martes, 7 de febrero de 2012

La OTAN filtra un informe sobre el apoyo de Pakistán a los talibanes.

AFGANISTÁN

Que los servicios secretos de Pakistán apoyan a los talibanes -cuando menos a parte de ellos- no es un secreto. Pero la filtración del informe de la OTAN que avala esta tesis en este momento se inscribe en la batalla soterrada entre EEUU, de un lado, e Islamabad y Kabul por otro, por pilotar las negociaciones con la resistencia afgana. Washington aspira a una retirada honrosa. Pakistán pide, también, lo suyo.

Un informe secreto de la OTAN filtrado ayer por la prensa acusa a los servicios secretos paquistaníes (ISI) de apoyar clandestinamente a los talibanes afganos. Los oficiales del ISI «mantienen la necesidad de proseguir la yihad y la expulsión de los invasores de Afganistán», señala el informe sobre «la actualidad de los talibanes», publicado en parte ayer por los medios británicos.
Pakistán y el ISI conocen el paradero de los más altos dirigentes talibanes, asegura el informe, que tiene su origen, según la cadena BBC, en los interrogatorios a más de 4.000 prisioneros talibanes, de Al Qaeda y de otros grupos.
El estudio reconoce que «pese a los golpes que sufrieron en 2011», la fuerza, motivación, financiación y capacidad de los talibanes «se mantiene intacta» y muchos afganos, también en el seno del Gobierno de Kabul, se preparan para el retorno de los talibanes» al poder.
Desde Afganistán, el portavoz de las fuerzas de la OTAN (Isaf), teniente-coronel Jimmie Cummings, intentó minimizar el alcance del informe. «No es más que una compilación de opiniones e ideas de detenidos talibanes» y de ellas «no se pueden extraer conclusiones».
Más allá de la acusación concreta -el apoyo del ISI a los talibanes, cuando menos a algunos sectores de este movimiento, es un secreto a voces-, lo importante es el momento elegido para la filtración.
Y es que coincide con la pugna entre EEUU, de un lado, y Kabul y Pakistán de otro, por monopolizar las inminentes negociaciones con los talibanes. Washington insiste en utilizar como sede de los contactos a su aliado de Qatar, mientras que Pakistán está intentando abrir una brecha en este proyecto patrocinando otra línea de diálogo alternativa en Arabia Saudí.
Y la cuestión no es baladí. Mientras los talibanes se dejan querer, tanto EEUU como Pakistán son conscientes de que el futuro de Afganistán se juega en esas negociaciones. Washington sueña con un acuerdo que le permita una salida honrosa. Islamabad quiere mantener su histórico ascendiente sobre Afganistán en su pugna geopolítica con su principal e histórico enemigo en la región, India.
La filtración coincide además con la visita oficial a Kabul de la ministra paquistaní de Exteriores, Hina Rabbani Khar. «No tenemos ningún objetivo inconfesable en Afganistán y toda amenaza a la independencia y la soberanía de Afganistán es una amenaza a la existencia de Pakistán», señaló.
Dejando al margen que de sus palabras se puede colegir tanto que Pakistán no interviene en Afganistán como todo lo contrario, el apoyo de Islamabad a los talibanes es un hecho histórico. Sin su ayuda directa en 1996, no habrían llegado al poder en Kabul en una ofensiva relámpago. Hasta su salida del poder en 2001 contaron con el apoyo explícito de sus vecinos.
A través de los 2.500 kilómetros de porosa frontera (la famosa línea Durand que parte en dos a la población pastún), los talibanes tienen en las zonas tribales fronterizas su refugio. Es otro secreto a voces que el máximo líder talibán, mullah Omar, reside en Quetta.
En setiembre, Kabul e Islamabad rompieron todo contacto después de que un kamikaze paquistaní acabara con la vida del ex presidente afgano Burhanuddin Rabbani, nombrado por el presidente afgano, Hamid Karzai, jefe negociador con los talibanes. Las relaciones se han retomado y ambos están haciendo un frente común para impulsar su propio proceso negociador. Pakistán cuenta para ello con su ascendiente en un sector de los talibanes, los más cercanos a Al Qaeda y menos alineados con el mullah Omar.
París abre el melón de la retirada apresurada de Afganistán
La espinosa cuestión de la salida de la OTAN de Afganistán centrará la reunión de ministros de Defensa de los aliados hoy y mañana tras el anuncio sorpresa de la retirada de las tropas francesas en 2013 (un año antes).
Tras la muerte de cuatro soldados galos muertos por un militar afgano al que adiestraban, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció el adelanto en la retirada. Su ministro de Defensa, Gérard Longuet, tiene la difícil misión de justificar la decisión ante sus aliados y de «aclarar y asegurar que Francia no tiene intención de dejar tirados a sus aliados», en palabras de una fuente diplomática, que precisó que los soldados franceses se quedarán más allá para seguir formando a las milicias de Kabul.
El anuncio de Sarkozy ha encendido las alarmas en la OTAN, que teme que «dé pie a que otros hagan movimientos similares de retirada acelerada» El secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, se limitó a reiterar la «hoja de ruta», que consiste en la retirada ordenada para finales de 2014 tras un proceso progresivo de la seguridad de las regiones afganas. Mientras tanto, los soldados ocupantes irán cambiando su papel de tropas de combate a fuerzas de apoyo y formación. «Afganización del conflicto» en el argot político.
El dossier afgano estará también muy presente en la Conferencia de Seguridad de Munich (sur de Alemania), conocido como el Davos de la Defensa, que reunirá el fin de semana a dirigentes, militares y expertos de todo el mundo.
EEUU aprovechará la cita para presionar a Europa a que asuma sus responsabilidades militares.

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