martes, 7 de febrero de 2012

II Declaración de La Habana 1962.

CUBA

La humanidad ha dicho basta, ha echado a andar y no se detendrá

por Leandro Albani

Caracas, 02 Feb. AVN.- Un millón de personas agitaban el aire de La Habana. El comandante Fidel Castro observaba por encima de la multitud, con el cuerpo arqueado, una característica en los momentos en que pronunciaba sus discursos. Junto a él había más gente que la reunida en la Plaza de la Revolución, porque en toda Cuba la movilización era permanente en los primeros años tras el triunfo del Ejército Rebelde en 1959.
Ese 4 de febrero de 1962, Fidel pronunciaba un discurso extenso y abarcador. Se conocía de esta forma la Segunda Declaración de La Habana, apenas unos días después que los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), con excepción de México, se habían confabulado para evitar la voz de Cuba en el organismo, el 31 de enero durante una reunión en Punta del Este, Uruguay. Detrás de esta decisión, la sombra de Washington que ya había intentado derrocar al gobierno revolucionario durante la invasión mercenaria a Playa Girón, un año antes. La razón esgrimida por la Casa Blanca de la salida de Cuba: el avance del comunismo y la profundización de la guerra fría que Estados Unidos mantenía con la entonces Unión Soviética.
Pero Fidel simplificaba este hecho con pocas palabras: "Ahora se puede ver con toda claridad que los pactos militares suscritos por el Gobierno de Estados Unidos con gobiernos latinoamericanos, pactos secretos muchas veces y siempre a espaldas de los pueblos, invocando hipotéticos peligros exteriores que nadie vio nunca por ninguna parte, tenían el único y exclusivo objetivo de prevenir la lucha de los pueblos; eran pactos contra los pueblos, contra el único peligro, el peligro interior del movimiento de liberación que pusiera en riesgo los intereses yanquis".
En la Segunda Declaración de la Habana, el líder revolucionario resumió la historia de América Latina desde la conquista española hasta esos días, explicó el surgimiento del capitalismo como sistema, el nacimiento de la Revolución Rusa, la Segunda Guerra Mundial y denunció la injerencia que Washington expandió por el sur del Río Bravo hasta la Patagonia para obtener sus riquezas y coartar los procesos de liberación.
"América Latina es además abastecedora de materias primas baratas y compradora de artículos elaborados caros. Como los primeros conquistadores españoles, que cambiaban a los indios espejos y baratijas por oro y plata, así comercian con América Latina los Estados Unidos. Conservar ese torrente de riqueza, apoderarse cada vez más de los recursos de América y explotar a sus pueblos sufridos: he ahí lo que se ocultaba tras los pactos militares, las misiones castrenses y los cabildos diplomáticos de Washington", expresaba Fidel.
El líder cubano también resumía la exclusión de la isla de la OEA: "En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas".
A cincuenta años de la Segunda Declaración de La Habana, el actual embajador de Cuba en Venezuela, Rogelio Polanco, afirma que el discurso de Fidel "tiene una vigencia plena", porque describía y denunciaba "un momento de la historia de este continente en el cual Estados Unidos imponía su hegemonía y designio contra América Latina, y especialmente contra Cuba que, con el triunfo de la Revolución, se erigía en un ejemplo contrahegemónico, revolucionario y de liberación ante los pueblos".
Consultado por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), el diplomático recuerda que la expulsión de Cuba de la OEA se debió a que el gobierno revolucionario había comenzado a aplicar su programa donde se contempló la ley de reforma agraria y las nacionalizaciones de grandes empresas extranjeras, en su mayoría norteamericanas.
Después de estas medidas, "se produjeron de inmediato los ataques terroristas contra Cuba, la invasión mercenaria de Playa Girón y lo que se llamó el Plan Mangosta, que fue el más completo programa de subversión con que se haya conocido contra un país en el continente latinoamericano y que incluía todo tipo de acciones terroristas financiadas y ejecutadas por la CIA", señala Polanco.
Antes de que una ovación tomara La Habana, Fidel pronunciaba sus últimas palabras, donde remarcó que "esta gran humanidad ha dicho: '¡Basta!' y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente". Una idea y una realidad que en la actualidad recorre los caminos del continente    

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