COLOMBIA
Por Esteban Ramírez
Guerrillero de las FARC, Comando Conjunto de Occidente
Mucho se dice acerca de la confrontación armada que desde hace varias décadas se desarrolla en Colombia, hay diferentes conceptualizaciones, que dependen directamente de los intereses de clase de quien las elabora, y en otros casos más deprimentes, de quien las asume sin ningún tipo de reflexión seria.
Por otra parte esta la concepción- comprensión, que se ha forjado a partir de la experiencia directa de quienes hemos asumido parte en la contienda política y militar.
Como guerrilleros hemos aprendido en carne propia y a través de la experiencia histórica de las organizaciones insurgentes de Nuestra América, que el enemigo, es decir, las elites dominantes de cada país acude a los más variados y sucios métodos en su ?lucha? contra lo que denominan ?el enemigo interno?,( no sobra recordar que toda esta concepción Antisubversiva, fue aprendida de la tristemente célebre doctrina de la seguridad nacional, con la que el imperialismo norteamericano orienta el combate contra nuestros pueblos).
En este sentido sabemos que la guerra, es muchos más que el simple intercambio de disparos entre dos bandos. Empezando porque el objetivo inicial de los poderosos,- que se enmarca fuera del campo netamente militar-, consiste en ?desnaturalizar? al enemigo, mostrarlo como contrario a los valores predominantes de la sociedad, degradarlo moralmente, buscando ante todo que no logre consolidarse una identidad entre él y las masas, pues saben que esta fusión es el comienzo de su derrota.
Bajo esta perspectiva, en Colombia el establecimiento ha combinado el accionar militar y represivo, con acciones de guerra psicológica, orientadas en dos direcciones: primero a generar opinión contraria a las organizaciones revolucionarias, para lo cual han contado entre otras cosas, con los medios masivos de comunicación, que operan como amplificadores del discurso oficial y reproducen una visión parcializada de la realidad en sus múltiples expresiones; en segundo lugar las acciones de guerra psicológica pretenden minar la moral de los guerrilleros y guerrilleras, buscando generar incertidumbres, planteando falsos dilemas individuales, y cuestionando en ultimas el hecho asumir la lucha armada como forma de alcanzar un mejor futuro.
Ahora bien, en las acciones de guerra psicológica, el establecimiento recurre a elevados niveles de violencia simbólica, la cual es una forma particular de agredir al otro, mediante el discurso, la imagen u otros mecanismos, que de manera sutil pero efectiva generan en el individuo una reacción específica acorde a las necesidades e intereses del agresor.
Veamos una clara demostración de lo expuesto anteriormente:
En la guerra que libramos las FARC contra las fuerzas del estado en el norte del Cauca, ha quedado en evidencia que en el combate terrestre ellos no pueden reclamar la superioridad, pues han sido muchas las bajas que han tenido, y pocos los resultados, pues ahí seguimos a pesar del desmesurado incremento en el pie de fuerza. En vista de lo anterior, los mandos militares de la zona han apelado diversos medios con tal de desequilibrar la balanza en contra nuestra, por un lado han cooptado a algunos dirigentes indígenas con el fin de que generen divisiones y tensiones entre las comunidades y la guerrilla, y por el otro han fabricado mentiras que buscan generar opinión desfavorable hacia las acciones rebeldes.
El caso más reciente es el de Luís Eider Dagua, campesino de la zona que supuestamente fue torturado por guerrilleros de las FARC, por negarse a llevar una carga explosiva. Los medios masivos no ahorraron calificativos para expresar ?su indignación? ante la ?barbarie? y crueldad de la guerrilla. Los titulares eran contundentes: ?la guerrilla le corto un dedo, le amarró la boca con alambre, le apuñaleo el pecho y lo dejo casi muerto a orillas de un rio?. Esto es violencia simbólica, quien no se indigna ante hechos de esta naturaleza? Y claro, si se señala que fueron las FARC, quien no se indignaría en contra nuestra?
Sin embargo, poco a poco se van aclarando las cosas. Uno como guerrillero sabe de entrada que algo así es imposible, sencillamente porque nuestro interés es mantener con las comunidades una buena relación, pero la gente ajena a la realidad que se vive en las montañas fácilmente se come el cuento y lo reproduce como lorito amaestrado.
Los hechos se presentaron a 100 metros de donde estaba ubicada una unidad militar, créanme que si un grupo de guerrilleros se encuentra a esta distancia del enemigo, no se va dedicar a ponerle problemas a un civil, sino que tomarán posiciones para prenderlos a plomo como es debido, por otra parte las primeras declaraciones sobre el hecho las dieron los mando militares que tenían custodiado y aislado al civil en el hospital de Santander de Qulichao.
Recientemente la comunidad del corregimiento El Palo y zonas aledañas marcharon exigiendo claridad frente a los hechos y rechazando la presencia y los abusos de las fuerzas militares, en estas jornadas no se vieron cámaras ni ?periodistas? de RCN o CARACOL, en la radio nadie dice nada, los afamados columnistas de opinión no tienen tiempo para ocuparse de estos hechos, y mientras tanto varios millones de personas siguen creyendo estar ?bien informadas? y pidiendo más guerra para solucionar los problemas del país.
Los responsables de la tortura del campesino son miembros del glorioso ejército nacional, que ante la impotencia y la rabia que le tienen a las comunidades en las zonas donde hay presencia guerrillera, son capaces de cometer los peores crímenes.
Que hablen los defensores de la moral, que se pronuncie el presidente sobre el extraño humanismo de los ?héroes del patria?, que la gran prensa nos de cátedra sobre objetividad y profesionalismo, y que por fin los colombianos se den cuenta de que la historia que les han contado es el relato amañado de quienes ejercen el poder en contra del pueblo, y apelan a todas las formas de violencia con tal de mantener su dominio, y que sepan también que la resistencia de las FARC-EP es como la llama que vive en los adentros del sereno volcán, que pronto iluminara con su explosión formidable, los rincones olvidados de nuestra extensa geografía.
Por Esteban Ramírez
Guerrillero de las FARC, Comando Conjunto de Occidente
Mucho se dice acerca de la confrontación armada que desde hace varias décadas se desarrolla en Colombia, hay diferentes conceptualizaciones, que dependen directamente de los intereses de clase de quien las elabora, y en otros casos más deprimentes, de quien las asume sin ningún tipo de reflexión seria.
Por otra parte esta la concepción- comprensión, que se ha forjado a partir de la experiencia directa de quienes hemos asumido parte en la contienda política y militar.
Como guerrilleros hemos aprendido en carne propia y a través de la experiencia histórica de las organizaciones insurgentes de Nuestra América, que el enemigo, es decir, las elites dominantes de cada país acude a los más variados y sucios métodos en su ?lucha? contra lo que denominan ?el enemigo interno?,( no sobra recordar que toda esta concepción Antisubversiva, fue aprendida de la tristemente célebre doctrina de la seguridad nacional, con la que el imperialismo norteamericano orienta el combate contra nuestros pueblos).
En este sentido sabemos que la guerra, es muchos más que el simple intercambio de disparos entre dos bandos. Empezando porque el objetivo inicial de los poderosos,- que se enmarca fuera del campo netamente militar-, consiste en ?desnaturalizar? al enemigo, mostrarlo como contrario a los valores predominantes de la sociedad, degradarlo moralmente, buscando ante todo que no logre consolidarse una identidad entre él y las masas, pues saben que esta fusión es el comienzo de su derrota.
Bajo esta perspectiva, en Colombia el establecimiento ha combinado el accionar militar y represivo, con acciones de guerra psicológica, orientadas en dos direcciones: primero a generar opinión contraria a las organizaciones revolucionarias, para lo cual han contado entre otras cosas, con los medios masivos de comunicación, que operan como amplificadores del discurso oficial y reproducen una visión parcializada de la realidad en sus múltiples expresiones; en segundo lugar las acciones de guerra psicológica pretenden minar la moral de los guerrilleros y guerrilleras, buscando generar incertidumbres, planteando falsos dilemas individuales, y cuestionando en ultimas el hecho asumir la lucha armada como forma de alcanzar un mejor futuro.
Ahora bien, en las acciones de guerra psicológica, el establecimiento recurre a elevados niveles de violencia simbólica, la cual es una forma particular de agredir al otro, mediante el discurso, la imagen u otros mecanismos, que de manera sutil pero efectiva generan en el individuo una reacción específica acorde a las necesidades e intereses del agresor.
Veamos una clara demostración de lo expuesto anteriormente:
En la guerra que libramos las FARC contra las fuerzas del estado en el norte del Cauca, ha quedado en evidencia que en el combate terrestre ellos no pueden reclamar la superioridad, pues han sido muchas las bajas que han tenido, y pocos los resultados, pues ahí seguimos a pesar del desmesurado incremento en el pie de fuerza. En vista de lo anterior, los mandos militares de la zona han apelado diversos medios con tal de desequilibrar la balanza en contra nuestra, por un lado han cooptado a algunos dirigentes indígenas con el fin de que generen divisiones y tensiones entre las comunidades y la guerrilla, y por el otro han fabricado mentiras que buscan generar opinión desfavorable hacia las acciones rebeldes.
El caso más reciente es el de Luís Eider Dagua, campesino de la zona que supuestamente fue torturado por guerrilleros de las FARC, por negarse a llevar una carga explosiva. Los medios masivos no ahorraron calificativos para expresar ?su indignación? ante la ?barbarie? y crueldad de la guerrilla. Los titulares eran contundentes: ?la guerrilla le corto un dedo, le amarró la boca con alambre, le apuñaleo el pecho y lo dejo casi muerto a orillas de un rio?. Esto es violencia simbólica, quien no se indigna ante hechos de esta naturaleza? Y claro, si se señala que fueron las FARC, quien no se indignaría en contra nuestra?
Sin embargo, poco a poco se van aclarando las cosas. Uno como guerrillero sabe de entrada que algo así es imposible, sencillamente porque nuestro interés es mantener con las comunidades una buena relación, pero la gente ajena a la realidad que se vive en las montañas fácilmente se come el cuento y lo reproduce como lorito amaestrado.
Los hechos se presentaron a 100 metros de donde estaba ubicada una unidad militar, créanme que si un grupo de guerrilleros se encuentra a esta distancia del enemigo, no se va dedicar a ponerle problemas a un civil, sino que tomarán posiciones para prenderlos a plomo como es debido, por otra parte las primeras declaraciones sobre el hecho las dieron los mando militares que tenían custodiado y aislado al civil en el hospital de Santander de Qulichao.
Recientemente la comunidad del corregimiento El Palo y zonas aledañas marcharon exigiendo claridad frente a los hechos y rechazando la presencia y los abusos de las fuerzas militares, en estas jornadas no se vieron cámaras ni ?periodistas? de RCN o CARACOL, en la radio nadie dice nada, los afamados columnistas de opinión no tienen tiempo para ocuparse de estos hechos, y mientras tanto varios millones de personas siguen creyendo estar ?bien informadas? y pidiendo más guerra para solucionar los problemas del país.
Los responsables de la tortura del campesino son miembros del glorioso ejército nacional, que ante la impotencia y la rabia que le tienen a las comunidades en las zonas donde hay presencia guerrillera, son capaces de cometer los peores crímenes.
Que hablen los defensores de la moral, que se pronuncie el presidente sobre el extraño humanismo de los ?héroes del patria?, que la gran prensa nos de cátedra sobre objetividad y profesionalismo, y que por fin los colombianos se den cuenta de que la historia que les han contado es el relato amañado de quienes ejercen el poder en contra del pueblo, y apelan a todas las formas de violencia con tal de mantener su dominio, y que sepan también que la resistencia de las FARC-EP es como la llama que vive en los adentros del sereno volcán, que pronto iluminara con su explosión formidable, los rincones olvidados de nuestra extensa geografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario