sábado, 28 de abril de 2012

EL NARCOTRAFICO SEGUN EL ELN.

COLOMBIA
Comandante Antonio García - ELN

por Comandante Antonio García
En Colombia en la actualidad hay culti- vos de uso ilícitos en casi todo el territo- rio nacional, y están controlados por las bandas paramilitares que se reorganizaron luego de la caricatura de desmovilización. Para mencionar algunos podemos señalar: Nariño, Cauca, Valle, Chocó, la Costa Caribe, Norte de Santander, Antioquia, Bolívar y parte de los Llanos Orientales.


El ELN siempre ha buscado sa- lidas alternativas a la extensión de los cultivos de coca, como a la afección que esta trae para la producción de alimentos en las zonas de economía campesina, ya que esto atenta contra la seguridad y soberanía alimen- taria. Pero el hecho de existir un amplio consumo en Estados Unidos y Europa de narcóticos, y al ser estos prohibidos, se hace muy atractivo por el gran margen de utilidad que deja su comercialización. De otro lado al existir una estructura económica monopólica y excesivamente concentrada impide que existan otros renglones de la economía que motiven tanto al campesinado como a otros sectores sociales.
El ELN no tiene ni cultivos, ni laboratorios, ni rutas, ni negocia con los productos, no tiene pistas, ni alquila seguridad a nadie, como tampoco tiene nada que ver con el negocio de precursores químicos. Lo único que hace en algunas zonas es cobrar un impuesto como a cualquier actividad económica, impuesta al comerciante. No se permite ningún tipo de consumo o de distribución en las zonas de
influencia. Para corroborar esto, jamás han detenido ni detendrán a un integrante del ELN con un gramo de estas sustancias. Decimos que cobramos en algunas zonas, pues en varias de ellas hemos impulsado la erradicación voluntaria y gradual de los cultivos para sustituirlos con otro tipo de producción agrícola, como sucedió en Arauca.

En Arauca la población entendió el fenómeno, pues ya iban a quitarles la tierra, y en eso jugó la visión del ELN que desde tiempo atrás ha sido proclive a la sustitución de cultivos, por medio de la persuasión y sin que se afecte la economía y la sobrevivencia de la población. Es volver a reconstruir las relaciones propias de una economía campesina, donde puedan existir la solidaridad, el apoyo mutuo, el compartir la panela o la yuca, cosa que la economía narcotizada termina por donde pasa, pues todo lo coloca en los términos de comprar y vender al mejor postor, y donde sólo está de por medio el dinero.

La economía del narco
La planta de coca ha sido usada tradicionalmente por los pueblos originarios de diversas maneras, como medicina natural, como complemento alimenticio, para infusiones como el té y otras. Sin duda que para los pueblos originarios está vinculada a sus tradiciones y costumbres, y no se conoce que su uso haya causado problemas de salud o vicios lesivos para los individuos o comunidades.
La cocaína, como derivado y su tráfico, es otro asunto. El narcotráfico hace parte del engranaje del proyecto económico que le permite a la ultraderecha en Colombia organizar su modelo económico mafioso y paramilitar, un modelo muy parecido a lo que acontece con el sector energético-petrolero gringo, la industria militar y las empresas militares privadas que hacen las guerras por el mundo para generar riqueza privada.
La ausencia de una estructura económica democrática siempre será el principal motivador para las actividades ilegales, pues la gente siempre buscará la manera de romper las ataduras. Por ejemplo, ¿cómo se va a dar empleo a los cientos de miles que viven directa e indirectamente del fenómeno económico?, si existiendo esta fuente de empleo, hoy los desocupados pasan de dos millones y medio, sin contar los informales y el subempleo disfrazado.

Las razones por las que el campesino termina sembrando coca es por la ausencia de condiciones para poner a producir alimentos en sus tierras, o dedicarlas a otras actividades productivas. Muchos campesinos se quedaron sin tierras y viven de jornales miserables, los que las tienen no cuentan con los recursos para hacerlas productivas, lo poco que producen no lo pue- den llevar al mercado porque no cuentan ni con las vías o el transporte, en la mayoría de las veces los costos del transporte son superiores al precio del mismo producto, y siempre sale perdiendo. Tampoco existe una política de fomento, de crédito barato, ni de asistencia técnica.



Comandante Antonio García


se derivan de una economía narcotizada, van más allá de lo económico y de salud, y llegan a la convivencia, al crimen, a la expropiación de las tierras de los campesinos. En Colombia se usó la extensión de los cultivos de coca como estrategia para comprometer a los campesinos en una economía ilícita, los paramilitares fueron el instrumento que usó el Estado y las grandes mafias que se unieron con el sector económico que im- pulsa las grandes plantaciones para producir Agro-combustible y etanol. Más de seis millones de hectáreas fueron expropiadas, luego que se aseguró el terreno con la fuerza pública o los paramilitares.se derivan de una economía narcotizada, van más allá de lo económico y de salud, y llegan a la convivencia, al crimen, a la expropiación de las tierras de los campesinos. En Colombia se usó la extensión de los cultivos de coca como estrategia para comprometer a los campesinos en una economía ilícita, los paramilitares fueron el instru- mento que usó el Estado y las grandes mafias que se unieron con el sector económico que impulsa las grandes plantaciones para producir Agro-combustible y etanol. Más de seis millones de hectáreas fueron expropiadas, luego que se aseguró el terreno con la fuerza pública o los paramilitares.Sin duda que los problemas que se derivan de una economía narcotizada, van más allá de lo económico y de salud, y llegan a la convivencia, al crimen, a la expropiación de las tierras de los campesinos. En Colombia se usó la extensión de los cultivos de coca como estrategia para comprometer a los campesinos en una economía ilícita, los paramilitares fueron el instrumento que usó el Estado y las grandes mafias que se unieron con el sector económico que im- pulsa las grandes plantaciones para producir Agro-combustible y etanol. Más de seis millones de hectáreas fueron expropiadas, luego que se aseguró el terreno con la fuerza pública o los paramilitares.


Los promotores del narcotráfico
Los principales beneficiarios del narcotráfico, son los que más propenden porque las cosas sigan igual, que haya guerra al narcotráfico, para que no se legalice y siga habiendo las ju- gosas utilidades, en este sentido los más beneficiados son las grandes corporaciones financieras, que tienen sus asientos en los paraísos fiscales, legales o ilegales, tanto de Estados Unidos como de Europa. El capital mafioso es un capital barato y lo que necesita es legalizarse,
como por lógica los narcotraficantes caen, los dineros pasan a engrosar las arcas de los bancos. Algo parecido con los capi- tales con los que se quedo Suiza luego de la Segunda Guerra Mundial.
Está el imperio norteamericano que usa el fenómeno del narcotráfico para justificar guerras y enmascarar su actuación colonialista. En esa misma dirección están los militares colombianos y la ultraderecha que les permite mantener su andamiaje de guerra, obtener recursos económicos a través de los paramilitares para hacer la guerra; también los sectores de la economía emergente que han usado el narcotráfico para generar procesos de acumulación originaria de capitales y de bienes a través de la violencia oficial y paramilitar.
El paramilitarismo a la vez que fue usado como arma contrain- surgente y contra el movimiento popular, también jugó y sigue jugando su papel en su versión de bandas emergentes para crear las condiciones que viabi- lizan el despojo de comunidades de sus tierras por corporaciones transnacionales y familias ricas, como ha venido aconteciendo con las comunidades del Urabá Chocoano y otras partes del territorio nacional.

¿Antinarcos?
La esencia de la lucha anti-narcóticos es una política eminentemente represiva y se hace con estrategia de guerra, que es totalmente equivocada.
Con sentido común se podría hacer unos cuantos cálculos para hacer un estimativo de lo que se ha gastado en esa guerra; es mucho dinero el que se ha utilizado, con esas cantidades se hubiese podido desarrollar otros planes económicos y sociales que hubiesen dado otro tipo de resultados. Por ejemplo se hubiese podido implementar una política agraria favora- ble para el país y los propios campesinos. De manera irónica se podría decir que con lo que invierte en la guerra se podría comprar la hoja de coca y los gringos se la llevarían para los Estados Unidos para que la usen en lo que ellos quieran, desde hacer clorhidrato de cocaína hasta comérsela en ensalada, y así evitarían la molestia que sean otros los que satisfagan las necesidades de su mercado.
Es importante recalcar que los mayores narcotraficantes son las instituciones que dicen combatirlo, como la DEA, pues con su mentirosa política de ?entregas controladas?, es por donde más toneladas de cocaína han entrado a los Estados Unidos.
Con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, se ha montado en Colombia y el continente, el más poderoso andamiaje tecnológico militar de Estados Unidos que pretende, ante todo, sofocar la lucha de los pueblos que hoy buscan construir sociedades más justas y democráticas, y usar a Colombia como punta de lanza en la desestabilización de dichos procesos.

Cuatro puntos de solución
Por eso la principal salida es la democratización de la economía, cambiando su estructura.
En un segundo nivel la legalización de la coca y la cocaína, para que la sociedad misma se regule. ¿No estamos en un mundo
neoliberal y que el mercado es capaz de regularlo todo?, ahí si se les olvida su doctrina; con eso desaparecerían las motivaciones de las jugosas utilidades, pues comprar una dosis de cocaína sería como comprar una papeleta de té o de canela.
En tercer lugar hay que cam- biar la estrategia represiva y de guerra que se le da a un fenómeno económico y de salud pública, en este campo se requiere creatividad en la formulación económica del problema
y más claridad en las políticas de salud y educación.
Cuarto y liga- do a lo anterior una política clara para el agro colombiano, en cuanto a la propiedad y uso del suelo fértil, y una estrategia productiva en el agro que nos permita recuperar la soberanía y seguridad alimentaria en armonía con la naturaleza.
En este sentido, si bien se puede avanzar en una creativa sustitución de cultivos, se requiere avanzar en los otros campos, de lo contrario seguiremos erradicando y erradicando, con el peligro que vuelva a sembrarse.
Debemos dar por entendido que este es un fenómeno mundial y que las soluciones han de buscarse en ese contexto, pero eso no niega
que un país en particular como Colombia deba tener más creatividad para    hacerse escuchar en el mundo. El gobierno colombiano    únicamente ha sido parlante de una estrategia gringa que fracasó.

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