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martes, 11 de junio de 2013

El imposible plan de Kerry Los palestinos, chivos expiatorios, una vez más.

PALESTINA

Jonathan Cook


Bajo fuerte presión de EE.UU., el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha defendido de boquilla a regañadientes durante los últimos cuatro años el objetivo de un Estado palestino. Pero su verdadero objetivo ha sido siempre transparente: no un Estado, sino lo que calificó de ?paz económica?.


A los palestinos comunes y corrientes, a juicio de Netanyahu, se les puede apaciguar con migajas de la mesa del amo: menos puestos de control, más empleo y oportunidades comerciales y una mejora gradual, aunque limitada, de los estándares de vida. Todo esto asegura tiempo para que Israel expanda sus colonias, consolidando su control sobre Cisjordania y Jerusalén Oriental.


Después de 20 años de apoyo a un Estado palestino insinuado en los Acuerdos de Oslo, EE.UU. indicó la semana pasada que está cambiando de opinión. Parece que está adoptando el modelo de ?paz económica? de Netanyahu.


El Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, flanqueado por el presidente israelí Shimon Peres y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abas, en el Foro Económico Mundial de Jordania, reveló un programa económico para reactivar las conversaciones de paz.


Unos 400 empresarios israelíes y palestinos se han alistado, dijo, e invertirían fuertemente en la economía palestina en un proyecto ?mayor, más atrevido y más ambicioso que cualquier otra cosa desde los acuerdos de Oslo?.


No se dieron más detalles, excepto que será supervisado por Tony Blair, el exprimer ministro británico representante del Cuarteto, el ?hombre en Jerusalén?, de la comunidad internacional desde 2007.


Es, por cierto, una decisión extraña, ya que la dirigencia palestina lo ha descartado públicamente por ser ?abogado defensor de Israel? y ha argumentado en privado ?como revelan los Papeles Palestinos filtrados en 2011? que propugna ?un enfoque parecido al apartheid con referencia a Cisjordania ocupada?.


Las afirmaciones de Kerry respecto a su programa fueron grandiosas pero vagas. Unos 4.000 millones de dólares en inversión privada durante tres años impulsarían la economía palestina en un 50%; la producción agrícola y el turismo se triplicarían; el desempleo caería dos tercios; los salarios aumentarían un 40%; y se construirían 100.000 viviendas.


Pero la propuesta impresionó a pocos y por buenos motivos.


Kerry simplemente está volviendo a embalar la tarea que fue confiada a Blair hace seis años. Su tarea fue desarrollar la economía palestina y edificar instituciones palestinas en preparación para un futuro Estado, hasta ahora con pocos resultados.


Como se mofó David Horovitz, editor del periódico derechista Times of Israel: ?Si se pudieran conseguir 4.000 millones de dólares en inversiones privadas en la economía palestina, podéis estar seguros de que Tony Blair los habría conseguido?.


O visto de otra manera, el problema de la economía palestina no es la falta de inversión; es una falta de oportunidades viables de inversión. Los palestinos no tienen control sobre sus fronteras, espacio aéreo, frecuencias de radio, agua y otros recursos naturales, ni siquiera sobre la moneda o el movimiento interno de bienes y personas. Todo depende de la buena voluntad de Israel. Y pocos inversores están dispuestos a contar con ella. Israel se ha mostrado repetidamente más que dispuesto a aplastar las finanzas de la AP mediante, por ejemplo, la retención de impuestos palestinos que recauda y debe transferir.


El papel de Blair se ha criticado fuertemente porque su estrecho enfoque sobre el desarrollo económico no solo no ha logrado fomentar un clima conducente a conversaciones, sino ha servido de cobertura a la falta de acción de Israel y Washington respecto al Estado palestino. En lugar de reconsiderar el fracasado mandato de Blair, Kerry parece dispuesto a perpetuarlo y expandirlo.


Abdalá Abdalá, un alto funcionario de Fatah, resumió la reacción palestina: ?No somos animales que solo quieren alimento. Somos un pueblo en lucha por su libertad?.


Israel, mientras tanto, está totalmente dispuesto a empujar a Kerry por ese camino imposible.

domingo, 20 de enero de 2013

Palestinos levantan un segundo campamento de protesta.

PALESTINA

Alrededor de 200 palestinos instalaron ayer, por segundo día consecutivo, cuatro tiendas de campaña en un terreno de una aldea de Cisjordania, en el noroeste de Jerusalén, para protestar contra la confiscación de tierras por parte del Ejército israelí.

«Nos hemos instalado en un terreno de la aldea de Beit Iksa para evitar su confiscación por parte del Ejército israelí», señaló a AFP Osama Zayed, un vecino de la aldea y miembro del comité popular que organizó la protesta.

Un militante del Al-Fatah afirmó que se levantarán tiendas de campaña en todos los lugares donde el Ejército israelí quiera confiscar tierras para la «colonización».

El viernes, activistas palestinos levantaron un nuevo campamento tras el desmantelamiento el jueves por parte de las autoridades israelíes de las tiendas instaladas en el sector E1, próximo a Jerusalén Este y clave de cara a la posible creación de un Estado palestino, donde Israel tiene previsto construir otra colonia. El Tribunal Supremo dio la razón al Gobierno y autorizó el desalojo.

Los activistas levantaron cuatro tiendas de campaña y un pequeño edificio en un área cercana a Beit Iksa y llamaron al campamento Al-Karamah (Dignidad), según informó la agencia palestina de noticias Maan.

Beit Iksa se encuentra rodeada de colonias israelíes y quedará totalmente enclaustrada por el muro que está levantando Tel Aviv, separándola de Jerusalén.

En respuesta a esta iniciativa, las fuerzas israelíes cerraron el puesto militar ubicado a la entrada de la localidad para evitar que más activistas se unan a la misma. GARA

ESTADO TERRORISTA DE ISRAEL 

Netanyahu intenta combatir la huida de votos hacia la derecha más extrema

A apenas tres días de las elecciones legislativas israelíes, Likud Beitenu, la candidatura del primer ministro, Benjamin Netanyahu, trata de recuperar el masivo voto conservador que le ha arañado la formación ultraderechista HaBait Hayehudi, tercera fuerza política que, según las últimas encuestas, aglutinará el voto de los colonos. Netanyahu les ha hecho un giño al prometerles que no evacuará las colonias si gana.



Antonio PITA (Efe)

Los últimos sondeos, publicados el viernes (ayer no hubo prensa por el shabat), son motivo de preocupación en Likud Beitenu, la lista conjunta del derechista Likud, el partido de Benjamin Netanyahu, e Israel Beitenu, la formación ultraderechista que lidera el hasta hace un mes titular de Exteriores, Lieberman.

La candidatura llega a la recta final de los comicios del martes aún como la más votada, pero con su menor previsión de diputados de toda la campaña (32, diez menos de lo que obtuvieron por separado en 2009) y menor brecha entre su bloque (derecha-ultraortodoxos, 63-64 escaños) y el resto de partidos (56-57).

Ayer, en un acto en Beer Sheva, Lieberman (número dos de Likud Beitenu) reiteró que obtendrán 40 diputados, pese al trasvase continuado de votos hacia HaBait Hayehudi (La Casa Judía), asentada en 14 diputados.

«Estamos hablando de 40 escaños. No estoy seguro de que todos esos sondeos representen la realidad. Las diferencias (entre ellos) son demasiado grandes. De verdad será interesante ver cuánto se acercan a la realidad las previsiones», declaró, según la edición digital del diario «Maariv».

El viernes, el ministro de Medio Ambiente, Guilad Erdan, dijo a la radio pública que el descenso en las encuestas se debe a que falta movilización en la base electoral del Likud porque da por sentada la victoria de Netanyahu.

Ante esta situación, el primer ministro, que apenas ha concedido entrevistas a los medios israelíes en sus cuatro años de mandato, las multiplicó este fin de semana, con dos mensajes claros: su fuerza es la derecha fuerte, procolonización y responsable y, dos, la división del voto de derechas puede acabar llevando al centroizquierda al poder.

«La pregunta no es si ganaremos, sino si hay manos firmes al volante. Cuando hay demasiadas manos al volante, el coche vuelca», señaló al «Maariv» antes de advertir del «error histórico letal» que supondría dividir el voto de la derecha, como en los comicios de 1992 y de 1999, en que ganó el centroizquierda.

Netanyahu lanzó un mensaje indirecto a Naftali Bennett, líder de HaBait Hayehudi y su exasesor («nadie puede darme lecciones de amor a la Tierra de Israel y compromiso con la causa sionista o la colonización»), y se comprometió a no evacuar asentamientos en los próximos cuatro años si resulta reelegido.

«Los días de las excavadoras que desarraigan a los judíos han quedado atrás, no delante nuestro. No me dedico a hacer concesiones», dijo tras congratularse de haber «reforzado» los asentamientos, no haber evacuado uno «nunca» y haber concedido el estatus de universidad al centro académico del asentamiento de Ariel, en el norte de Cisjordania.

Bennett, reservista de una unidad de élite convertido en millonario al vender una exitosa empresa tecnológica, juega en los últimos días la misma carta de la moderación que ha catapultado sus expectativas electorales.

Hace unos días señaló al diario «Haaretz» que no gobernará solo para los colonos judíos (su base ideológica), sino para todos los israelíes, y que la colonización de los territorios palestinos no será su máxima prioridad.

Bennett «sabe que en los últimos días de campaña advertiremos a su público contra el voto a la extrema derecha. Para impedir un trasvase de votos de ellos a nosotros está pasando el mensaje: `No me tengáis miedo, soy responsable, moderado, tengo sentido común'», señaló un dirigente del Likud a «Haaretz».

En Israel el voto es proporcional y de circunscripción única, por lo que suelen gobernar complejas coaliciones.

Por eso, en sus lemas y vídeos de campaña, la derecha más extrema asume ya que gobernará con Netanyahu y pide el voto como una garantía de que sus ideas tendrán influencia.