El Papa remarcó: “A pesar de los focos de tensión y de contraposición causados por crecientes desigualdades entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista expresada por un capitalismo financiero disoluto, y de las diversas formas de terrorismo y de criminalidad, estoy convencido de que las múltiples obras de paz de las que el mundo es rico, testimonian la innata vocación de la humanidad hacia la paz”.
“El principio de la paz profunda, la paz con Dios, está vinculada indisolublemente a la fe y a la gracia por lo que nada puede quitarle a los creyentes esta paz, ni siquiera las dificultades y los sufrimientos de la vida sino que aumentan la esperanza, una esperanza que no decepciona”.
Y apuntó que: “el deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda por lo que el hombre está hecho para la paz, que es un don de Dios”.
“La paz es al mismo tiempo un don mesiánico y una obra humana porque se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario