Rusia y Estados Unidos se enzarzaron ayer en un cruce de acusaciones sobre el suministro de armas al conflicto sirio. Moscú matizó que se refería a armamento que Washington proporciona para la represión de protestas en países de la zona, mientras Estados Unidos, a quien se unió el Estado francés, reiteró su exigencia de que Rusia deje de vender armamento a Siria.
GARA |
Washington y Moscú se enzarzaron ayer en mutuas acusaciones de suministrar armas a sus aliados en Siria y la región. En un principio Estados Unidos había acusado a Rusia de «enviar helicópteros de ataque a Siria, lo que va a provocar que se agrave el conflicto». El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, de visita en Irán, replicó ayer que «nosotros no suministramos ni a Siria ni a otros cosas que sean utilizadas contra manifestaciones pacíficas, contrariamente a Estados Unidos, que suministran regularmente a países de la región tales equipos especiales». Poco antes se había difundido que acusaba a Washington de armar directamente a los rebeldes sirios, pero posteriormente el Ministerio ruso de Exteriores aseguró que se trató de un «error de traducción» .
Con todo, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, reaccionó rechazando que armen a los insurgentes, y además, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, volvió a la carga. «Hemos pedido reiteradamente al gobierno ruso que corte todos los lazos militares con Siria y suspender cualquier nuevo apoyo o entrega» de armas. «Sabemos que los rusos están proporcionando armas a su aliados, ya que han confirmado que continuarán haciendo entregas», señaló la jefa de la diplomacia estadounidense. Su homólogo francés, Laurent Fabius, se unió a la presión sobre Rusia, demandando «el cese total» de las exportaciones de armas a Damasco. «Nuestras informaciones directas e indirectas atestiguan que hay suministros», declaró Fabius, quien coincidió con el jefe de operaciones de paz de la ONU, Hervé Ladsous, en que Siria vivé una guerra civil.
Por otro lado, en su encuentro en Teherán, tanto Lavrov como el ministro de Exteriores iraní, Ali Akbar Salehi, dijeron estar «muy próximos» ante el conflicto sirio, sobre todo acerca de la necesidad de aplicar el plan de Kofi Annan.
Mientras tanto, la represión y los enfrentamientos entre soldados y rebeldes causaron ayer al menos 50 muertos, de ellos 40 civiles, según la oposición.
El Gobierno sirio pidió a los observadores de la ONU que acudieran a Haffeh, de donde los insurgentes se retiraron el martes tras ocho días de bombardeos y donde grupos de personas impidieron entrar a la misión de los cascos azules atacando su convoy con piedras, siendo además tiroteados.
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Washington y Moscú se enzarzaron ayer en mutuas acusaciones de suministrar armas a sus aliados en Siria y la región. En un principio Estados Unidos había acusado a Rusia de «enviar helicópteros de ataque a Siria, lo que va a provocar que se agrave el conflicto». El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, de visita en Irán, replicó ayer que «nosotros no suministramos ni a Siria ni a otros cosas que sean utilizadas contra manifestaciones pacíficas, contrariamente a Estados Unidos, que suministran regularmente a países de la región tales equipos especiales». Poco antes se había difundido que acusaba a Washington de armar directamente a los rebeldes sirios, pero posteriormente el Ministerio ruso de Exteriores aseguró que se trató de un «error de traducción» .
Con todo, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, reaccionó rechazando que armen a los insurgentes, y además, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, volvió a la carga. «Hemos pedido reiteradamente al gobierno ruso que corte todos los lazos militares con Siria y suspender cualquier nuevo apoyo o entrega» de armas. «Sabemos que los rusos están proporcionando armas a su aliados, ya que han confirmado que continuarán haciendo entregas», señaló la jefa de la diplomacia estadounidense. Su homólogo francés, Laurent Fabius, se unió a la presión sobre Rusia, demandando «el cese total» de las exportaciones de armas a Damasco. «Nuestras informaciones directas e indirectas atestiguan que hay suministros», declaró Fabius, quien coincidió con el jefe de operaciones de paz de la ONU, Hervé Ladsous, en que Siria vivé una guerra civil.
Por otro lado, en su encuentro en Teherán, tanto Lavrov como el ministro de Exteriores iraní, Ali Akbar Salehi, dijeron estar «muy próximos» ante el conflicto sirio, sobre todo acerca de la necesidad de aplicar el plan de Kofi Annan.
Mientras tanto, la represión y los enfrentamientos entre soldados y rebeldes causaron ayer al menos 50 muertos, de ellos 40 civiles, según la oposición.
El Gobierno sirio pidió a los observadores de la ONU que acudieran a Haffeh, de donde los insurgentes se retiraron el martes tras ocho días de bombardeos y donde grupos de personas impidieron entrar a la misión de los cascos azules atacando su convoy con piedras, siendo además tiroteados.
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