Ejecuciones, atentados, secuestros: la cara oculta de los rebeldes sirio
A pesar de que manejan con maestría las redes sociales y que son expertos en el uso de la propaganda, lo cierto es que cada vez más se filtran a la prensa internacional las atrocidades que cometen y dejan al descubierto su cara más oscura. En un principio los reporteros y periodistas que acudían a cubrir el conflicto sirio desde el bando de los rebeldes obviaban sus crímenes convencidos de que Asad era el mal mayor. Ahora, sin embargo, esa premisa ya no está tan clara. El transcurrir de los meses ha ido acumulando sobre las espaldas de la oposición todo tipo de violaciones de los Derechos Humanos, y los vídeos que ellos mismos graban y en los que presumen de sus atrocidades no dejan lugar a la duda sobre la autoría. La presencia de niños soldado, rifle de asalto AK-47 en mano, estremeció al público el pasado verano, y lo que en un principio se excusó como una excepción es ahora una norma. Los rebeldes acogen en sus filas a cualquiera que quiera luchar contra Damasco o por la yihad: cualquiera es bienvenido. Y esa lucha, desde una superioridad moral que no ocultan, autoriza a cometer ejecuciones sumarias no sólo de soldados del régimen y shabiha –paramilitares a sueldo de Asad– sino incluso de civiles sospechosos de colaborar con el Gobierno o simplemente de sirios que profesan la fe cristiana. Salafistas y yihadistas Los atentados son uno de los métodos predilectos de una oposición armada que cada vez está más controlada por elementos salafistas y yihadistas. El más mortífero fue ejecutado en Damasco el pasado febrero, y en él murieron 64 personas, cincuenta de las cuales eran civiles. Elementos del Frente Al-Nusra (vinculado a Al Qaeda) colocaron explosivos junto a una parada de bus escolar, en un cruce muy transitado de la capital siria. Otros 600 atentados indiscriminados atestiguan que los yihadistas no pretenden detenerse para implantar un emirato islámico en el que rija la sharia. La cruzada religiosa en Siria ha atraído a miles de radicales de todo el mundo. La Unión Europea calcula en 600 los yihadistas europeos que han respondido al llamado de las milicias radicales que combaten contra Asad. Bruselas se muestra preocupada porque esos ciudadanos, al retornar a sus hogares, lo harán con un bagaje militar incuestionable, acrecentando así el riesgo de sufrir atentados en el suelo del Viejo Continente. La figura del lobo solitario, que ya golpeó este verano en Londres o París, podría convertirse en una constante que bañe de sangre las calles europeas. Los Estados Unidos apuestan ahora por intervenir militarmente en Siria para desmantelar el aparato bélico de Damasco. El presidente Barack Obama aduce que el régimen, al emplear armamento químico en su lucha contra la oposición, ha cruzado la línea roja que autorizaría un bombardeo limitado y selectivo. Sin embargo, Washington guarda silencio sobre los indicios que apuntan a que la autoría de la masacre, en la que murieron más de 1.400 personas, podría estar en manos rebeldes. No sería la primera vez que los insurrectos emplean agentes biológicos para derrotar a las Fuerzas Armadas de Asad. Carla del Ponte, miembro de la comisión de la ONU encargada de investigar las violaciones de Derechos Humanos en Siria, ya reveló en mayo que tenía pruebas contundentes sobre el uso de armas químicas por parte de la oposición. Por su parte, Turquía mantiene detenido a un grupo de rebeldes que intentaba pasar por la frontera sirioturca 2 kilogramos de gas sarín, el agente empleado en el ataque del pasado 21 de agosto en Damasco. Obama y su homólogo francés, François Hollande, pasan por alto que quienes combaten contra Asad son tan criminales de guerra como el dictador. Pero ni siquiera los rebeldes se ponen de acuerdo sobre si Washington debería intervenir militarmente, y los salafistas han llegado a amenazar a Estados Unidos con atentados suicidas en caso de que una sola bomba caiga sobre suelo sirio. ¿A estos luchadores por la libertad quiere apoyar el Nobel de la Paz Barack Obama?
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