PALESTINA
Alrededor de 200 palestinos instalaron ayer, por segundo día consecutivo, cuatro tiendas de campaña en un terreno de una aldea de Cisjordania, en el noroeste de Jerusalén, para protestar contra la confiscación de tierras por parte del Ejército israelí.
«Nos hemos instalado en un terreno de la aldea de Beit Iksa para evitar su confiscación por parte del Ejército israelí», señaló a AFP Osama Zayed, un vecino de la aldea y miembro del comité popular que organizó la protesta.
Un militante del Al-Fatah afirmó que se levantarán tiendas de campaña en todos los lugares donde el Ejército israelí quiera confiscar tierras para la «colonización».
El viernes, activistas palestinos levantaron un nuevo campamento tras el desmantelamiento el jueves por parte de las autoridades israelíes de las tiendas instaladas en el sector E1, próximo a Jerusalén Este y clave de cara a la posible creación de un Estado palestino, donde Israel tiene previsto construir otra colonia. El Tribunal Supremo dio la razón al Gobierno y autorizó el desalojo.
Los activistas levantaron cuatro tiendas de campaña y un pequeño edificio en un área cercana a Beit Iksa y llamaron al campamento Al-Karamah (Dignidad), según informó la agencia palestina de noticias Maan.
Beit Iksa se encuentra rodeada de colonias israelíes y quedará totalmente enclaustrada por el muro que está levantando Tel Aviv, separándola de Jerusalén.
En respuesta a esta iniciativa, las fuerzas israelíes cerraron el puesto militar ubicado a la entrada de la localidad para evitar que más activistas se unan a la misma. GARA
ESTADO TERRORISTA DE ISRAEL
Netanyahu intenta combatir la huida de votos hacia la derecha más extrema
A apenas tres días de las elecciones legislativas israelíes, Likud Beitenu, la candidatura del primer ministro, Benjamin Netanyahu, trata de recuperar el masivo voto conservador que le ha arañado la formación ultraderechista HaBait Hayehudi, tercera fuerza política que, según las últimas encuestas, aglutinará el voto de los colonos. Netanyahu les ha hecho un giño al prometerles que no evacuará las colonias si gana.
Antonio PITA (Efe)
Los últimos sondeos, publicados el viernes (ayer no hubo prensa por el shabat), son motivo de preocupación en Likud Beitenu, la lista conjunta del derechista Likud, el partido de Benjamin Netanyahu, e Israel Beitenu, la formación ultraderechista que lidera el hasta hace un mes titular de Exteriores, Lieberman.
La candidatura llega a la recta final de los comicios del martes aún como la más votada, pero con su menor previsión de diputados de toda la campaña (32, diez menos de lo que obtuvieron por separado en 2009) y menor brecha entre su bloque (derecha-ultraortodoxos, 63-64 escaños) y el resto de partidos (56-57).
Ayer, en un acto en Beer Sheva, Lieberman (número dos de Likud Beitenu) reiteró que obtendrán 40 diputados, pese al trasvase continuado de votos hacia HaBait Hayehudi (La Casa Judía), asentada en 14 diputados.
«Estamos hablando de 40 escaños. No estoy seguro de que todos esos sondeos representen la realidad. Las diferencias (entre ellos) son demasiado grandes. De verdad será interesante ver cuánto se acercan a la realidad las previsiones», declaró, según la edición digital del diario «Maariv».
El viernes, el ministro de Medio Ambiente, Guilad Erdan, dijo a la radio pública que el descenso en las encuestas se debe a que falta movilización en la base electoral del Likud porque da por sentada la victoria de Netanyahu.
Ante esta situación, el primer ministro, que apenas ha concedido entrevistas a los medios israelíes en sus cuatro años de mandato, las multiplicó este fin de semana, con dos mensajes claros: su fuerza es la derecha fuerte, procolonización y responsable y, dos, la división del voto de derechas puede acabar llevando al centroizquierda al poder.
«La pregunta no es si ganaremos, sino si hay manos firmes al volante. Cuando hay demasiadas manos al volante, el coche vuelca», señaló al «Maariv» antes de advertir del «error histórico letal» que supondría dividir el voto de la derecha, como en los comicios de 1992 y de 1999, en que ganó el centroizquierda.
Netanyahu lanzó un mensaje indirecto a Naftali Bennett, líder de HaBait Hayehudi y su exasesor («nadie puede darme lecciones de amor a la Tierra de Israel y compromiso con la causa sionista o la colonización»), y se comprometió a no evacuar asentamientos en los próximos cuatro años si resulta reelegido.
«Los días de las excavadoras que desarraigan a los judíos han quedado atrás, no delante nuestro. No me dedico a hacer concesiones», dijo tras congratularse de haber «reforzado» los asentamientos, no haber evacuado uno «nunca» y haber concedido el estatus de universidad al centro académico del asentamiento de Ariel, en el norte de Cisjordania.
Bennett, reservista de una unidad de élite convertido en millonario al vender una exitosa empresa tecnológica, juega en los últimos días la misma carta de la moderación que ha catapultado sus expectativas electorales.
Hace unos días señaló al diario «Haaretz» que no gobernará solo para los colonos judíos (su base ideológica), sino para todos los israelíes, y que la colonización de los territorios palestinos no será su máxima prioridad.
Bennett «sabe que en los últimos días de campaña advertiremos a su público contra el voto a la extrema derecha. Para impedir un trasvase de votos de ellos a nosotros está pasando el mensaje: `No me tengáis miedo, soy responsable, moderado, tengo sentido común'», señaló un dirigente del Likud a «Haaretz».
En Israel el voto es proporcional y de circunscripción única, por lo que suelen gobernar complejas coaliciones.
Por eso, en sus lemas y vídeos de campaña, la derecha más extrema asume ya que gobernará con Netanyahu y pide el voto como una garantía de que sus ideas tendrán influencia.
Alrededor de 200 palestinos instalaron ayer, por segundo día consecutivo, cuatro tiendas de campaña en un terreno de una aldea de Cisjordania, en el noroeste de Jerusalén, para protestar contra la confiscación de tierras por parte del Ejército israelí.
«Nos hemos instalado en un terreno de la aldea de Beit Iksa para evitar su confiscación por parte del Ejército israelí», señaló a AFP Osama Zayed, un vecino de la aldea y miembro del comité popular que organizó la protesta.
Un militante del Al-Fatah afirmó que se levantarán tiendas de campaña en todos los lugares donde el Ejército israelí quiera confiscar tierras para la «colonización».
El viernes, activistas palestinos levantaron un nuevo campamento tras el desmantelamiento el jueves por parte de las autoridades israelíes de las tiendas instaladas en el sector E1, próximo a Jerusalén Este y clave de cara a la posible creación de un Estado palestino, donde Israel tiene previsto construir otra colonia. El Tribunal Supremo dio la razón al Gobierno y autorizó el desalojo.
Los activistas levantaron cuatro tiendas de campaña y un pequeño edificio en un área cercana a Beit Iksa y llamaron al campamento Al-Karamah (Dignidad), según informó la agencia palestina de noticias Maan.
Beit Iksa se encuentra rodeada de colonias israelíes y quedará totalmente enclaustrada por el muro que está levantando Tel Aviv, separándola de Jerusalén.
En respuesta a esta iniciativa, las fuerzas israelíes cerraron el puesto militar ubicado a la entrada de la localidad para evitar que más activistas se unan a la misma. GARA
ESTADO TERRORISTA DE ISRAEL
Netanyahu intenta combatir la huida de votos hacia la derecha más extrema
A apenas tres días de las elecciones legislativas israelíes, Likud Beitenu, la candidatura del primer ministro, Benjamin Netanyahu, trata de recuperar el masivo voto conservador que le ha arañado la formación ultraderechista HaBait Hayehudi, tercera fuerza política que, según las últimas encuestas, aglutinará el voto de los colonos. Netanyahu les ha hecho un giño al prometerles que no evacuará las colonias si gana.
Antonio PITA (Efe)
Los últimos sondeos, publicados el viernes (ayer no hubo prensa por el shabat), son motivo de preocupación en Likud Beitenu, la lista conjunta del derechista Likud, el partido de Benjamin Netanyahu, e Israel Beitenu, la formación ultraderechista que lidera el hasta hace un mes titular de Exteriores, Lieberman.
La candidatura llega a la recta final de los comicios del martes aún como la más votada, pero con su menor previsión de diputados de toda la campaña (32, diez menos de lo que obtuvieron por separado en 2009) y menor brecha entre su bloque (derecha-ultraortodoxos, 63-64 escaños) y el resto de partidos (56-57).
Ayer, en un acto en Beer Sheva, Lieberman (número dos de Likud Beitenu) reiteró que obtendrán 40 diputados, pese al trasvase continuado de votos hacia HaBait Hayehudi (La Casa Judía), asentada en 14 diputados.
«Estamos hablando de 40 escaños. No estoy seguro de que todos esos sondeos representen la realidad. Las diferencias (entre ellos) son demasiado grandes. De verdad será interesante ver cuánto se acercan a la realidad las previsiones», declaró, según la edición digital del diario «Maariv».
El viernes, el ministro de Medio Ambiente, Guilad Erdan, dijo a la radio pública que el descenso en las encuestas se debe a que falta movilización en la base electoral del Likud porque da por sentada la victoria de Netanyahu.
Ante esta situación, el primer ministro, que apenas ha concedido entrevistas a los medios israelíes en sus cuatro años de mandato, las multiplicó este fin de semana, con dos mensajes claros: su fuerza es la derecha fuerte, procolonización y responsable y, dos, la división del voto de derechas puede acabar llevando al centroizquierda al poder.
«La pregunta no es si ganaremos, sino si hay manos firmes al volante. Cuando hay demasiadas manos al volante, el coche vuelca», señaló al «Maariv» antes de advertir del «error histórico letal» que supondría dividir el voto de la derecha, como en los comicios de 1992 y de 1999, en que ganó el centroizquierda.
Netanyahu lanzó un mensaje indirecto a Naftali Bennett, líder de HaBait Hayehudi y su exasesor («nadie puede darme lecciones de amor a la Tierra de Israel y compromiso con la causa sionista o la colonización»), y se comprometió a no evacuar asentamientos en los próximos cuatro años si resulta reelegido.
«Los días de las excavadoras que desarraigan a los judíos han quedado atrás, no delante nuestro. No me dedico a hacer concesiones», dijo tras congratularse de haber «reforzado» los asentamientos, no haber evacuado uno «nunca» y haber concedido el estatus de universidad al centro académico del asentamiento de Ariel, en el norte de Cisjordania.
Bennett, reservista de una unidad de élite convertido en millonario al vender una exitosa empresa tecnológica, juega en los últimos días la misma carta de la moderación que ha catapultado sus expectativas electorales.
Hace unos días señaló al diario «Haaretz» que no gobernará solo para los colonos judíos (su base ideológica), sino para todos los israelíes, y que la colonización de los territorios palestinos no será su máxima prioridad.
Bennett «sabe que en los últimos días de campaña advertiremos a su público contra el voto a la extrema derecha. Para impedir un trasvase de votos de ellos a nosotros está pasando el mensaje: `No me tengáis miedo, soy responsable, moderado, tengo sentido común'», señaló un dirigente del Likud a «Haaretz».
En Israel el voto es proporcional y de circunscripción única, por lo que suelen gobernar complejas coaliciones.
Por eso, en sus lemas y vídeos de campaña, la derecha más extrema asume ya que gobernará con Netanyahu y pide el voto como una garantía de que sus ideas tendrán influencia.
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