El niño de tres meses hizo su segunda aparición ante la prensa antes del bautizo, cuando las cámaras de televisión pudieron filmarlo sostenido en brazos por su padre, el príncipe Guillermo, ante la puerta de la Capilla real del palacio de Saint James.
El niño, rubio, rollizo y medio dormido, vestía una réplica de la ropa que la reina Victoria eligió para el bautizo de su hija en 1841.
La ceremonía, alejada de los habituales fastos reales, contó con la reina Isabel y su marido, Felipe de Edimburgo, bisabuelos del niño, y otros 20 familiares y amigos.
En ella coincidieron la reina y tres futuros monarcas: los príncipes Carlos, Guillermo y Jorge.
El bautizo fue oficiado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder de la Iglesia anglicana.
El bautizo se hizo sobre la pila bautismal Lily Font, que la reina Victoria encargó para el bautizo de su primera hija en 1841, y se usó agua del río Jordán, donde se dice que fue bautizado Jesús.
Pippa Middleton, hermana de la madre, y el príncipe Enrique, hermano del padre, fueron los encargados de la lectura de textos de los evangelios de Lucas y Juan.
Los siete padrinos fueron: Oliver Baker, compañero de universidad de los padres; Emilia Jardine-Paterson, compañera de universidad de la madre; Earl Grosvenor, hijo del duque de Westminster; Jamie Lowther-Pinkerton, que fue secretario de los padres; Julia Samuel, amiga de la fallecida princesa Diana, abuela del niño; Zara Tindall, prima del padre, y William van Cutsem, un amigo de la infancia también del padre.
Tras la ceremonia, la familia tenía previsto ir a tomar el té. Como manda la vieja tradición, los padres habían guardado una parte de la tarta de su boda para el bautizo de su primer hijo.
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