CHILE
Por Melissa Sepúlveda
Presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Llamaron a mi señora en la casa y le dijeron que cuando volviera del paro me despedirán, ya no tengo qué comer y mi señora está desesperada. Navidad sin cena, sin regalos, y ya no puedo más?, les decía a sus compañeros, entre lágrimas y desesperación, uno de los tantos trabajadores de la empresa de Astilleros y Maestranzas de la Armada, Asmar, que se encuentran en huelga hace 47 días y han sido amenazados con palabras que incluyen desde el despido hasta el uso de la Justicia Militar.
La batalla que ha dado el movimiento social de los últimos años es la de construir en el sentido común de la población la necesidad de un cambio profundo en las diversas áreas de la vida que se ven afectadas por el neoliberalismo. Ese nuevo sentido común, hemos aprendido, se construye poco a poco. Si vemos la última encuesta CEP, los seis temas a los que debería poner mayor esfuerzo por solucionar el próximo gobierno son salud, delincuencia, educación, sueldos, pobreza y empleo. Justamente fueron estas las demandas principales del movimiento en Aysén, Tocopilla o Calama, por poner algunos ejemplos, sumado, lógicamente, a las demandas de los estudiantes.
Son las temáticas que deben responder las candidatas a la presidencia. En el gobierno, la derecha ya mostró su fórmula para derrotar la pobreza y una vez más fracasó. Con un crecimiento económico del 7%, Chile sigue siendo el país de la OCDE con mayor desigualdad salarial, un índice que nos muestra que la teoría del chorreo poco y nada funciona. Desde esa perspectiva, asumimos que la candidatura de Evelyn Matthei no es una opción.
La Nueva Mayoría, en cambio, se ha posicionado, de la mano de Michelle Bachelet, como la solución a las demandas del mundo social. Sin embargo, en salud y educación, una vez más se ha alargado la distancia entre lo que promete la publicidad de Bachelet y la bajada técnica de su programa. La AFP estatal y su lógica de gratuidad en la educación son dos ejemplos que nos demuestran que la Nueva Mayoría sigue pensando en un lenguaje neoliberal.
Estas son las razones que motivan mi acto personal -y no un llamado a la abstención, como se ha dicho erróneamente- de no asistir a las urnas el domingo. Sin embargo, sería una falacia adjudicar estos mismos motivos a los millones de chilenos y chilenas que no votaron el pasado 17 de noviembre y tampoco lo harán en segunda vuelta. Las razones son múltiples. Pero para el sector con el cual me identifico, una izquierda revolucionaria con vocación de construir nuevas fuerzas, la continuidad de las lógicas neoliberales en las promesas de reforma de las candidatas es un motivo suficiente para no validarlas mediante el voto y buscar otras formas de incidir en la discusión pública.
Nuestro aporte a esa discusión y a las transformaciones que son urgentes será mediante la organización y la movilización, a través del fortalecimiento de la unidad y la fuerza del movimiento social. Así como el movimiento estudiantil, por aprendizaje histórico, no puede entregarle un cheque en blanco al nuevo gobierno, los otros sectores que sufren el peso de este sistema en sus hombros tampoco pueden hacerlo. Las comunidades de las zonas de sacrificio ambiental, como Huasco o Puchuncaví, no pueden entregar cheques en blanco. Los movimientos por la descentralización y la autonomía regional bastante han esperado ya. Las y los trabajadores, como el compañero de Asmar cuyas palabras citaba al inicio, menos que nadie. Han esperado año tras año, desde el fin de la dictadura, que se asegure su derecho a la organización y lucha por el trabajo, y que la tremenda riqueza que producen en este país se distribuya equitativamente. Han esperado hasta el hartazgo y cada día surgen nuevos sindicatos. Es con ellos con quienes se construirá esa nueva fuerza para la transformación de Chile, votos más o votos menos este domingo.
Por Melissa Sepúlveda
Presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Llamaron a mi señora en la casa y le dijeron que cuando volviera del paro me despedirán, ya no tengo qué comer y mi señora está desesperada. Navidad sin cena, sin regalos, y ya no puedo más?, les decía a sus compañeros, entre lágrimas y desesperación, uno de los tantos trabajadores de la empresa de Astilleros y Maestranzas de la Armada, Asmar, que se encuentran en huelga hace 47 días y han sido amenazados con palabras que incluyen desde el despido hasta el uso de la Justicia Militar.
La batalla que ha dado el movimiento social de los últimos años es la de construir en el sentido común de la población la necesidad de un cambio profundo en las diversas áreas de la vida que se ven afectadas por el neoliberalismo. Ese nuevo sentido común, hemos aprendido, se construye poco a poco. Si vemos la última encuesta CEP, los seis temas a los que debería poner mayor esfuerzo por solucionar el próximo gobierno son salud, delincuencia, educación, sueldos, pobreza y empleo. Justamente fueron estas las demandas principales del movimiento en Aysén, Tocopilla o Calama, por poner algunos ejemplos, sumado, lógicamente, a las demandas de los estudiantes.
Son las temáticas que deben responder las candidatas a la presidencia. En el gobierno, la derecha ya mostró su fórmula para derrotar la pobreza y una vez más fracasó. Con un crecimiento económico del 7%, Chile sigue siendo el país de la OCDE con mayor desigualdad salarial, un índice que nos muestra que la teoría del chorreo poco y nada funciona. Desde esa perspectiva, asumimos que la candidatura de Evelyn Matthei no es una opción.
La Nueva Mayoría, en cambio, se ha posicionado, de la mano de Michelle Bachelet, como la solución a las demandas del mundo social. Sin embargo, en salud y educación, una vez más se ha alargado la distancia entre lo que promete la publicidad de Bachelet y la bajada técnica de su programa. La AFP estatal y su lógica de gratuidad en la educación son dos ejemplos que nos demuestran que la Nueva Mayoría sigue pensando en un lenguaje neoliberal.
Estas son las razones que motivan mi acto personal -y no un llamado a la abstención, como se ha dicho erróneamente- de no asistir a las urnas el domingo. Sin embargo, sería una falacia adjudicar estos mismos motivos a los millones de chilenos y chilenas que no votaron el pasado 17 de noviembre y tampoco lo harán en segunda vuelta. Las razones son múltiples. Pero para el sector con el cual me identifico, una izquierda revolucionaria con vocación de construir nuevas fuerzas, la continuidad de las lógicas neoliberales en las promesas de reforma de las candidatas es un motivo suficiente para no validarlas mediante el voto y buscar otras formas de incidir en la discusión pública.
Nuestro aporte a esa discusión y a las transformaciones que son urgentes será mediante la organización y la movilización, a través del fortalecimiento de la unidad y la fuerza del movimiento social. Así como el movimiento estudiantil, por aprendizaje histórico, no puede entregarle un cheque en blanco al nuevo gobierno, los otros sectores que sufren el peso de este sistema en sus hombros tampoco pueden hacerlo. Las comunidades de las zonas de sacrificio ambiental, como Huasco o Puchuncaví, no pueden entregar cheques en blanco. Los movimientos por la descentralización y la autonomía regional bastante han esperado ya. Las y los trabajadores, como el compañero de Asmar cuyas palabras citaba al inicio, menos que nadie. Han esperado año tras año, desde el fin de la dictadura, que se asegure su derecho a la organización y lucha por el trabajo, y que la tremenda riqueza que producen en este país se distribuya equitativamente. Han esperado hasta el hartazgo y cada día surgen nuevos sindicatos. Es con ellos con quienes se construirá esa nueva fuerza para la transformación de Chile, votos más o votos menos este domingo.
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