracia burocrática, al bonapartismo, al caudillismo, al poder oculto de la alianza financiero-industrial militarizada, con el apoyo descarado y desesperado del fundamentalismo cristiano.
La democracia en abstracto existe sólo en los delirios de algún intelectual idiota y en las mentiras propagandísticas. Sí existe la dictadura encubierta del capital, su sorda coerción que estalla estrepitosamente cuando recurre a la violencia injusta. Frente a esto se yergue el proceso que va del
contrapoder popular y obrero a la democracia-socialista y a su Estado, pasando por el doble poder y el poder popular. El contexto actual actualiza la cuestión del poder, de saber qué clase social es propietaria de las fuerzas productivas, la burguesía o el proletariado, porque la irracionalidad capitalista está llevando a la humanidad al borde del desastre. La democracia-socialista, el poder popular y obrero son la única fuerza consciente que puede detener esta marcha desquiciada que mediante una escabechina sangrienta reactive una nueva fase capitalista, hasta su siguiente e inevitable gran crisis. En este contexto nos encontramos luchando a muerte por el comunismo como única alternativa al caos.
IÑAKI GIL DE SAN VICENTE
EUSKAL HERRIA 20-01-2012

Intervención del PCB en el XIII Encuentro Mundial de los Partidos Comunistas y Obreros

El Comité Central del Partido Comunista Brasileño (PCB) saluda a los partidos comunistas presentes, homenajeando al anfitrión, el Partido Comunista Griego, referencia para todos los revolucionarios y trabajadores del mundo, con su ejemplo de lucha sin treguas contra el capital.
La profundización de la crisis sistémica del capitalismo coloca para el movimiento comunista internacional un conjunto de complejos desafíos.
Estamos delante de un estado de guerra permanente contra los trabajadores, una especie de "guerra mundial", en la cual el gran capital busca salir de la crisis colocando la carga en la cuenta de los trabajadores. Esta es una guerra diferente de las anteriores, que tenían como centro disputas
interimperialistas.
A pesar de que persisten las contradicciones interburguesas e interimperialistas en la actual coyuntura, las grandes potencias (sobre todo los Estados Unidos y los países hegemónicos de la Unión Europea) promueven hoy una guerra de rapiña contra todos los países periféricos, sobre todo aquellos que disponen de riquezas naturales no renovables y contra todos los trabajadores del mundo.
La guerra es el principal recurso del capitalismo para intentar salir de la crisis: activa la industria bélica y ramos conexos, permite el saqueo de las riquezas nacionales y la quema de capitales; los capitalistas ganan también con la industria de la reconstrucción de los países destruidos.
En medio de la simultánea ocupación y destrucción de diversos países en los últimos años (Iraq, Afganistán, Libia), ya comienzan a preparar las próximas agresiones: Siria e Irán se destacan en la actual fila. Todos los países víctimas son cuidadosamente escogidos según objetivos estratégicos hegemonistas.
Los métodos son siempre los mismos: satanización, manipulación, estímulo al sectarismo y a las divisiones entre nacionalidades, captaciones, creación o sobrevalorización mediática de manifestaciones y rebeldías, atentados de falsa bandera.
Dentro de algún tiempo, podremos estar delante de una invasión de un país que, hoy en día, nos parece improbable.
En la guerra permanente, por lo menos en esta fase, han sido conservados los llamados países emergentes, socios minoritarios del imperialismo, que legitiman la política de las grandes potencias, componiendo, como actores secundarios, el llamado Grupo de los 20. Sus mandatarios aparecen en la
fotografía que simboliza el consenso entre los compañeros, pero las grandes decisiones son tomadas en fórums reservados, de los cuales nunca se tiene noticia.
Estos países emergentes (los llamados BRICS) se han beneficiado con la crisis, en la medida en que ayudan a superarla; enseguida, podrán ser las próximas víctimas tanto de la crisis como de agresiones militares. Hacen el juego de línea auxiliar del imperialismo, como en la omisión vergonzosa en relación a la invasión de Libia. Sólo levantan la voz cuando algún interés nacional es amenazado. De lo contrario, se lavan las manos.
En nuestro país, los banqueros, las empresas, el agronegocio y los monopolios nunca tuvieron tanta ganancia. La política económica y la política externa del estado brasileño están al servicio del proyecto de hacer de Brasil una gran potencia capitalista internacional, en los marcos del imperialismo. Las empresas multinacionales de origen brasileño, apalancadas por financiamientos públicos, ya dominan algunos mercados en otros países, principalmente en América Latina. Ya la guerra contra los trabajadores no depende de la clasificación del país. Es llevada a efecto en las grandes potencias, en los países emergentes y en los periféricos.
En medio de esta grave crisis y sin la consolidación aún de un importante polo de resistencia proletaria, el capital realiza una violenta ofensiva para retirar de los trabajadores los pocos derechos que les restan.
Para hacerlo, intentan cada vez más fascistizar las sociedades, criminalizar los movimientos políticos y sociales antagónicos al orden. La correlación de fuerzas aún nos es desfavorable. Aún sufrimos el impacto de la contra-revolución en la Unión Soviética y de la degeneración de muchos partidos llamados de izquierda y de sectores del movimiento sindical.
Analizando este cuadro, el PCB ha hecho algunas reflexiones.
- A nuestro juicio, no hay más espacio para ilusiones reformistas. De hecho, los reformistas, más que nunca, son grandes enemigos de la revolución socialista, pues ilusionan a los trabajadores y los desmovilizan, facilitando el trabajo del capital. En cada país, las clases dominantes forjan un bipartidismo
- en verdad un monopartidismo bicéfalo - en que las divergencias, cada vez más pequeñas, se dan en el campo de la administración del capital. Como no consiguen gestionar la crisis, aquellos que hacen el papel de oposición de turno invariablemente vencen las elecciones siguientes. Es lo que llaman de "alternancia de poder".
- Pierden sentido proyectos nacional-desarrollistas, no sólo porque es imposible desconectar las economías capitalistas locales de la esfera del imperialismo como también porque hay cada vez menos contradicciones entre este y el núcleo hegemónico de las llamadas burguesías nacionales.
- Cada vez también tiene menos sentido la "elección" de aliados en el campo imperialista y aún entre sus coadyuvantes emergentes, como se hubiera imperialismo del "bien" y del "mal". La diferencia es sólo en la forma, no en el contenido. Esto no significa subestimar las contradicciones que se producen entre ellos.
- No podemos conciliar con ilusiones de transición al socialismo por vías fundamentalmente institucionales, a través de mayorías parlamentarias y de ocupación de espacios gubernamentales y estatales. El juego de la democracia burguesa es de cartas marcadas. La lucha de masas, en todas sus
formas, adaptada a las diferentes realidades locales, es y continuará siendo la única arma de que dispone el proletariado.
- Por más bien intencionados que sean, corren riesgo de agotamiento político los procesos de cambios progresistas basados en líderes populares carismáticos, si esos procesos no avanzan en la construcción del doble poder, en la destrucción gradual del estado burgués y en la autodefensa popular y de masas.
Hemos evaluado también que la actual plantilla de encuentros de partidos comunistas y obreros, que vienen cumpliendo un importante papel de resistencia, necesita adaptarse a las complejas necesidades de la coyuntura mundial, con sus perspectivas sombrías en el corto plazo y sus posibilidades de intensificación de la lucha de clases, con la emergencia de las luchas obreras.
Pensamos que es preciso romper con el "encuentrismo" en que, al final de los eventos, nuestros partidos deciden la sede del próximo encuentro y se despiden hasta el año siguiente, inclusive aquellos de los países de la misma región. Para potencializar el protagonismo de los partidos comunistas y del proletariado en el ámbito mundial, es necesaria y urgente la constitución de una coordinación política que, sin funcionar como una nueva
internacional, tenga la tarea de organizar campañas mundiales y regionales de solidaridad, contribuir con el debate de ideas, socializar informaciones sobre las luchas de los pueblos.
Pero, más allá de la indispensable articulación de los comunistas, nos parece importante la formación de un frente mundial más amplio, de carácter antiimperialista, donde quepan fuerzas políticas e individualidades progresistas, que se identifiquen con las luchas en defensa de la autodeterminación de los pueblos, de la paz entre ellos, de la preservación del medio ambiente, de las riquezas nacionales, de los derechos laborales, sociales y políticos; contra las guerras imperialistas y la fascistización de las sociedades. En resumen, las luchas en defensa de la humanidad.
Dejamos claro que nuestro Partido valora cualquier forma de lucha. No podemos caer en el oportunismo de hacer de vista gorda ante derecho de los pueblos a la rebelión y a la resistencia armada. En muchos casos, esta es la única forma de hacer frente a la violencia del capital y de superarlo. Los pueblos sólo pueden contar con su propia fuerza.
En este marco, concluimos nuestra intervención saludando a los pueblos que hoy enfrentan las más duras batallas. Saludamos a los trabajadores griegos y portugueses que ya se levantan en huelgas nacionales y grandes jornadas y a los demás trabajadores de Europa, que enfrentan terribles planes del capital para intentar superar la crisis, hoy más acentuada en el continente europeo y que podrá agravarse y esparcirse para otros países y regiones.
Saludamos al pueblo palestino, en su saga duradera y dolorosa en el enfrentamiento al sionismo que lo sofoca y reprime, ocupa su territorio, derrumba sus casas, prende sus mejores hijos e impide su derecho a un Estado soberano.
De la misma forma, saludamos a los también sufridos pueblos de Iraq, de Afganistán, de Libia.
Saludamos a los pueblos de Egipto, de Yemen y de varios países árabes, en su lucha contra la tiranía y la opresión.
Saludamos a los sirios e iraníes, contra los cuales ya baten los tambores de guerra del imperialismo. Su resistencia puede impedir los planes del siniestro consorcio EUA/OTAN/Israel para Oriente Medio, África, Asia y el mundo en general.
Llegando hasta nuestra América Latina, saludamos a nuestra querida Cuba Socialista en su lucha contra el cruel bloqueo yanqui. Saludamos a nuestros Cinco Héroes. Saludamos los procesos de cambios concretos en América del Sur (Venezuela, Bolivia y Ecuador), en este momento decisivo, una encrucijada entre el avance de los procesos o su derrota.
Saludamos al pueblo colombiano que, en las ciudades y en las montañas, resiste, a través de variadas formas de lucha, contra el estado terrorista de su país, la gran base militar norteamericana en América Latina, uno de los regímenes más sanguinarios del mundo.
Concluimos asociándonos a la propuesta de realización de nuestro próximo encuentro anual en el Líbano, en pleno Oriente Medio, escenario principal de las guerras imperialistas en este periodo. Desde ya, reiteramos nuestra propuesta de creación de coordinaciones políticas internacionales y
regionales de los Partidos Comunistas, teniendo como principio fundamental el internacionalismo proletario.
Atenas, 10 de diciembre de 2011
PCB - Partido Comunista Brasileño

NOTAS DEL MOMENTO Miguel Ángel Sandoval (SURDO) ex candidato presidencial por URNG-MAIZ GUATEMALA

1.- A mi juicio hay en la actualidad tres temas básicos para elaborar un análisis a nivel internacional. Uno de ellos esta constituido por la "implosión" del capitalismo mundial, y ello en sus diversas modalidades. Una de sus formas, y parte de la razón para hablar de implosión seria: que (la inversión en especulación financiera) continúa creciendo a gran velocidad sin corresponderse con el crecimiento del Producto Interior Bruto (que en la actualidad se está convirtiendo en algo ficticio)." Samir Amín. Audacia. En Rebelión.
Lo que traducido a nuestro lenguaje significa que la producción no sustenta para nada la especulación financiera global. Un caso dramático es el de los alimentos, que se utilizan para especular y así alimentar la burbuja financiera. Es lo que palabras más o menos, caracteriza lo que hace años se calificó como la economía de casino. A ello se agrega la constatación de que los recursos naturales son finitos y que el modelo capitalista aparte de explotador es depredador.
Ello compromete, sin duda, a las generaciones futuras, lo cual ya forma parte de las percepciones políticas de la actualidad.
Es por ello que todo el discurso sobre el cambio climático y la oposición a las formas de minería a cielo abierto y otros mega proyectos como ahora en Bolivia con una carretera, constituyen demandas legitimas ante la constatación que el capitalismo en su fase actual es profundamente depredador y pone en riesgo no solo los recursos de un país sino el futuro de la humanidad.
No se trata solo de las dificultades del modelo sino de la manera en que la gente quiere vivir y las relaciones con su entorno.
Es la dimensión ambiental del problema que ya hace algunos años fue planteada en diversas conferencias como la de Johannesburgo, cuando se dijo de manera clara: lo que tenemos que hacer es dejar a nuestros hijos un planeta igual o mejor al que recibimos. Ello es ahora prácticamente una utopía pues el modelo capitalista depredador no lo permite.
Esta crisis capitalista tiene expresiones diversas. Así, asistimos al movimiento de los indignados tanto en Madrid o EEUU y en decenas de países más. En un caso se hace una crítica frontal al fracaso del estado de bienestar, lo cual pasa por el desempleo, la burbuja inmobiliaria, los ajustes presupuestarios y la derrota política de la socialdemocracia. Mientras que en los EEUU, cuando los indignados de Wall Stret y otras ciudades proclamaron que no querían ser parte del 99% explotados por el 1% de grandes corporaciones, le dieron un golpe irrecuperable a la legitimidad de discurso capitalista.
A partir de estos movimientos el capitalismo mundial perdió en el imaginario global la legitimidad pero sobretodo, la certeza que el mismo no podría encontrar de nuevo la idea fuerza de prosperidad que ha movido desde hace décadas la imaginación de millones. La dominación y la hegemonía se han puesto en duda y en cerrada discusión.
Lo dramático en esta coyuntura, en donde emergen movimientos sociales contestatarios y con formas novedosas, sea en el norte de áfrica o en las capitales de los países considerados centrales, es que no existe un modelo alternativo a esta implosión capitalista. Nunca el sistema en su conjunto había estado más cuestionado y nunca había habido carencia de recursos ideológicos para ofrecer una alternativa. Es lo más contradictorio de la época.
2.- El otro punto que parecería constituir el otro eje de análisis, es la tendencia guerrerista que tiene en los países del oriente su punto más álgido, particularmente en torno a Irán, para lo cual, la destrucción de Libia y ahora Siria, constituyen un paso en esa escalada frenética. Es la versión del siglo xxi del imperialismo de viejo cuño, con más tecnología pero con menos legitimidad.
En esta lógica, Afganistán es un tema resuelto y el retiro de las tropas no constituye algo importante, pues el momento en que ello podía ser digno de atención se perdió con las sucesivas invasiones a países en diversos lados del mundo. Irak concluyo en un desastre y en esa dirección está Afganistán. Lo ocurrido en Libia es a final de cuentas una victoria pírrica que no alcanza para ocultar los otros desastres militares.
Es necesario subrayar que la naturaleza imperial es algo que no debemos perder de vista. No hay nada que pueda oponerse a la urgencia del sistema capitalista en crisis, de no perder espacios económicos, políticos, financieros, ideológicos. En una lógica contraria a este despliegue guerrista, que incluye países como Alemania que por lo visto ya se recuperó del drama de la segunda guerra mundial, la idea de hacer de la lucha por la paz una demanda constante tiene respaldos que deberían multiplicarse pues es un planteamiento sensato. La lucha por la paz es entonces un tema a debatir e impulsar desde los movimientos populares.
3-. Junto a lo señalado hay una pérdida de hegemonía clara de los países capitalistas desarrollados, que se puede percibir en la construcción de grupos de países que en el plano económico y político constituyen procesos de autonomía, como el caso de los BRIC, en donde China, India, Rusia, Brasil, y otros, buscan configurar polos de atracción alternativos a los países históricamente hegemónicos. Es sin duda una dimensión de la crisis que no puede ser pasada por alto. En particular porque la crisis mundial que vivimos, tiene menos impacto en los países como los del Bric por el impulso de políticas distintas a las que recomiendan los instrumentos capitalistas como el BM o el BID. En el plano regional, la existencia de los países de América del Sur, con sus diversos instrumentos de unificación que arrancan con el Alba, es sin duda un nivel diferente de disputa de la hegemonía, al menos en lo regional, con la pérdida indiscutida de espacios por parte de los EEU, en lo que fue considerado por décadas como el traspatio norteamericano.
En los casos apuntados, que obviamente funcionan en planos diferentes, hay un mejor desempeño en términos económicos en momentos de una profunda crisis capitalista que como se señala líneas arriba, es ya caracterizada como la implosión del modelo. Así como antes fue el campo socialista, ahora le tocó el turno al modelo capitalista en su fase actual.
Es claro que en los países de América del sur, sigue vigente el sistema capitalista aun si se intentan cambios de carácter estructural, pero los mismos no han sido el norte de los cambios en los diferentes países. Ni Uruguay ni Brasil o Venezuela, desarrollan medidas que se inscriban en los cambios profundos de las revoluciones socialistas del pasado.
Sin embargo, son procesos de contenido ajeno al neoliberalismo y ello es en si una victoria de las fuerzas revolucionarias y populares.
REFLEXION FINAL.
Es obvio que la situación descrita no pone a la orden del día revoluciones como las planteadas hace algún tiempo. Se trata de una dimensión que hace falta reflexionar y en términos teóricos, saber plantear un modelo alternativo a lo que tenemos en la actualidad. La referencia a los clásicos del marxismo no es suficiente para llenar los vacios teóricos que la realidad impone hoy día.
Desde mi percepción, la situación en la que vivimos desde el punto de vista teórico, se encuentra a una similar planteada incluso antes de la era cristiana, que en algún momento he citado. "Al emperador Adriano le toco vivir en un momento en donde los viejos dioses ya no estaban y Cristo no llegaba todavía". (Ver Memorias de Adriano, de Margarite Yourcenair) El hombre solo ante sus circunstancias, y sin apoyos de otra naturaleza. Era su reflexión y acción ante los asuntos del periodo.
En otras palabras, el socialismo como lo conocimos no nos sirve pero queremos algo similar que hace falta perfilar y delinear menos en sus formas y más en sus contenidos. De alguna Bobbio lo intuyó al plantear que si bien el socialismo había fracasado, la agenda que levanto continuaba vigente. El modelo que se derive de estas luchas debe tener por supuesto, una crítica de fondo al modelo capitalista y como objetivos, el fin de la explotación del hombre por el hombre, la igualdad, la justicia, la solidaridad.

Pavel Blanco Cabrera. MEXICO

Un saludo fraternal al Capitulo Venezuela del Movimiento Continental Bolivariano, y un voto sincero a favor de que estas deliberaciones con que se inicia el año, arrojen un desarrollo organizativo de esta instancia de coordinación y lucha de los pueblos de nuestro continente.
La primera cuestión que pensamos necesario destacar es la de la crisis, y por supuesto los temas que la acompañan, es decir los mecanismos del capital para estabilizarla, la posibilidad de rupturas y estallidos revolucionarios, y el aumento de probabilidades para que estalle la guerra.
Una segunda cuestión es la alternativa. ¿Por qué el socialismo-comunismo más que nunca?

1. Crisis, ruptura-revolución, guerra.

La crisis de sobreproducción y de sobreacumulación es parte del ciclo de la economía capitalista, y ello es necesario tenerlo claro frente a dos argumentos a los que pretendes recurrir ideológicamente los monopolios. El primero que esgrimen es que el fracaso es estricto del llamado neoliberalismo, y empiezan a barajar nuevas formas gestión, entre ellas el regreso al keynesianismo, intervención estatal, u otras, pero a fin de cuentas regulaciones capitalistas, que les permitan superar la actual situación. No es una cuestión menor, recordemos que a la gran crisis de 1929, los sectores más reaccionarios y chauvinistas del capital financiero, para estabilizar la economía y para contener la ola revolucionaria -inaugurada por la Gran Revolución Socialista de Octubre- apostaron al fascismo y que concluida la Segunda Guerra Mundial para impedir la ola liberadora de la
URSS y el entusiasmo por el socialismo entre los trabajadores de Francia, Italia, etc, optaron por el welfare stare. Debemos tener claro que para la clase obrera, para los pueblos es una trampa luchar solo contra una forma de gestión del capitalismo, o en defensa de una de ellas, pues nos lleva este discurso falso de los modelos y no enfrentar definitivamente a nuestros enemigos de clase. El capital optará por el keynesianismo, neokeynesianismo, neoliberalismo o fascismo con el único criterio de aumentar las tasas de explotación y extracción de plusvalía. Una orientación anticapitalista en nuestro accionar es lo que nos librara de más estériles batallas de confrontar con formas de gestión, eludiendo nuestra tarea de derrocar al actual modo
de producción. El segundo tiene que ver con el ciclo de la crisis - y esto es importante para nosotros que sostenemos que "sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario", que actuamos políticamente desde los marcos de las posiciones clasistas y emancipatorias del marxismo-, pues siguiendo el debate de la economía política burguesa veremos un intento de separar a la crisis, como la que estalla con los créditos subprime y que estaría superada, y una nueva; esta versión o es una manifestación de plena ignorancia o esconde intenciones. El desenvolvimiento de la crisis nos muestra que desde su estallido hasta hoy no fue resuelta, y que se pretende esconder el uso de los fondos públicos para rescatar a los monopolios, tanto industriales como financieros, pero lo que se busca es atribuir el problema solo a la "burbuja financiera", pero dando futuro al
capitalismo.
¿Tiene futuro el capitalismo? Lo que los comunistas suscribimos es que agotó sus límites, que ya no es posible para la humanidad vivir así, no solo por lo insostenible de la pauperización, el desempleo, etc, sino por la amenaza a la existencia misma del género humano y el planeta con la irracional devastación de recursos naturales y la destrucción ambiental, así como la capacidad destructiva de los arsenales nucleares que hoy detentan los centros imperialistas.
La crisis está derrumbando uniones interimperialistas presentadas como la confirmación de la eternidad del capital sobre la historia. El mayor ejemplo es la surgida de Maastricht, la Unión Europea, y de toda la zona euro. La crisis económica asola a todo el mundo capitalista y no hay previsión optimista sobre este año, ni los que siguen. El poder de los monopolios intenta la conocida salida de que la crisis la paguen los pueblos, los trabajadores, y despliega una ofensiva contra los derechos laborales y sindicales, por la desvalorización del trabajo, reduciendo los salarios, aumentando las horas de trabajo, desatendiéndose de la seguridad, etc. etc.
Cuando menos en Europa la resistencia es combativa, sobre todo en Portugal y Grecia, donde no es casual que estén dos fuertes partidos comunistas. En Grecia, con una experiencia que hay que estudiar y de la cual aprender que es la del Frente Militante de los Trabajadores (PAME), donde el Partido Comunista de Grecia -KKE, es el cerebro y la garantía de su actividad con una línea clasista y de ruptura.
¿Es posible que en la actual crisis se den estallidos revolucionarios? Manifestaciones masivas de insumisión están en la perspectiva, incluso ya durante todo el año anterior atestiguamos la respuesta de indignación en unos casos, pero también la respuesta militante de la insubordinación. Nosotros suscribimos que la tesis de Lenin sobre la cadena imperialista, y la posibilidad de romperla en su eslabón más débil es de plena vigencia. Pensamos que el foco de la revolución regresa al Continente europeo y que la clase obrera adquiere nuevamente la centralidad y el protagonismo de los cambios y las transformaciones.
No vamos a insistir sobre algo que seguramente tendrán claro en estos días, y que es el aumento de la tensión en el Medio Oriente, por las provocaciones imperialistas contra Irán y Siria, después del año anterior en que la intervención en Libia y otros países de África, la guerra que no cesa en Afganistan, etc, la sed de los monopolios por el petróleo, recursos naturales y mercados para sus mercancías e inversiones, así como la necesaria salida a una de las poderosas industrias norteamericanas, la militar. El criterio que nosotros seguimos por supuesto es clasista, y ello es difícil, pero en la lucha no hay temas fáciles.
Condenamos sin vacilación al imperialismo y a la OTAN, nos movilizaremos frente a la intervención, y los pasos que se siguen para ella, esto no significa apoyo incondicional a lo que no compartimos, los enemigos de nuestros enemigos no son necesariamente nuestros amigos. Pensamos que el MCB debe tener un papel muy activo contra esta latente intervención imperialista en Irán y Siria.
2. La alternativa, el socialismo-comunismo Hace poco más de un mes, fue el vigésimo aniversario del triunfo temporal de la contrarrevolución en la URSS y otros países socialistas de Europa, Asía y África.
La alternativa frente al capitalismo es el comunismo, pero levantar tal bandera implica un balance de la construcción socialista en el siglo XX, del poder obrero durante varias décadas. No es serio eludir tal cuestión, tampoco es serio descalificarla a priori.
Frente a ello, varios partidos comunistas y obreros tenemos tesis comunes, a las cuales pueden acercarse con el número 2 de la Revista Comunista Internacional, sobre todo el importante artículo de Aleka Papariga, de Grecia y el de Mikhail Popov, de Rusia.
En nuestra opinión socialismo y mercado son conceptos que se excluyen, que resultan incompatibles. El combate a las relaciones mercantilistas es para la nueva sociedad un deber impostergable, con el riesgo de que si no acontece así la restauración capitalista es posible.
El socialismo-comunismo se construye si hay derrocamiento del capitalismo, poder obrero y popular, socialización de los medios de producción concentrados, es decir de todos los monopolios, planificación de la economía. Estas precondiciones son irrenunciables.
Nos esperan jornadas de lucha intensas por la emancipación de la clase obrera, por la libertad de nuestros pueblos.
Les abrazamos fraternalmente, unidos por la bandera roja del socialismo.

¡Proletarios de todos los países, uníos!

Pável Blanco Cabrera.

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